Cuando vivía en el seminario franciscano de Moreno (Buenos Aires) Fray Carlos de Dios Murias talló y pintó este crucifijo que firmó con sus iniciales. Poco antes de partir hacia La Rioja donde fue asesinado en 1976, en señal de amistad le regaló este “Cristo sufriente” a Roberto Fragomeno, por entonces su compañero y quien aún hoy lo conserva en Costa Rica, país al que emigró y en el que reside actualmente.