Con la excusa del festejo por las tres décadas del programa, el presentador inició una nueva temporada de su ciclo. La autoreferencia y la nostalgia fueron el foco del contenido que durante el año incluirá cambios en su formato. Hubo escasas referencias a las intenciones políticas del conductor.

Con el inicio de cada nueva temporada de Showmatch opera sobre el televidente la misma maldición que recaía sobre Bill Murray en El día de la marmota. Esa repetición de acciones, personajes, gags, escenarios y canciones que pueden ser un karma, encerrona y mutación al mismo tiempo. Porque la primera emisión de este 2019 vino con un añadido: su conductor no sólo operó como gran maestro de operaciones sino que a él mismo le cupo bastante el rol del protagonista de Hechizo de Tiempo. Esta vez el foco de la apertura fue el propio ciclo que comenzó a emitirse en marzo de 1990 por Telefé con otro nombre. Es tan cierto que el conductor ha sido el verdadero pivot y sostén del programa más influyente de los últimos seis lustros de la pantalla chica como que en la noche de ayer sacó partido de la autoreferencia.

A las 22,30, entonces, la pantalla de El Trece le dio lugar al nuevo Showmatch. Al igual que en otros años hubo una fastuosa concatenación de segmentos que no se verán en el resto del año, pegoteados con un criterio artístico tipo vale todo, con la deferencia de que esta vez la retromanía sirvió de hilo durante las dos horas de la emisión. El repaso tipo Frankenstein tuvo bailes, videos institucionales de la productora Laflia, momentos familiares, desfile de artistas, sketches humorísticos de antaño, un brevísimo chicaneo con Adrián Suar, pogo testosterona, emociones palpables por parte del presentador y hasta un “In Memoriam”.

El puntapié fue el picadito cinematográfico con doblajes (A Hard Day’s Night, Rambo, Rapsodia Bohemia y Los Intocables), excusa para referirse a Gustavo Lutteral, los cambios de formato y a la vez que Chilavert no puedo atajar ni uno de los tiros en “La máquina de los penales”. Acto seguido, los sub 25 Sofi Morandi y Julián Serrano -últimos campeones del certamen de baile- abrieron la pista. El largo segmento musical incluyó temas y estética al estilo Ritmo de la Noche, coreografías, mapping y unos pocos invitados como la bailarina de tango Mora Godoy. Son tiempos de vacas flacas para la TV de aire y ya no se palpa ese derroche de temporadas atrás. Quizá mucho más fuerte, simple y a compás de este presente fue la pieza que incluyó a 16 mujeres (Patricia Sosa, Rocío Quiroz, Roxana Carabajal, Lucía Galán, Celeste Carballo, Adriana Varela y la propia hija de Tinelli, entre otras) interpretando las distintas canciones que en modo replay acompañaron cada temporada del ciclo. “Hay cambios culturales que son buenísimos y llegaron para quedarse. Quiero agradecerles a todas las mujeres, que son las protagonistas de estos cambios”, diría luego Tinelli ¿en proceso de deconstrucción? Que esa frase se entremezclara con toda su larguísima troupe masculina en tónica de fiesta de 15 es una demostración más de ese desglose imposible que sólo puede lograr el productor y showman. Bobby Goma, Lanchita Bissio, Jorge Corona, Cocho López, entre otros, aparecieron en el estudio tocando una fibra claramente entre melancólica y risueña. Con el conductor en el piso hubo lugar para un agradecimiento XL y ya cerca de la medianoche vinieron recreaciones de los sketches noventosos como “Deportes en el Recuerdo”, “El Insoportable” y los “Tack See Boys”.

Si Showmatch se ha convertido en un generador de memes es por la propia capacidad del “muchacho de Bolívar”, como se presentó Tinelli, de reformarse tantas veces como sea necesario. Aunque, también es cierto, que desde hace un buen tiempo el programa parece correr a las nuevas costumbres en vez de moldearlas. El rating tuvo un pico de 22.4, un poco más bajo que el del año pasado y casi la mitad del que consiguió hace una década, lo cual habla a las claras de una televisión que ya no moldea hábitos como antaño. (Vale la siguiente disgregación: el revival televisivo también afloró en la pantalla de América con una entrevista a Pergolini a cargo de Jorge Rial casi en simultáneo con la vuelta de Showmatch). Debe reconocérsele a Tinelli, sin embargo, ya no la capacidad de hacer un éxito en TV abierta, ni siquiera el poder de generar programas satélites a su alrededor, sino el mérito de forjar al menos, y una vez al año, un acontecimiento “en vivo y en directo” en el que los televidentes parecen mancomunados. Ya sea como entretenimiento real, acompañamiento familiar o el consumo irónico tan afín a las redes sociales.

Que en realidad sea la versión número vigésimo novena del mismo (en 2013 no salió al aire) poco importa. Como ningún otro evento de la TV (¿mundial?), el ciclo se hizo y deshizo a conveniencia, y en su versión 2019 los días lunes y martes se emitirá el “Súper Bailando”, mientras que los jueves y viernes cambiará el foco y formato recorriendo el país con el formato “Genios de la Argentina”, aunque esto se verá en los próximos días. Tampoco hubo demasiadas referencias a la coyuntura. Había expectativa por las demostraciones públicas de Tinelli de lanzarse a la arena política. El “parador” del que supieron temer y ansiar políticos ayer mostró una bandera calma y por brevísimos instantes la cambió a picada. Tinelli claramente evitó la confrontación y dijo que “en momentos como este es cuando Showmatch puede ser más útil, cuando valorás al que te saca una sonrisa”. Dicho de otro modo, había más chances de una aparición del enano Gula Gula que de Rodolfo Lavagna. Pequeña corrección: una versión del ex ministro de Economía apareció personificado como árbitro en un sketch de “Deportes en el Recuerdo” con los hermanos Democrati, con Cristino y Mauricio de por lado.

 

La primera emisión de Showmatch 2019, entonces, se valió de un dejavú mediático que esconde la inversión de la máxima gatopardista. Aquí nada parece cambiar aunque todo lo haga un poco. Incluso su máxima figura.