Mauricio Macri está caliente. Así dijo él que se siente ante sus ministros en una reunión de gabinete ampliado, que fue ampliamente difundida en las redes sociales del mandatario. “Estoy caliente”, ensayó antes de pedirle a la población que atraviese la crisis económica “sin llorarla”. Enfundado en el traje de un hombre duro, el presidente emprendió en un discurso de campaña para ir por la reelección: “Volver a escuchar a los que vienen a proponer ese maravilloso atajo, esa solución mágica, es inaguantable”, dijo. Sus ataques, esta vez, no solo estuvieron destinados al kirchnerismo sino a Roberto Lavagna.

Tras cuatro años de Gobierno en el que el resultado económico que puede mostrar es una recesión con inflación alta, y pobreza y desocupación el alza, Macri optó por mostrarse enojado como estrategia de campaña y culpar a otros: “Son muchos años de haber frustrado generaciones, muchos años de tirar gigantescas oportunidades por la ventana”, sostuvo Macri, quien se mostró optimista: “Este país se renueva, porque hay algo acá que no se rinde, y esas oportunidades siguen estando enfrente nuestro”.

“Siempre me calentó la mentira”, remarcó en un dardo que apuntó al posible candidato a presidente Roberto Lavagna. “Por eso, cuando escucho ‘esto se arregla creciendo’. Y, ¿quién no quiere crecer?”, se preguntó Macri, a los gritos. “Pero, para crecer tenemos que hacer esas cosas de fondo, estructurales, de base que nos permiten crecer. Es elemental”, insistió.

Y volvió, de nuevo como en cada año de su mandato, a la idea de la pesada herencia: “De todo lo que se heredó no se sale de un día para el otro, sin llorarla, pero convencido de que estamos en el lugar correcto en la hora indicada porque somos la generación que vino a cambiar la historia para siempre”.

En medio de indicadores económicos que no mejoran y con un año que presagia solo subas de tarifas y del costo de vida, Macri buscó prometer un futuro mejor: “Decirles a los argentinos que ‘es por acá vamos hacia el futuro, que sus hijos tendrán mejores oportunidades de las que tuvieron ustedes’”.

El escenario era el Centro Cultural Kirchner y estaba parado frente a cientos de sus funcionarios, pero la difusión extensa de su discurso –algo que no siempre ocurre en ese ámbito, donde solo se seleccionan algunos fragmentos– indica que hablaba a toda la población y para la campaña. 

“Por acá todos vamos a sentirnos incluidos, parte, vitales, fuertes y entusiasmados, pero hay que poner el hombro y remar un poco más”,  pidió Macri en plan de reelección. De hecho, insistió en que hay que hacerlo “este año más que nunca, en donde todos los argentinos vamos a recorrer una profunda reflexión de si estamos haciendo lo correcto, si vale la pena”. Todo el discurso del presidente volvió sobre este tema: el esfuerzo y la recompensa que llegará en algún futuro no especificado. Ya no hay segundos semestres en la narrativa presidencial.

El Presidente no hizo autocrítica y sólo esbozó una falencia en su gestión: dijo que falta consolidar “una estructura macroeconómica definitivamente sólida”. Y luego le echó la culpa de no haber podido avanzar más a quienes ponen palos en la rueda y con los que debe sostener una “batalla todos los días”. “Todos esos predicadores de la resignación y el escepticismo les digo que no es verdad que los argentinos estemos condenados a persistir en la línea de la agresión, del aislamiento”, dijo. En este punto, apuntó contra los gremios docentes, que “se oponen a todo lo que queremos hacer para construir futuro diciendo que representan a los docentes”.

“Y también soñamos con que esas personas se conviertan y entiendan que hasta acá llegaron con esos privilegios y ahora tienen que sumare a remar en el mismo bote y no ir a upa”, insistió Macri con el esfuerzo y los “privilegios”, que suele achacar a los trabajadores.