Guitarra en mano, Axel Milanés canta sobre Cuba y desde Cuba. Sus canciones pueden hablar de amores y amistades, de un hijo o del paisaje, pero su isla natal siempre está resaltada. En su acento, en sus ritmos, pero también en su modo de asumir y reivindicar esa figura tan cara a los cubanos, la del trovador. Vivió en la Argentina quince años, hasta 2013, y vuelve cada tanto. Ahora está de despedida “con una girita por diferentes lugares”. Uno de ellos será el C. C. Padre Mugica (Piedras 720) donde hoy a las 22 ofrecerá un recital. 

El repertorio de Axel se compone de canciones propias, pero también otras en las que de algún modo se resume la historia de la canción cubana, y con ella la de la trova: desde la trova tradicional, de mitad del siglo 19 pasando por movimientos como el bolerístico de los ‘20, el feeling de los ‘40 o la nueva trova, con Silvio Rodríguez y Pablo Milanés (no hay parentesco), entre muchos. “Incluyo trovadores que han ido apareciendo de los 90 para acá, y que han seguido dibujando la historia de Cuba”, puntualiza. 

Todo este recorrido aparece en sus conciertos. “No es una clase, trato de que no sea muy evidente”, se ríe en la charla con PáginaI12. “Si voy haciendo mención a características de nuestra música, si hablo de nuestra cultura, es inevitable porque tiene que ver con mi identidad”, explica. “Me sucede en los recitales que cuando termino de cantar, siempre alguien se acerca y me dice: ‘qué bien que difundas tu país’ y ‘hoy aprendí’. Es algo que parece pequeño, pero es muy grande. Alguien abrió su espíritu a comprender algo nuevo, quizás hasta se le disparó la curiosidad no solo por la trova cubana, sino por su propia trova. Porque en los conciertos siempre aparece, junto a Cuba, América latina: Violeta Parra, Yupanqui, Gabriela Mistral... Hay cosas que nos conectan, de hecho la nueva trova cubana reconoce entre sus inspiradores al movimiento del nuevo cancionero, con Tito Francia, Mercedes Sosa, Oscar Matus”, detalla. 

–¿Y qué significa para usted la trova?

–Es una actitud de vida. No es lo mismo hacer canciones que ser un trovador. Puedes ser un buen guitarrista, buen cantante o buen poeta, y si esos condimentos están, tu arte queda enriquecido, pero no es el centro de la trova. Es mirar la vida, dejar constancia de lo que viviste como persona, como parte de un pueblo y una etapa histórica. Aunque no se lo proponga, el trovador es muy exigente, porque las canciones dan cuenta de su vida cotidiana. Somos como periodistas: cada canción es una noticia sobre lo que está pasando en nuestra vida. 

–¿Esa idea del artista es indisoluble de Cuba?

–Cuba está llena de personas que hacen arte, somos un pueblo con una capacidad creativa y de resistencia tremendas, ¡la principal prueba es que siendo agredidos por la mayor potencia del mundo, todavía estamos! El arte tiene una forma y un contenido. En lo formal, influye el enorme acceso de  la población al arte, los movimientos que hay hasta en unidades militares, las casas de cultura, un acceso masivo y gratuito. En el contenido influye la orientación de nuestra sociedad, de la que estoy orgulloso: el ser humano importa por encima de todas las cosas. Esos valores, que hoy parecen arcaicos, marcan las relaciones entre los seres humanos, para trabajar, hacer amigos, formar pareja... Es muy importante la comunidad, cuidar al otro. No podemos vivir en un mundo donde el otro no nos importa. Cuando uno lo vive así desde chiquito, sale a la hora de hacer arte. Por eso el arte cubano destila amor. ¡Aunque también protestamos, no te creas! (risas). 

Axel Milanés también lleva por los lugares que recorre (principalmente, Latinoamérica y España) el rol de productor y gestor cultural, con preocupación por el intercambio de experiencias y la creación de redes. “Me gusta ayudar en la relación entre los artistas y con los espacios, en la formación de algún núcleo artístico. Es uno de los trabajos que hago en Cuba con jóvenes trovadores. Cuando se hacen en solitario las cosas no tienen el mismo sabor. Y el arte es algo que hay que hacer de manera colectiva, porque en el intercambio nos enriquecemos”, formula. 

–Sin embargo hay una idea de que el de artista es un camino individual, una “carrera”...

–Para hacer lo que hago necesito una guitarra, y no la inventé yo. Necesito estar vestido, comer, ahí hay trabajo de otros. Y necesito un lenguaje que otros inventaron, las ideas y las vivencias desde las cuales hago canciones están vinculadas con otros. Cuando viajo tengo quien me reciba, quien me abra una puerta o me dé un mate. Es muy difícil pensar en solitario cuando hablamos de seres sociales. Nadie anda solo por la vida, y para hacer arte mucho menos. En el arte no cabe la idea de meritocracia, ni siquiera sé si cabe la idea de “carrera”, yo lo concibo como un camino. Un camino disfrutable, aun en sus aspectos más contraproducentes, que hay que vivir. Me tomo mi tiempo, no tengo apuro. Hice una canción que habla de eso, “Entre el sol y el alma”: “Que se borren los destinos, que demoren las llegadas, si el amor y la ternura me acompañen”.