Luego de ordenar bajar los cuadros de los dictadores Videla y Bignone, el presidente Néstor Kirchner se dirigió a la sede de la ESMA. En ese predio, donde funcionó uno de los más grandes y sangrientos centros clandestino de detención, Kirchner anunció primero que sería recuperado para la sociedad donde funcionaría “un espacio para la memoria y promoción de los derechos humanos”. Pero además, el entonces presidente hizo algo que nunca había hecho un mandatario democrático al decir que estaba allí para "pedir perdón de parte del Estado Nacional  por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades”.