"Las balas que tiene el gobierno no le alcanzan para defenderse si hay huída". La descripción, hecha por un analista de confianza de este diario al cerrar la jornada financiera, le calza al talle al desarrollo del mercado financiero y cambiario a lo largo del día. El dólar y el riesgo país habían arrancado el día a la baja, reflejando la intervención oficial al cierre de las operaciones del jueves para aplacar los resultados de la corrida. Pero el alivio apenas le duró una hora al gobierno. Antes del mediodía ya se había revertido la tendencia y hacia la tarde el propio Banco Central debió convalidar la suba del dólar, adjudicando en la segunda licitación del día 30 millones de dólares en el mercado mayorista a 45,75 pesos por unidad, un peso con 75 centavos por encima del precio de apertura del día. Otro tanto sucedió con las Leliq, que en su segunda subasta ofreció una retribución promedio del 72,65 por ciento. Pero ni así logró que los bancos renovaran los vencimientos: el saldo negativo (retiro neto) fue de 63 mil millones de pesos, acumulando unos 150 mil millones de pesos en la semana. Con todo ese impulso dado por los grandes operadores, la cotización del dólar minorista tomó nuevo impulso y cerró a un valor récord: el último valor en pizarra del Banco Nación fue 46,80 pesos, es decir 3 por ciento por sobre el valor de 45,40 con el que arrancó la jornada. El promedio en los bancos de la city se ubicó en 46,90 pesos.

 Sin la histeria del día de jueves, la plaza financiera y cambiaria absorbió con más naturalidad la trepada del dólar y las tasas, mientras que las operaciones bursátiles aparentaban recuperar cierta calma con la reversión a medias de las caídas del día anterior (ver comentario en nota aparte). "Ahora el mercado está estable, hasta el nuevo quiebre", señaló el analista consultado dando cuenta de la fragilidad de la tregua. Ni las compras de títulos atribuidas al fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses, ni las ventas de dólares de bancos públicos tienen la capacidad de hacer frente a una huida masiva de capitales como la que se observa, además con una velocidad inusitada y sostenida por comentarios y artículos en diarios económicos internacionales que no hacen otra cosa que anticipar la debacle financiera del país.