Un par de horas después de que Cristian Pavón no sólo regresara a la titularidad sino también al gol en Boca, Steve Aoki se subía a las bandejas del Main Stage 2 con la camiseta del delantero cordobés puesta, para cerrar la primera fecha del Lollapalooza Argentina 2019. No obstante, antes de que el DJ estadounidense electrocutara al público con sobrecargas de electrónica millennial, Post Malone había actuado en el mismo escenario con un atuendo inspirado en camiseta de la Selección Argentina. El rapero estadounidense, que disfruta del clímax de una carrera que recién comenzó hace tres años, eligió el número 13 e inscribió su nombre artístico, en lo que fue su debut en el país, adonde llegó en calidad de cabeza de cartel del festival.

Así son los tiempos modernos: tan virulentos como tutoriales. El artista de 23 años, que oscila entre el rap, el trap y el R&B, encarna el triunfo del “home studio”, al punto de que no necesita a nadie más en el escenario para defender las canciones de sus dos álbumes. Por eso, en su hora y media de recital, Post Malone –cuya impronta vocal evoca a la de un The Weeknd remojado en nü metal– cantó sus mega hits “Rockstar” y “Congratulations”, con los que cerró su repertorio, y en el medio se colgó la guitarra acústica para hacer “Stay”. Apenas se despidió el rapero, la masa se dirigió rápidamente, debido a la puntualidad de los shows, hacia el Main Stage 1, ubicado justo enfrente, para ver a la otra cabeza de cartel de la jornada: Tweenty One Pilots. La dupla de Ohio también es un fiel reflejo de la manera de entender la música en esta época y eso lo evidenció durante una performance muy próxima a una playlist de Spotify. 

Y es que el cantante y guitarrista Nick Thomas, y el baterista Josh Dun pasan de un género musical a otro instantáneamente y sin prejuicio, incluso en una misma canción. Por más que la manuchaesca “We Don’t Believe What’s on TV” y la popera “Holding on to You” demuestren lo contrario, la columna vertebral de su propuesta es el hip hop. Si bien podría parecer una herejía establecer paralelismos con los Beastie Boys (ellos eran tres, además), algo de ese desprejuicio citadino, mucho más naíf en este caso, emana de su show en vivo. Es justo destacar asimismo el raudo crecimiento en apenas una década de los de Ohio, que abrieron su espectáculo en plan guerrillero (enmascarados y con un auto incendiándose en el escenario, en afinidad con el concepto estético de su disco Trench, de 2018). Además, hay que tomar en cuenta que en su estreno local, en la edición de 2016 del mismo evento, la dupla era una banda más del montón. 

Mientras que Tweenty One Pilots acaparaba la atención de la mayoría de los 70 mil espectadores (las entradas de las tres fechas del festival están agotadas), el resto se concentró en el escenario Alternative para disfrutar del Justin Timberlake de los centennials: Olly Alexander, líder de Years & Years. El trío inglés de música dance podría haber sido la revelación del Lollapalooza Argentina 2019 si Rosalía no hubiese ofrecido, en el mismo lugar, pero al caer la tarde, la barbaridad de show que brindó. La cantaora española 2.0 no sólo se estrenó en Buenos Aires sino que también inauguró acá su nueva gira mundial. Esto sucedió un día después de sorprender a sus fans con su flamante single, el reggaeton “Con altura”, en el que participan J Balvin y el productor de su último álbum, El mal querer (2018), su compatriota El Guincho, quien se encontraba disparando pistas y tocando la percusión en su presentación.

Rosalía, quien se aferró a un grupo de coristas y de bailarinas para consumar su oda minimalista y urbana al flamenco, mechó esa novedad con temas de sus dos álbumes. Además de cantar su colaboración con James Blake, “Barefoot in the Park”, hizo un cover de uno de los hitos del flamenco rock, “Te estoy amando locamente”, de Las Grecas, y estrenó “Aute Cuture”. Difícil de olvidar. Algo similar le hubiera sucedido al jazzista estadounidense Kamasi Washington si no hubiese padecido los problemas de sonido en el Main Stage 1. Allí mismo Interpol dio cátedra de cómo sobrevivir redimiendo la tradición del post punk, y Bring Me The Horizon mostró el lado más salvaje del rock. Jorge Drexler, en el Main Stage 2, la surfeó en la ola del funk y el pop rioplatense. Aunque los chicos que estuvieron frente al escenario Perry’s la pasaron tan lindo bailando y trapeando que quizá ni se hayan enterado de que todo esto sucedía a pocos metros de distancia.