Se llama Candelaria Cabrera, tiene 8 años y mide poco más de un metro. Cande es la niña que está a punto de patear al arco, con una manada de jugadoras detrás, en la última escena de la flamante publicidad de la marca Nike Argentina, donde el fútbol femenino y las dificultades que enfrentan las mujeres para jugarlo son protagonistas, por primera vez en la historia de la marca en el país, como parte de su campaña global “Dream Crazi, just do it” (Soñá locuras y realizalas).

A partir de su lucha y de su pasión por el fútbol, esta pequeña que vive en la localidad santafesina de Casilda marcó un antes y un después en las ligas infantiles: consiguió, acompañada de su familia, que el tema se discutiera y puedan ser mixtas hasta los 12 años. Su historia se viralizó hace unos meses y generó apoyo en cadena. Primero, logró que la Liga Casildense resolviera en asamblea y por unanimidad que abrieran un departamento de fútbol femenino y que a Cande la ficharan como jugadora. Su caso puso en primer plano lo que les viene pasando a muchas otras nenas: que no pueden competir y se van quedando sin equipo a medida que dejan la niñez. 

En 2017 se viralizó en redes la pelea de Juana con el hashtag #DejenJugarAJuana. Tenía en ese entonces 11 años y se destacaba con la camiseta N° 10 en su equipo infantil del Club Mercedes, pero la Liga Mercedina le había notificado que no podían aceptarla para competir en el torneo porque el Consejo Federal de la AFA les había dicho que el reglamento no permitía un plantel mixto. Juana al final se tuvo que ir del club de su ciudad, en la provincia de Buenos Aires, dejar su grupo de amigos del fútbol, para entrenar en River. Las historias de Cande y de Juana se repiten en distintos puntos del país. El machismo en Argentina, que mantuvo históricamente el fútbol como coto masculino, les fue poniendo obstáculos, para sacarlas de las canchas. O ni siquiera pensar que podían entrar. Hoy la historia está cambiando. El feminismo también está entrando en los clubes de fútbol. Y llegó para quedarse.