"Muchos años de viajes por el noroeste primero, después por Chile, Brasil, México. Cuando volví, me terminó de colapsar toda la reivindicación histórica que significaba para mí conocer todo ese mundo y esa cultura. Empecé a sentir que había una cercanía muy verdadera", cuenta Julián Rossi. Un itinerario que le marcó hondo y abrió el camino hacia Precolombino (Kuikatl Discos), su quinto disco, que el músico presenta hoy a las 21.30 en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), con entrada libre y gratuita.

Junto a Yeta de Mati Vant, y Vitrales de Tomás Boasso, Precolombino ganó la Convocatoria Estímulo 2017 a las Industrias Culturales del programa Espacio Santafesino, dependiente del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe. Entre los tres discos, destaca a su vez el trabajo de diseño de Daiana Girotti, "una artista tremenda", según el músico. De hecho, es el trabajo de tapa de Precolombino el que mejor expresa "la ofrenda que es para mí este disco".

Una ofrenda que comienza con viajes, "al salir de la ciudad y conocer otros lugares, otras formas; ahí comencé a encontrarme escribiendo, apreciando, preguntando, yendo a museos, conociendo personas. No quería hacer un disco que 'bardeara' a Colón o hablara de todo el daño hecho, que ya está en los libros de Galeano y otros autores, sino que tomé aquellas enseñanzas y traté de plasmarlas en diferentes canciones, para poder comprender un poco el espíritu de esos pueblos", señala el músico a Rosario/12.

--¿Cómo apareció la música?

--Cuando uno ve Precolombino e ingresa en él puede creer que va a encontrar folklore latinoamericano, pero la verdad es que está muy ligado a mis comienzos musicales, influenciado por el rock nacional. Si bien tiene algunos temas como "La cueva", "Asilo en mi corazón" o "Nahualismo", con ritmos latinoamericanos o del folklore, la sonoridad es la de la banda de rock, la orquesta, la música clásica, los sintetizadores. Toda la época de Charly en los '80 se me vino ahí. El esquema del mensaje precolombino está en la poética, en la poesía, y la música está influenciada más desde el origen mío, cuando empecé escuchando rock nacional. Es una conjunción medio extraña pero hace que el resultado sea, como para mí lo significa la tapa, una ofrenda.

--Podría pensarse que es la música la que te lleva a viajar y el viaje el que te devuelve a la música.

--Viajar hace florecer un montón de cosas que tenemos germinadas dentro. Sobre todo cuando uno tiene la suerte de hacer sus primeros viajes durante la adolescencia, y empezar a escuchar cómo la montaña suena, cómo el Cerro de los Siete Colores tiene su sonoridad, cómo la comida y los caminos también. Todo eso que Atahualpa Yupanqui ya menciona en sus relatos, en su música. Estamos en la ciudad y estamos con otros lenguajes, y cuando vamos, por ejemplo, al norte argentino empezamos a descubrir que hay momentos donde suena un carnavalito y es porque el sol ilumina el paisaje de una manera; y después una zamba, porque todo se calma; y luego una vidala, porque todo parece una plegaria. Al volver, es algo magnífico, porque viajar es alejarse de uno mismo para observarse desde otro lugar, y uno regresa transformado en algo que uno ni siquiera sabe realmente qué es. Eso es lo que hago con la música. Viajar y hacer música para mí son parte del mismo camino.

"No quería hacer un disco que hablara

de todo el daño hecho, sino que tomé sus

enseñanzas y las plasmé en canciones".

--En una de tus canciones cantás sobre tu hijo preguntando "¿qué es la muerte?".

--No estamos preparados para responder a ese tipo de cosas pero hay que hacerlo, el niño necesita una respuesta. Esa canción también viene de mi compañera, con quien estamos muy pendientes de la crianza de nuestros hijos. Surgió esa pregunta y había que dar una respuesta que no generara una cuestión dolorosa y diera calma. En México, la muerte tiene una connotación increíble y diferente, y en esta canción se ve el rasgo precolombino, porque imaginé a ese padre tomando de la mano a su hijo, yendo a caminar en el río, para decirle que somos como glaciares que nos derretimos, nos transformamos, y que nos vamos hacia otro lado. Ésa fue la respuesta a uno de mis hijos y logramos calmar esa ansiedad. Finalmente se transformó en una canción, porque el mensaje de esos antiguos pueblos están vinculados a la naturaleza y a otro modo de entender la vida. La muerte forma parte de la vida.

--Una reflexión que se vuelve música.

--A mí me costaría mucho escribir sobre cosas que no vivo, sobre cosas que no siento. Voy dejándome atravesar por lo que me pasa. Lo hago desde niño: cuando estaba triste, alegre, cuando a alguien le pasaba algo, escribía una canción y trataba de transformar eso en música. Creo que también ahí está mi terapia, me he ahorrado mucha guita en terapia por sentarme en el piano (risas).

Julián Rossi presentará Precolombino junto a su banda The Onix, integrada por Lala Locascio (Coros y sintetizador), Alejandro Torossi (Guitarra eléctrica y coros), Franco Santinelli (Bajo), Nicolás Constantin (Batería), Manuel Corvalán (Percusión y coros), Corina Be (Violin), Paolo Ferrara (Violoncello), Agustina Capovilla (Violin) y Hernán Manzanero (Viola), junto a músicos invitados.