“Las fuerzas económicas que reducen la inflación están en marcha”. Así empezó este miércoles su conferencia de prensa el presidente del Banco Central Guido Sandleris. El funcionario celebró que la inflación de abril fuera del 3,4 por ciento para asegurar que el equilibrio fiscal, el tipo de cambio competitivo y los precios relativos sin distorsiones garantizan un proceso de desaceleración inflacionaria en forma sostenida. Las declaraciones resultan insólitas para aquel que sigue de cerca la gestión desde octubre del año pasado. El Central hace ocho meses que repite el mismo discurso sin éxito. La inflación era 46 por ciento interanual cuando se lanzó el plan de emisión cero. Ahora alcanzó un pico del 56 por ciento. 

El titular de la autoridad monetaria presentó en su discurso una economía paralela. Planteó que el tipo de cambio se mantuvo estable desde el tercer trimestre del año pasado y que la suba de la divisa fue de 8 por ciento (pasó de 41,50 pesos a fines de septiembre a 45,00 pesos ahora). Estos números no dicen nada de la situación del mercado interno. La realidad se encarga de refutarlos. El Central en los últimos meses modificó en más de tres oportunidades su estrategia monetaria y cambiaria. Eliminó la zona de no intervención e incluso necesitó convencer al Fondo Monetario Internacional de tener autorización para poder vender divisas en la plaza cambiaria. 

La volatilidad de la divisa este año fue realmente elevada. En los mercados de futuros se llegaron a operar para finales de 2019 a un valor superior a los 60 pesos y la tasa de interés que a principio de este año había bajado a 43 por ciento volvió a tocar un pico de casi 74 por ciento anual. Estos rendimientos en pesos vuelven inviable la producción y el consumo del mercado interno. Pero el presidente del Central se encargó de justificar la importancia de las tasas de interés elevadas. Mencionó que en los últimos 8 meses se mantuvo para los ahorristas un rendimiento real positivo. Se trata de la primera vez en 15 años que ocurre esta situación. “Debería ser la norma y no la excepción porque colabora en la estabilidad de la economía. Lo importante es que el ahorrista la gane a la inflación para fomentar las inversiones en pesos”, aseguró. 

Las declaraciones de Sandleris parecen una broma de mal gusto. La Argentina se mueve con tasas elevadísimas y no consigue frenar las presiones cambiarias ni controlar el proceso inflacionario. Los bancos están obteniendo ganancias extraordinarias con el negocio de las Leliq pero los inversores dudan cada vez más de la sustentabilidad de esta deuda de corto plazo. Sandleris habla de un esquema macroeconómico ordenado que permitiría resolver el problema de precios de una vez por todas, mientras los consultores oficialistas y opositores coinciden que la estrategia macro del equipo económico sólo apunta a no explotar antes de octubre. 

El Central celebró como un éxito su gestión en los últimos meses y aseguró que todo lo conseguido fue en un contexto internacional difícil. “El conflicto comercial entre Estados Unidos y China genera desafíos para las monedas emergentes”, dijo Sandleris. Aseguró también que la incertidumbre electoral de este año es otro fenómeno local que provoca tensiones. “Vamos a seguir trabajando para bajar la inflación. Elegimos avanzar en una política de fijar agregados monetarios en lugar de las metas de inflación porque no tenemos ancladas las expectativas y la prioridad es que se reduzca la volatilidad del tipo de cambio”. El funcionario aseguró que la entidad no adelantará su estrategia de intervención cambiaria y evitó referirse a la caída de casi 10 mil millones de dólares de las reservas en el último mes.