"Las obras son actuales, es mi última interpretación del cuerpo. Otra visión, otra pregunta. Mi obsesión por entender el cuerpo, mi cuerpo; esta materia que me mantiene cautivo en la existencia". Con estas palabras define el artista plástico Aldo Ciccione, más conocido por el nombre artístico Chacal, la exposición de 10 de sus recientes dibujos que puede verse hasta el 1° de junio en la planta alta del Espacio Cultural Universitario (ECU, San Martín 750), de martes a viernes de 10 a 18 y los sábados de 10 a 19.

Con curaduría de Rubén Echagüe, autor de un elocuente y erudito texto de sala, la muestra luce una infrecuente combinación de elegancia y contundencia. Elegancia, en el sentido de llegar a la solución de cada problema por el camino más hermoso y breve. Que con diez obras se pueda articular un potente manifiesto visual sobre la existencia y el dolor, en un lenguaje plástico cuya belleza y extrema economía formal se asemejan a la de un buen poema, no es un logro menor en tiempos de sobresaturación informativa que deja gusto a poco. A la inversa, Chacal transmite sensaciones intensas dejando ver lo mínimo.

"Desde la piel hacia adentro, preguntas", sintetizó el autor. El título de la muestra, Inside, significa en inglés "adentro de", o "en el interior de", término aplicable en este caso tanto a un cuerpo como quizás también a una corporación, a la institución, aunque este segundo tipo de ideas es poco probable que se haya cruzado por la mente de este íntegro y autosuficiente artista.

Hijo de un violinista y una cantante de ópera, exiliado en Brasil durante la dictadura, apodado Chacal no por ninguna ferocidad sino más bien en una línea de asociaciones con "El lobo estepario" (protagonista y título de una novela existencialista de Hermann Hesse que representa al solitario desarraigado de la segunda posguerra, y que fue casi una contraseña entre la juventud que intentaba sobrevivir a la última dictadura en Argentina), Aldo Ciccione nació en Rosario en 1950. En una entrevista grabada en video por el investigador del arte local Arnoldo Gualino, se recordó de niño viendo dibujar a su padre y escuchándolo hablar sobre el oficio. También habló de su interés por la figura humana como representación del cuerpo y de la seriedad con que la estudia desde los 40 años.

En estos nuevos dibujos, da un giro sorprendente sobre el tema, volviéndose sobre el lado oculto de la piel y explorando las sensaciones nerviosas de las vísceras; es asombroso cómo logra comunicar el dolor físico, en un registro donde lo físico y lo psíquico integran una misma experiencia. A diferencia de sus trabajos inmediatamente anteriores, las formas son más bien abstractas, si bien biomórficas, lo que las emparienta con sus búsquedas estéticas de los años '80. El motivo de la tortura se hace presente y este crimen imprescriptible es denunciado en una pieza central que se despliega como friso de una alegoría infernal, alrededor de un irónico cielo pintado y prístino. La obra trae el recuerdo de otra que a su vez trae el recuerdo de otra. En su exposición de 2011 en el CCRF Chacal dibujó una escena posible dentro de un centro clandestino de detención de la dictadura, inspirada en testimonios de un horror que no tuvo otro registro, por lo cual el dibujo obra como testimonio y no sólo como ficción o fantasía. Opera en aquel dibujo, y también en éstos, algo de lo vinculante entre lo real y su representación. Algo parecido sucedía con el realismo del siglo XIX, como el de Gèricault y su "Balsa de la Medusa", donde el pintor cubría el rol de cronista.

El título de la muestra significa "adentro

de", término aplicable tanto a un cuerpo

como quizás también a una corporación. 

Sin embargo, el lenguaje de Chacal es bien contemporáneo. Además de permitirse intervenir el plano con objetos reales, él hace un buen uso de su virtuosismo educado en el claroscuro neoclásico para jugar astutamente con la superficie del papel, interviniendo con la "sublime música" del "chiqui chiqui chiqui del lápiz" solamente en ciertos puntos clave de la composición donde inventa pliegues, que de esta manera sugieren una volumetría imaginaria en lo realmente liso. Cada toque bello y preciso transforma así la hoja en blanco en algo corpóreo, humano, tenso, de piel u otros tejidos, dando a vivenciar un cuerpo herido (o sus tripas) con aquella sensibilidad que Herbert Read calificó de "háptica" y que en neurología se conoce como "propioceptiva". Y que filosóficamente es existencialista, sin duda.

De lo poco que suele contar Chacal sobre su vida, se infiere una tensión entre la idea del arte como trabajo (trabajó en la agencia de publicidad Gamma, donde también laburó Fontanarrosa) y la del arte como destino; dialéctica que halla su síntesis en un compromiso con el arte, una dedicación a su obra a tiempo completo. Magro premio aún, el Museo Castagnino incluyó recientemente obras suyas en la muestra colectiva y panorama generacional "Aquellos bárbaros". A sus casi 70, es de esperar que continúen los demorados reconocimientos.