El sector audiovisual se movilizó el miércoles en las puertas del Gaumont, en el marco de la apertura de la 21° edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici). Así, denunció un recorte en la oferta del acontecimiento organizado por el gobierno porteño, en sintonía con un ajuste dirigido hacia el cine independiente en general. Ocurre que esta edición se realizará con menos salas, películas, funciones, trabajadores e invitados, según indicó el grupo de organizaciones que se reunió alrededor de la consigna “No al vaciamiento del cine y la cultura”.

La edición del Bafici que arrancó el miércoles con la proyección de Claudia, de Sebastián de Caro, y que terminará el domingo 14 con la de Santiago, de Nanni Moretti, estará signada por lo que sus responsables políticos denominan como “renovación”. Al traslado del epicentro de funciones y actividades a la zona de Belgrano, después de seis años en Recoleta, se suma una reducción tanto del parque estable de salas (de 16 a 12, en comparación con el año pasado) como de la cantidad de películas (de 365 a 315). Y por primera vez en 15 años no habrá una producción enteramente nacional entre las 15 participantes de la Competencia Internacional.

Por todo esto, Acción, Mujeres del Cine; la Asociación de Directores y Productores de Cine Documental Independiente de Argentina; el Colectivo de Cineastas; Directores Independientes de Cine; Documentalistas de la Argentina; Red Argentina de Documentalistas; y Realizadores Integrales de Cine Documental decidieron movilizarse en las puertas del Gaumont. Son las mismas organizaciones que vienen denunciando un ajuste en la actividad en relación a diferentes hechos y variables. “Pese a la venta marquetinera de su conferencia de prensa, este Bafici tendrá menos salas, películas, funciones, menos trabajadorxs, menos invitadxs”, denuncia el comunicado que al iniciarse la concentración leyó el documentalista Juan Mascaró.

Una valla trazaba una línea divisoria entre la manifestación y la ceremonia oficial, que contaba con la presencia de autoridades --como el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro-- y figuras del medio. No hubo presencia de autoridades del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). Era la tercera manifestación consecutiva en torno a la inauguración del festival. Los manifestantes llevaban banderas, carteles, repartían volantes con información sobre el conflicto y stickers que hacían alusión a un Bafici “recortado”. El documento leído por Mascaró contenía quejas sobre la ausencia de un film nacional en la Competencia Internacional. “No es casual”, porque las películas independientes “que nutren la programación” padecen cada vez más dificultades para acceder a fomento, y los fondos “se licúan violentamente por la devaluación”, explicó.

La carencia de pantallas para el cine independiente fue otro de los ejes. El documentalista Fernando Krichmar brindó un discurso encendido. “Este es un año fundamental de pelea”, instó. Los temas que mencionó fueron varios: la necesidad de que se ponga en funcionamiento el Consejo Asesor del Incaa (órgano de cogobierno del instituto), la subejecución presupuestaria del organismo y las políticas que benefician a exhibidores, por ejemplo. La existencia de más pantallas a precios populares es otra de las batallas de las entidades, que ven cómo se agolpan estrenos nacionales en el Gaumont y cómo los documentales de la quinta vía (o vía digital) pierden espacio mientras las autoridades argumentan que su hábitat natural son las plataformas digitales.

Referentes del Frente Audiovisual Feminista exigieron un cupo del 50 por ciento de trabajadoras mujeres, trans, travestis e identidades no binaries en la industria, e integrantes de la asamblea de vecinos que surgió cuando cerró la sala Artecinema informaron que continúan “en lucha” --con semaforazos y gestiones en la Legislatura-- para que reabra el cine de Constitución.