"Mar es una obra muy especial para nosotros. En lo personal, es una obra muy querida porque hemos trabajado con un director y dramaturgo al que siempre admiré mucho, Arístides Vargas, y con el cual siempre he tenido deseos de trabajar. Con Mar se dio la ocasión de hacer una obra juntos, y para mí fue muy grato trabajar tanto con él, dramaturgo y director, como con Charo Francés, la directora de actores", le explica la actriz brasileña Alice Guimaraes a Rosario/12.

Mar es una producción de la agrupación boliviana Teatro de los Andes, y se presentará hoy a las 21 en el Teatro del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río). Interpretada por Guimaraes, junto a Gonzalo Callejas y Freddy Chipana, la obra indaga en la historia de tres hermanos que deciden cumplir el último deseo de su madre: conocer el mar. A la vez, Mar es expresión estética sobre las consecuencias sufridas por Bolivia tras la Guerra del Pacífico -entre 1879 y 1883-, cuando el país fuera invadido por Chile y perdiera su acceso marítimo.

Representada tanto dentro como fuera de Latinoamérica, Mar significa la segunda colaboración de Teatro de los Andes -fundado por César Brie en 1991, ahora retirado del grupo- con un director invitado; en este caso, el argentino Arístides Vargas -exiliado en Ecuador en 1975, por las persecuciones de la Triple A-. "Como actriz, la obra es todo un reto, porque nos hemos enfrentado a otro tipo de relación con el trabajo de actores, hemos hecho un viaje en un estilo diferente. Fue también la oportunidad de volver un poco a mis orígenes, cuando hacía teatro en Brasil. Volver a una construcción de personajes, a algo más parecido a la formación que he tenido. Fue bonito retomar ese estilo de trabajo", señala Guimaraes.

En otro orden, la actriz destaca la "belleza" de la obra, porque "está estéticamente muy elaborada. Tiene un clima de ensueño, y está hecha dentro de la estructura de un cuento maravilloso. Es una obra que uno disfruta mucho de hacer. Además, el tema es muy fuerte para Bolivia, pero también por fuera de Bolivia. Aun cuando nosotros hablamos del tema de la pérdida y la ausencia del mar, también hay una lectura metafórica, y es la búsqueda de un mar propio, personal. ¿Qué es ese mar que yo también perdí y quiero recuperar? Esta pregunta hace que la obra tenga un carácter universal".

"Hemos estrenado esta obra en Chile. Al final, varias personas se levantaron a gritar 'Mar para Bolivia'". Eran chilenos.

--¿Cómo fue el proceso de trabajo?

--En Teatro de los Andes siempre hemos trabajado de manera colectiva, también con la presencia del director, quien para nosotros es uno más durante el proceso creativo. Hemos trabajado un proceso complicado, fragmentado, porque tanto Arístides como nosotros vivimos de nuestro trabajo, tenemos muchos viajes y los tiempos son cortos. Nos hemos reunido en dos períodos muy intensivos, trabajando durante 8 o 9 horas diarias, y en los períodos intermedios trabajábamos por nuestra cuenta. Cuando llegaba Arístides para continuar el trabajo, nosotros ya teníamos propuestas desde nuestra perspectiva. También Arístides ha tenido la sensibilidad de percibir qué era lo que nosotros estábamos proponiendo, para tratar de hacer una puesta en escena acorde. También agregando retos que fueron bonitos para nosotros. Hubo una búsqueda personal de parte de cada uno. Luego, el trabajo de Charo Francés fue realmente de una elaboración profunda de los personajes. Los tres actores tenemos cada uno un personaje que va del inicio al final de la obra, pero hay pequeños personajes que aparecen en flash, con una característica muy distinta. Tuvimos que pasar de un lenguaje a otro, de un momento a otro, para luego volver al personaje que tiene el hilo conductor. Fue un trabajo bien delicado, bien fino, de elaboración y de precisión a la hora de representar. (En Mar, los hermanos cargan a su madre moribunda atada a una puerta. Cuando golpean la puerta, ésta se abre para que aparezcan otros personajes).

--En cuanto al público, ¿con qué reacciones se encontraron?

--En un principio, teníamos un poco de temor de que la obra se quedara cerrada a una cosa boliviana, por así decir, aun cuando no es una reconstrucción histórica. Nosotros no hablamos de la guerra del Pacífico, hacemos una referencia. Lo que hablamos es más de ese imaginario, de ese sentimiento que tiene el pueblo boliviano en relación a ese mar, a ese sentimiento de ausencia-presencia. Para mí, como brasilera, era raro. Para mí el mar siempre estuvo y existió. Mi compañero de grupo que es también mi compañero de vida, ha visto el mar por primera vez a los 18 años, algo para mí rarísimo. ¿Cómo ve uno el mar por primera vez? Yo no sé cuándo lo vi, siempre estuvo. Por otro lado, al recuperar el mar, ¿qué pasará? Hay algo personal, una cierta ilusión, una cierta fantasía en relación a ese mar perdido que quiere ser recuperado. En la obra hay diferentes niveles de comprensión. Nosotros hemos llevado esta obra fuera de Bolivia y de América Latina, a Europa, a Bélgica, a Italia, y la gente tiene justamente esta lectura, la de la metáfora. La búsqueda de algo que no conozco pero que lo necesito y que de alguna manera está presente en mí. Por otro lado, aparece la cuestión marítima de Bolivia con Chile. Hemos estrenado esta obra en Santiago de Chile, en el Festival Santiago a Mil. Durante el final de una de las últimas funciones, varias personas empezaron a levantarse y a gritar "¡Mar para Bolivia!". Y eran chilenos. Al hablar con personas luego de la obra, nos decían que entendían esa perspectiva, desde el sentimiento de un pueblo, más allá de la política y de las cuestiones diplomáticas. La cuestión del sentimiento de la gente, eso también ha sido bonito de percibir.