Su rostro lo decía todo. Acababa de eliminar a Rafael Nadal, en Madrid, ante su gente y sobre polvo de ladrillo. Con 20 años se daba el gusto de derrotar al español en uno de sus propios reductos, uno de los lugares que lo ayudaron a edificar su leyenda en canchas lentas. Stefanos Tsitsipas volvía a sacudir los cimientos del circuito y se metía en su segunda final de Masters 1000. Novak Djokovic, sin embargo, le ponía un freno al sorprendente griego y rescataba a la vieja guardia, una hegemonía que comienza a crujir cada día un poco más frente a la presión de los Next Gen.

Las nuevas generaciones empiezan a pisar tierra más sólida ante la supremacía de tres hombres que desafiaron las leyes del deporte y expandieron un predominio que lleva más de una década y media. Inició con Roger Federer, el encargado de tomar la batuta del circuito en tiempos de transición post rivalidad Sampras-Agassi; continuó con la aparición de Nadal, un monstruo competitivo que emergió como la antinomia perfecta para discutir el trono con el suizo; y terminó de conformarse con Djokovic, un animal destinado a tomar su propio lugar en los anales del tenis. Acaso el británico Andy Murray fue el único que pudo arrebatar un trozo importante de gloria en plena dinastía de los tres grandes y hasta forzó para que la orquesta se convirtiera en cuarteto.

Pero en ese grupo, pese a los engaños, nunca hubo lugar para cuatro. Tampoco lo hubo para el resto de los aspirantes. Wawrinka, Del Potro y Cilic, por caso, lograron conquistas de calibre y supieron ganarles con cierta regularidad pero jamás encontraron la consistencia necesaria para desbancarlos. No obstante, los dueños de la era dorada contemporánea construyeron un imperio que, por más indestructible que parezca, empieza a exhibir algunas grietas a manos de la nueva generación.

Después de la aparición de Nick Kyrgios, el primer eslabón de la Next Gen, surgió Alexander Zverev, el Principito llamado a convertirse tarde o temprano en rey. Líder indiscutido entre los más jóvenes del tour, el alemán floreció sin dudas como la amenaza principal para el Big 3: llegó a meterse número tres del mundo, alzó tres trofeos de Masters 1000 y se probó la corona en el último Torneo de Maestros de Londres, donde generó el gran cimbronazo y venció a dos de los máximos campeones como Federer y Djokovic de forma sucesiva. Aquél parecía ser el primer paso hacia la irrupción definitiva y al cambio de mando luego de varias alarmas. Pero los grandes siguen sin caer y, además, se sostienen en un último gran bastión.

Las tres leyendas de la época sufrieron un total de 24 derrotas totales frente a jugadores nacidos desde el año 1995. De todas esas caídas, sin embargo, apenas tres fueron en torneos de Grand Slam. Kyrgios fue el encargado de provocar el primer gran golpe generacional en Wimbledon 2014, cuando eliminó a Nadal en los octavos de final; el coreano Hyeon Chung hizo lo propio ante Djokovic en Australia 2018; y el propio Tsitsipas le cortó una racha de 17 éxitos en fila a Federer en Melbourne, donde había ganado los últimos dos títulos.

Dueño de una mentalidad volátil pero capaz de ganarles a los mejores, el irreverente Kyrgios es quien más victorias consiguió en el rubro: doblegó tres veces a Nadal, dos a Djokovic y una a Federer. Detrás suyo aparecen Zverev (5), el croata Borna Coric (4) y Tsitsipas (3). De todos ellos, sólo el australiano y el griego pudieron derrotar a los tres.

Un escalón por debajo figuran varios jóvenes con una victoria cada uno. El ruso Karen Khachanov conquistó el Masters de París en 2018 tras vencer a Djokovic, algo que también lograron su compatriota Daniil Medvedev, el británico Kyle Edmund y Chung; el canadiense Denis Shapovalov supo festejar contra Nadal en Montreal; y el australiano Thanasi Kokkinakis se dio el gusto de despedir a Federer el año pasado en Miami.

La generación del futuro presiona cada año un poco más, aunque el asedio todavía no llegó a presentarse con firmeza en las cuatro grandes citas. Federer, Nadal y Djokovic podrán perder partidos y hasta torneos contra los jóvenes, pero todas las semanas son candidatos y aún exhiben su poderío en los choques de largo plazo y al mejor de cinco sets. Como Tsitsipas en la Caja Mágica de la capital española, los Next Gen siguen sin consumar la transición generacional de forma concluyente. No obstante, cuentan con el mejor aliado: el tiempo.

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