En el último capítulo de una larga disputa, la Justicia falló a favor de los herederos de León Ferrari. El caso es célebre. En 2011, el artista plástico había demandado a Gabriel Levinas por el robo de obras de arte. El periodista fue absuelto en 2014. En 2017, se lo obligó a rendir cuentas en relación a la supuesta venta de aquellas obras en el exterior. Y en los últimos días, una sentencia lo obliga a pagar el costo de once dibujos valuados cada uno en 8 mil dólares.

Ferrari le había entregado a Levinas un conjunto de obras en 2008, para su exposición en la galería Brun Léglise, de París. Eran once dibujos y dos collages que se sabe que volvieron de Francia. En 2010, como no volvían a sus manos, envió a Levinas una carta documento. Le fueron devueltos los collages, pero no los dibujos. Quienes lo conocieron, dicen que el autor de La civilización occidental y cristiana jamás se enojaba. Pero cuando Levinas dejó de atender el teléfono se puso furioso.

Así fue como, en 2011, el asunto llegó a la Justicia penal –precisamente al Juzgado de Instrucción 38–, con la carátula de “defraudación por retención indebida”. La versión de Levinas chocaba en varios puntos con la del artista. Mientras Ferrari aseguraba que le había entregado las obras para su exposición, el acusado respondía que se las había dado para la venta. No obstante, fuentes judiciales advierten que el periodista no presentó nunca pruebas formales de la transacción, que –siempre según Levinas– habría tenido como destinatario a un coleccionista uruguayo que falleció antes de concretar el pago completo. Sobre esto, explicó que la venta se había efectuado en negro, debido a la “informalidad” que caracteriza al mercado del arte.

Por otra parte, Levinas utilizó también, en su defensa, el argumento de haber usado el dinero para una urgencia por motivos de salud. Es decir, reconoció la existencia de la deuda, pero de esta manera la justificó. Entonces intentó un plan de pagos con la defensa de Ferrari que no fue aceptado. En julio de 2013, el artista falleció a los 92 años. Y en abril de 2014 comenzó el juicio oral. El Tribunal Oral Criminal Nº 10 eximió de responsabilidad al periodista y marchand por no haber devuelto los dibujos.     

  Luego, en octubre de 2017, el Juzgado Civil 75 exigió a Levinas que rindiera cuentas sobre la venta de las obras. El periodista presentó un monto en pesos, al que, según él, debía aplicarse un descuento del 50 por ciento por comisión y gastos de transporte. En la resolución con fecha del 5 de abril consta que presentó una documentación adulterada (en rigor, una fotocopia “tachada”) para así evitar que en algún momento se le exigieran dólares. Como no existe documentación que dé legitimidad a la rendición de cuentas de Levinas, la familia de Ferrari estableció que debía pagar acorde al valor de exportación, que es de 8 mil dólares por dibujo. La Justicia finalmente aprobó la rendición de cuentas de los herederos del artista, y condenó a Levinas a pagar los 88 mil dólares del valor de las obras, además de los intereses hasta la fecha (desde noviembre 2010) y los gastos del juicio.

La entreverada historia no termina aquí. En paralelo, en 2017, Levinas inició un juicio contra la esposa de Ferrari y sus dos hijos por daños y perjuicios, por un millón de pesos. Alicia, la mujer de Ferrari, murió poco después. Además, el periodista solicitó un beneficio para litigar sin gastos. Debido a que no continuó impulsando ninguno de estos dos casos, quedaron paralizados y podrían llegar a lo que se denomina “caducidad de instancia”, es decir, quedar cerrados.