El viernes, la temporada de presentación novedades editoriales locales 2019 arranca con la celebración de una obra multisensorial. A partir de las 20 en el Petit Salón de Plataforma Lavarden (Sarmiento y Mendoza, Rosario), un espectáculo coral con danza, lecturas, actuaciones y música, donde participarán la cantante lírica Ornella Leone, la actriz Carla Saccani, la compañía de danza contemporánea dirigida por Ceci Colombero, y el autor, promete dar brillo a la presentación de Alfileres en el pan, de Simón Menéndez-Bravo, por el sello El Salmón (www.editorialelsalmon.com.ar).

Los editores Rocío Muñoz Vergara y Luis Alberto Steinmann vienen publicando libros en tres formatos: tinta, audio y braille. Cada audiolibro constituye de por sí un espectáculo teatral de bolsillo, con voces reconocidas como la de Saccani encarnando narración y diálogo. Al proyecto editorial de alcanzar a una diversidad sensorial lectora se integra una nueva y muy sólida obra cuyo autor no proviene del campo social literario sino del de las ciencias naturales y cuyo protagonista, o cuya protagonista, expresa una problemática contemporánea de incertidumbre de género a través de una biografía ficcional que abarca las últimas seis décadas de historia argentina.

Simón Menéndez-Bravo nació en Rosario en 1987. Es doctor en Ciencias Biológicas egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Se dedica a la escritura y a la biología molecular. Cuando se le pregunta por su tesis y por su trabajo cotidiano en el laboratorio, responde que se trata de una ínfima parte de una célula, ni siquiera de la célula completa. Su incipiente obra como novelista, por el contrario, abarca a vuelo de pájaro una gran extensión: la saga ocupa varias generaciones de una clase trabajadora con ambiciones y sueños de lo más diversos. Esta primera novela fue escrita en pleno cambio de paradigma, movilizada por preguntas: ¿Qué determina un género, la anatomía o el nombre? ¿Lo decide el deseo propio o el mandato ajeno?

Las fundadoras del linaje novelesco, las voces dramáticas a lo Manuel Puig que van llevando el relato, trabajan de modistas. Esto no es casual. Una modista une retazos, los cose, los articula; una modista inventa un cuerpo ausente en el vacío de un vestido en confección. La trama se va armando como a través de visillos, en susurros, rellenando silencios, gambeteando lo obvio hasta que su verdad estalle.

Todas hablan en esta novela coral menos su figura central, Adrián alias Adriana, un enigmático anacronismo sexual que sitúa en el pasado (y de cara a un futuro no binarie) ciertas cuestiones ideológicas del presente. Como Tiresias, Adriana/Adrián es mujer y hombre; como Tiresias, lo ha visto todo. Fue niña y montonero, fue lesbiana y es padre. Tiene un rol central en la pequeña tragedia familiar dentro de la gran tragedia nacional.

La novela es movilizada por preguntas como ¿Qué determina un género, la anatomía o el nombre? ¿Lo decide el deseo propio o el mandato ajeno?

"No sabía que el nombre era la costura y no una hilacha", piensa en voz alta una de las narradoras. La metáfora, en este libro, va mucho más allá de una función decorativa añadida a la narración o a la descripción, para constituirse en estructura. La conciencia autoral rodea como horizonte superador todas estas voces confesionales ficticias, al modo de una vasta escucha. Alfileres en el pan es una novela de la intersubjetividad. Aquí el lenguaje cabalga entre una representación feroz del habla popular en sus variopintas subjetividades y una poesía en prosa que brota de los lugares más inesperados, flores silvestres entre las grietas de la vereda. El relato se arma con las voces sociales que repiten lo consabido, el proverbio, el dicho: "Qué bueno, más voces, tribuna para todo, qué lindo tener familia grande, cantitos de cagón y gritos de gol, como si las expectativas de los lunes y las decepciones de los viernes no alcanzaran para desestabilizar, como si no los hubiera desmoralizado suficiente el hecho de que todos los departamentos que vieron hasta ahora caben en una de dos categorías: invivible o impagable. Y qué querés, ajo y agua, dice el padre del Conti. ¿Y si mejor esperan un poco más?, arriesga tímida la madre de Romi".  

La tensión entre el proyecto individual y la destrucción colectiva explota como bombas de tiempo generacionales a la velocidad del desastre nacional. Página tras página va pasando un álbum de fotos familiares de época, un verosímil retrato de clase en colores ácidos de cine independiente, atravesando el gris oscuro de los años de plomo hasta hoy.

"Desde el año 2012, tenemos en Argentina una ley de identidad de género, gracias a la cual  la sociedad va aprendiendo -a pesar de quienes siguen propagando la transfobia, generadora de innumerables travesticidios y otros crímenes por odio-, que todas las personas tenemos los mismos derechos", escribe Pablo Pérez en la contratapa del libro. "En Alfileres en el pan se invierte esta lógica: a mediados de la década del cincuenta, la decisión de Emilia, que por capricho llama a su hijo con nombre de nena y lo cría como tal, nos ubica en una historia incómoda. (…) Este conflicto por una identidad de género, que al principio parece ser la trama principal de la novela, termina siendo fagocitado por un drama mayor. Con una agilidad narrativa admirable y una creación de personajes precisa y sin fisuras -o con las fisuras que les impone la vida-, Simón Menéndez-Bravo suma una voz nueva y original para seguir contando una historia que siempre es necesario recordar, una historia que nunca terminará de ser cabalmente contada".