El psicoanalista Jorge Alemán ostenta la curiosa capacidad de articular el pensamiento de Freud y Lacan, el de Heidegger y Spinoza, el de Marx y Gramsci con la realidad argentina. Sus reflexiones sobre la actualidad nacional tienen de trasfondo una filosofía que aún en su profundidad expresan con claridad sus ideas sobre el devenir de nuestra historia. Autor de numerosos libros que vinculan el psicoanálisis con la vida política y social, Alemán está en Buenos Aires para participar de las jornadas “Derivas de una izquierda lacaniana: en torno a los textos de Jorge Alemán” y la presentación de su último libro, Capitalismo. Crimen perfecto o emancipación, el próximo martes a las 19.30 en el Centro Cultural Caras y Caretas (Venezuela 330), junto a Nora Veiras (ver recuadro). “Aquí se ha intentado de nuevo producir una relación entre Lacan y la hipótesis emancipatoria. Es una relación muy compleja, no evidente ni garantizada de entrada. Tiene muchas piezas que no encajan, pero que sin embargo es muy fecunda”, asegura a  PáginaI12 Alemán en un alto de las jornadas.

Hoy a las 13.30 será el cierre en la Facultad de Filosofía y Letras (Puán 430), a cargo del poeta y psicoanalista, que rescata las diferentes lecturas que se hacen desde Lacan para analizar la actualidad desbordando los límites de psicoanálisis. “Se trata de un nuevo tipo de Lacan en castellano, sin la tutela de las instituciones, pero tampoco en contra de ellas”, destaca. “Es un nuevo tipo de recepción de Lacan, porque aquí aparece cruzado todo el tiempo con el problema del populismo, la emancipación, la lectura del capitalismo o las lecturas de Marx. El aporte de la teoría del sujeto de Lacan vuelve a estar presente en aquellos proyectos políticos que no quieran ser meros partícipes del juego político del marco neoliberal sino que quieran mantener un horizonte de prácticas emancipatorias”, explica, y rescata la participación de politólogos, cientistas sociales, filósofos y la perspectiva feminista para pensar los procesos de emancipación: Leandro Santoro, Horacio González, Ricardo Forster, el pintor Daniel Santoro pasaron por este encuentro.

–¿Cuál sería el crimen perfecto del que habla en su libro? ¿Y cuáles las posibilidades de la emancipacion, ahora que no hay certezas de lo que deviene después del capitalismo?

–Sería lo que algunos teóricos explican: que el capitalismo ya ha capturado las subjetividades, y que no hay ninguna experiencia humana que no esté subsumida en el circuito del capital. Si esto se consuma como tal, el crimen es perfecto. La pregunta que yo intento abrir, con Lacan, es qué habría en la constitución misma del sujeto que no puede ser apropiado de entrada por el capitalismo. Qué hay en la existencia humana que puede devenir mercancía pero originariamente no lo es. Y ahí trato de diferenciar al sujeto de la subjetividad. Para mí, el suelo natal del sujeto no es el poder, el poder no constituye al sujeto. El sujeto llega una millonésima de segundo antes que el poder lo fabrique como subjetividad, lo produzca como subjetividad. Ahí hay un hiato con el que trabajo para abrir diversos campos de lo inapropiable del capitalismo. Sin ese campo el crimen es perfecto.

–¿Se puede anticipar algún camino de emancipación o es un horizonte?

–Son apuestas sin garantía. El capitalismo aparece de tal manera que no se pueda imaginar su después histórico. Por supuesto no es eterno, pero su extensión aparece como ilimitada. Y la emancipación tampoco puede ser pensada bajo la metafísica de la revolución que se realiza definitivamente y se vive en un mundo en el que la emancipación se ha cristalizado en todos los rincones de la vida. No. Son momentos de irrupción de lo emancipatorio. Para nuestra generación se trataba de que el capitalismo era injusto. Ahora no es injusto, es la subsistencia misma de lo humano lo que está en juego. Hay una nueva incógnita. El problema no es solo la explotación y la injusticia radical en la que el capitalismo se ha convertido. Ahora la pregunta es si la especie humana puede tener lugar, porque la nueva formación capitalista, digital, hiperconectada, de big data, va llevando las cosas a un terreno en donde los seres humanos van a tener cada vez menos lugar.

–¿Y cómo funcionan los medios en este juego de las democracias hiperconectadas?

–A veces tengo muchas dudas de que el anclaje, lo que acá se dice “me cayó la ficha” se produzca. Creo que se produce una especie de saturación discursiva donde la gente escucha y no les pasa nada. Toda la historia de los espías, o lo que se describe que puede llegar a ocurrir económicamente, no sé hasta qué punto eso hace click o no. Lo que sí ha introducido lo mediático es un aplanamiento permanente de los discursos donde un término remite a otro y nada realiza un cierre, nada se resignifica. En la vida tenemos un momento de captación y resignificamos todo, se revela un sentido. Pero pareciera como si ese punto lo hubieran tocado y no funciona. Se está rompiendo el país en pedazos y no pasa nada. 

–En este tiempo donde se la bastardea y desprestigia, ¿la política puede ser, sin embargo, una herramienta para la emancipación?

–Por supuesto. Si desaparece la política lo que viene es peor, son los programas de televisión, las fake news. Si no es la política lo que viene son las maquinaciones y las habladurías, la destrucción de toda posibilidad de experiencia verdadera. En política, el presente puede ser injusto pero la historia todavía no lo es. No tuvo razón Pinochet, no tuvo razón Videla. La política sigue siendo el ámbito en donde la historia puede en un momento dado hacer emerger la verdad.

–Pensando en las elecciones de este año, ¿hay kirchnerismo sin Cristina Fernández? ¿O sólo ella aglutina ese campo? La experiencia de Brasil con Lula y Haddad lleva a pensar que la gente, cuando vota, vota más a personas que a proyectos.

–En el kirchnerismo hay un montón de elementos, paradójicos, contradictorios, pero hay unas ciertas reservas éticas que ninguna otra fuerza política de este país tiene. Por lo tanto, considero al kirchnerismo como una fuerza que debe hegemonizar la unidad. No es necesario que Cristina sea quien lo haga, pero sí creo que el kirchnerismo, gracias a la política de memoria histórica, que no se dio en ningún otro lugar del mundo, tiene una reserva ética.