La pérdida en el poder adquisitivo de los salarios y el incremento en el desempleo arrasan sobre la demanda interna. El consumo se contrajo en febrero 10,2 por ciento frente al mismo mes del año pasado, la contracción más profunda desde julio de 2002 cuando el indicador marcó un retroceso del 10,5 por ciento. El indicador índice elaborado por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala registró así su novena merma consecutiva. La comparación mensual, por su parte, marcó una baja de 1,5 por ciento. Aunque desde el Palacio de Hacienda aseguran que la economía ya dejó de caer, el programa de austeridad comprometido con el Fondo Monetario Internacional garantiza un persistente deterioro en el componente más importante del PBI durante 2019.  

Desde la perspectiva empresaria la caída del consumo se traduce en desplome de sus ventas que reactiva las expresiones de rechazo a la política económica del gobierno de Mauricio Macri. Los reclamos provienen desde las principales cámaras empresarias del país. Ayer fue el turno de Daniel Funes de Rioja; el vicepresidente de la Unión Industrial (UIA) y representante de la cámara de fabricantes de alimentos consideró necesario “explorar un acuerdo de precios dentro de la lógica del mercado”. 

Con esa herramienta, explicó Funes de Rioja, sería posible reactivar el consumo y contener la inflación. Entre los factores que explican la caída de la demanda interna se destaca el desmantelamiento del programa Precios Cuidados. La iniciativa impulsada por el gobierno anterior no sólo ofrecía una canasta de productos a valores accesibles, sino que además permitía administrar los precios del resto de los bienes.

“Un congelamiento de precios es una herramienta absolutamente artificial y que inexorablemente conduce al desabastecimiento. Esas políticas intervencionistas no funcionan”, consideró el abogado durante una entrevista radial donde también enfatizó las implicancias de la parálisis industrial. “Tenemos una realidad de una devaluación del 100 por ciento, una inflación cercana al 50 por ciento y un traslado de los costos que de ninguna manera se ha producido, porque el mercado no da, ante la caída del consumo y la subutilización de la capacidad instalada”, analizó el vicepresidente de la UIA.

La precarización laboral, las altas tasas de interés y la pérdida en la capacidad de compra de los jubilados también elementos a la prolongada crisis del consumo. “La serie sin estacionalidad arrojó una renovada caída de 1,5 por ciento mensual, y acumula una baja de 10,8 por ciento desde el máximo alcanzado en enero del año pasado”, señala el informe del ITE al enfatizar que “aún no se observan brotes verdes y el consumo continúa en franca caída”. 

Entre los componentes del Indicador Mensual de Consumo del ITE se destaca la caída del 60 por ciento en la venta de autos nacionales, en un contexto de suspensiones numerosas en distintas terminales automotrices, mientras que la recaudación por IVA bajó un 7,6 por ciento. Por su parte, de acuerdo a CAME, las ventas minoristas se desplomaron un 11,9 por ciento y cerca de un 72 por ciento de los comercios registraron una baja en sus ventas.  Finalmente, el crédito real en pesos cayó un 25 por ciento anual, con fuertes bajas en todas las líneas. La merma alcanzó incluso a las líneas hipotecarias, que hasta el mes de enero crecía en términos anuales.

Aunque los aumentos de precios volvieron a acelerarse y el gobierno no consigue controlar la volatilidad cambiaria, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, aseguró la semana pasada que “los salarios van a recuperar el poder adquisitivo, le van a ganar a la inflación”. La capacidad de compra de los salarios experimentó el año pasado su mayor contracción desde 2002 y no hay instrumentos que permitan anticipar una recomposición durante 2019. La última medición del Indec arrojó un aumento del 3,8 por ciento en los precios en febrero y, consultoras privadas, centros de investigación y universidades, proyectan que los aumentos de precios superarán el 30 por ciento este año. Existen gremios que cuentan con el poder de negociación necesario para obtener mejoras en línea con la inflación, pero un segmento significativo de actividades debería conseguir sumas adicionales para recuperarse de la aguda caída salarial de 2018.