Según el propio Alfredo Zaiat, su propuesta podía parecer “un plan masoquista”. La idea de hablar sobre la crisis económica que atraviesa la Argentina, de escarbar en sus orígenes y avizorar sus consecuencias, no parecía a primera vista una idea seductora para un domingo a la tarde. Sin embargo, el stand del Grupo Octubre, en el que se llevaba adelante la charla, estaba colmado. Algunas personas incluso lo escuchaban sentadas en un pasillo lateral. “Siempre trato de descubrir qué fue lo que motivó una crisis, qué la genera”, comenzó el periodista y economista. “La comprensión sola no puede transformar la realidad, pero permite que no me engañen. De alguna forma, esa comprensión me resulta aliviadora”.

En ese primer punto parecía esconderse lo que motivaba a los asistentes a seguirlo con una atención en la que se mezclaban el desconcierto y la indignación ante la situación económica del país. En un horario donde la oferta en la 45° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires era bastante alta --en ese mismo momento, un poco más allá, hablaban Horacio González, Martín Kohan o Tute--, lo que parecían buscar aquellos que escuchaban a Zaiat era un poco de alivio. “El pecado original, lo que generó que la economía argentina se desmoronara por completo en apenas tres años, está en las primeras medidas que tomó este gobierno. Ahí está el origen de la crisis, no hay que buscar en ningún otro lado”, explicaba. “La desregulación del mercado cambiario --liberando la compra de dólares--, la libre circulación de capitales especulativos, la eliminación de las retenciones. Ese es el origen de esta crisis”.

A partir de ese momento, Zaiat se dedicó a ordenar con paciencia las fichas de un rompecabezas económico que, desde su mirada, es en realidad político. “Hay que romper con el paradigma economicista. La economía no se trata de tasas de intereses, sino de proyectos políticos que deciden sobre la distribución de la riqueza”. El origen ya no estaba entonces en cientos de encriptadas variables técnicas, sino en aquellas diatribas contra el “cepo” que se convirtieron en la punta de lanza de la campaña de Cambiemos. “Macri se instaló diciendo que venía a liberar a todo un sector de la sociedad, a ese sector que creía que esto era una dictadura porque no se podía comprar dólares. En Argentina desde siempre hay una escasez relativa de divisas: esto significa que no hay dólares para todos. Sin ninguna regulación, sin una administración de esos dólares, lo que hizo fue profundizar la fuga de capitales y el endeudamiento”.

Luego de caracterizar a los principales sujetos económicos que demandan dólares --las empresas multinacionales, los importadores, el Estado nacional, los ahorristas--, la mirada de Zaiat se desvió hacia la esfera cultural. “Estamos en un país donde se piensa en dólares. Tenemos una economía bimonetaria. Al liberar los mercados, desaparecieron los dólares de los que todos esos actores se pensaban propietarios”, continuó el economista, para quien la explosión de la actual crisis económica de Argentina se produjo hace un año, cuando se cercenó la capacidad de endeudamiento del país. “Los primeros dos años del gobierno de Macri se sostuvieron a base de contraer deuda externa. Una vez que eso se terminó, porque ya no confiaban en la capacidad del país para devolver el dinero, se abrió el terreno incierto de la crisis. Hoy estamos parados en ese punto. Podemos observar cómo ocurrió, pero no sabemos cómo va a terminar”.

En ese momento de la charla, el foco pasó a estar puesto sobre el Fondo Monetario Internacional (FMI). “La decisión de Macri de negociar con el FMI es una herencia aún más pesada que el solo endeudamiento. El FMI pasa a tener injerencia en el diseño de las políticas económicas del país, se define un ajuste permanente. Entonces tenemos la reforma previsional, la reforma tributaria, las privatizaciones”, esgrimía Zaiat ante un público que entre murmullos aseguraba que otra vez estaba viendo una misma película, cuyo desenlace sería el mismo que atravesó el país en 2001. “Con el FMI no hay quita de capitales, a lo sumo una reestructuración en el pago de los intereses de la deuda. Uno no negocia con un ente abstracto. El FMI es Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Holanda, las potencias que lo controlan. En realidad son los Estados Unidos, el único país que tiene poder de veto ahí dentro. Debería ser indignante que un ministro de Economía, de un país soberano, tenga que mendigarle al FMI para poder vender un poco más o menos de dólares. Eso es lo que ocurrió esta semana con el nuestro”.

Cuando la charla llegaba a su cierre, la crisis económica dejaba sus rastros en ese pequeño universo que, a través de una gran capacidad didáctica, había abierto Zaiat. La dificultad de sobrellevarla y comprenderla, hacía que algunos presentes se suman en el silencio, y otros en la ironía. En una de las mesas, un hombre aseguraba, casi como una descarga instintiva: “Yo no voy a estar vivo para terminar de pagar la deuda, así que voy a empezar a gastar a cuenta”. Así se mezclaban, una vez más, el desconcierto y la indignación. En ese momento se abrieron las preguntas al público, que indagaron sobre cómo podría ser el escenario en caso de que en las próximas elecciones triunfe un gobierno “nacional y popular”. Zaiat aseguró que la única salida estaba en fortalecer la moneda y el mercado interno, que la devaluación para ser más “competitivos” nunca fue una solución. A eso debería sumarse, según su mirada, una alianza estratégica con potencias económicas como Rusia o China. “En caso de que las elecciones den por ganador a otro gobierno neoliberal como el que tenemos --finalizó--, lo único que continuará es la lógica del ajuste permanente exigido por el FMI. Esa deuda que tomaron es la verdadera pesada herencia”.