El economista Javier Milei sostiene que “sin la ayuda del FMI el país no sólo hubiera caído en default, sino que además hubiera tenido una hiperinflación... haciendo volar los niveles de pobreza e indigencia”. De ello concluye que “se debería agradecer al FMI” en lugar de cuestionarlo. Las proezas de ese organismo con la economía argentina, las deriva de una curiosa mezcla económica con base en los modelos del monetarismo. De acuerdo al modelo Milei, la creación de dinero por encima de su demanda alimenta una demanda de dólares que si no es cubierta por ventas de reservas empuja al alza el valor del dólar. Además de vender reservas, el Banco Central puede subir la tasa de interés para aumentar la demanda de depósitos en pesos e, indirectamente, disminuir la presión sobre el dólar.

En base a dicho esquema, Milei sostiene que el Banco Central vendió 19.000 millones de dólares que le había prestado el FMI para contener el valor del dólar que, por representar el 86,4 por ciento de las reservas netas, evitó “que el tipo de cambio hubiera tenido un salto adicional de 86,4%” (siguiendo el razonamiento de Milei, una demanda del total de las reservas generaría un ajuste cambiario de tan sólo el 100 por ciento). Luego atribuye al FMI la suba de tasas del BCRA de un 35 por ciento por encima de la suba de tasas en los Estados Unidos, que habrían evitado una devaluación por ese porcentaje (¿por qué razón el porcentaje de aumento de tasas debería mantener una relación proporcional con el de devaluación?). Por último, atribuye al FMI que la economía estadounidense haya crecido un 5 por ciento más que la Argentina (tal vez por ser el Fondo el causante de la crisis de nuestra producción), hecho que habría evitado una devaluación extra del 5 por ciento. De todo ello concluye que, sin el FMI, el dólar debió valer 106 pesos a fines de 2018, en lugar de 40 pesos. Al respecto, la base monetaria creció un 41 por ciento en 2018, por lo que si se le descuenta el efecto tasa de interés y caída de actividad sobre la demanda de dinero imaginados por Milei, el dólar no debería haber aumentado según su “modelo” y todavía debería conseguirse a los 20 pesos que cotizaba en enero del año pasado. 

Más importante es analizar el impacto de las ventas de reservas sobre las expectativas de devaluación (que Milei asume como “racionales” –lo que implicaría que todos los argentinos podrían estimar acertadamente el valor del dólar usando su modelo–). Las subastas de divisas en el marco de la política de dólar flexible (o cuasi flexible dentro de amplias y débiles bandas de flotación) impuesta por el FMI sólo sirven para rifar reservas. Si, en su lugar, se planteara un objetivo más preciso de cotización del dólar y una oferta de reservas contundente para lograrlo, se disminuiría la incertidumbre cambiaria. En ese caso, la tasa de interés puede llegar a tener algún impacto para desalentar la demanda de dólares. Aun así, la insustentabilidad externa de la económica generada por el excesivo endeudamiento durante la gestión Macri lleva implícita una fuerte demanda de dólares de parte de cualquier individuo “racional” al que, en plena crisis, le quede un peso para ahorrar.

@AndresAsiain