Las pujas de poder están a la orden del día en Newell's y la contratación de un entrenador vuelve a enfrentar a los dos sectores claramente diferenciados: el presidente Eduardo Bermúdez, quien no duda en apostar por la vuelta de Diego Osella, y el vicepresidente segundo Cristian D'Amico, dispuesto a conceder las riendas del primer equipo a Gabriel Heinze. La confrontación está latente en el parque Independencia desde que la Comisión Directiva se impuso en las elecciones de 2016, situación que sin dudas entrega por estos días más réditos al proyecto que quiere imponer Bermúdez que al de D'Amico, a pesar que en el parque todos sueñan con la vuelta del Gringo.

A la hora de traer entrenadores, Bermúdez recuperó el protagonismo que no asume en Newell's. Con Osella y Juan Manuel Llop hizo lo que quiso. Con el primero trajo mayoría de refuerzos de Olimpo de Bahía Blanca, con el segundo se apoyó en los negocios del representante de jugadores Carlos Granero, quien era a su vez el representante del Chocho. Y ahora Bermúdez no quiere que el sucesor de Héctor Bidoglio sea Heinze, o al menos muy poco hace para intentar seducir al actual entrenador de Vélez. Su apuesta es por Osella. "Heinze tiene carácter fuerte, dice las cosas en la cara y no duda en enfrentar a los directivos si no le cumplen lo prometido. Ese tipo de entrenadores no le gusta a Bermúdez, el presidente quiere alguien dócil, que no lo exponga", explicó un colaborador de la dirigencia leprosa.

"D'Amico es consciente de que si se vuelven a equivocar el club se va a

la B", reconoció un asistente de la dirigencia a este diario.

D'Amico, por el contrario, se enfrenta a Bermúdez por el control del club. La pelea de fondo la ganó el vicepresidente, pero a la hora del fútbol profesional y la toma de decisiones relevantes, Bermúdez recupera su lugar de mando, incluso a pesar de su inexistente participación en la gestión diaria de la institución. "D'Amico es consciente de que si se vuelven a equivocar el club se va a la B", reconoció un asistente de la dirigencia. Con ese razonamiento es que el vicepresidente sostiene la esperanza de poder traer a Heinze. Pero la falta credibilidad de la dirigencia mantiene muy bajas las expectativas y por eso el directivo hizo saber que se necesita "un millón y medio de dólares" para traer a un técnico de prestigio, sugiriendo así que si Heinze no acepta venir será por falta de acuerdo económico. Pero un allegado al entrenador de Vélez le confió a este diario "que lo económico no influirá en la decisión del Gringo". "Heinze volvió a Newell's para jugar sin cobrar, menos a ahora pondrá condiciones económicas. Sus exigencias son de otro orden", afirmó.

Mañana Vélez jugará la vuelta de los cuartos de final de la Copa de la Superliga ante Boca. De ser eliminado el equipo de Liniers, en Newell's harán un tímido intento por Heinze. Y si el Gringo no se entusiasma, el fútbol de Newell's volverá a quedar en manos de Bermúdez.