Para Mark Hamill, en la actualidad lo más interesante de la producción audiovisual está pasando por la pantalla chica. “El negocio del entretenimiento cambia constantemente: hoy es distinto de ayer y de lo que será mañana”, asegura. “Cuando yo era chico había tres, cuatro, quizás cinco canales de aire, luego apareció el cable y hoy están las señales premium y los servicios de streaming; eso habilitó una enorme riqueza de material y propuestas”, considera. “Hay muchos más caminos para  mostrar un material distinto. Hace 30 años todo lo que no perteneciera a los grandes estudios, digamos que el material independiente, iba por otro carril más invisible. Hoy es más fácil encontrarles un lugar más allá del cine”, observa. “Esto resulta en que es más fácil que aparezcan series como Breaking Bad, Game of Thrones o hasta Knightfall”, analiza. “Me parece que vivimos una época grandiosa, con mucha más diversidad de criterio que antes”, se ilusiona. “Por ejemplo, yo no sabía que existía Knightfall hasta que no me lo propusieron, ¡hay tanto por ver! Ni siquiera tengo tiempo de ver todo lo que me interesa, pero lo cierto es que la serie me atrapó, sino no hubiera hecho el esfuerzo que significa alejarme de mi casa por cinco meses y todo el entrenamiento que tuve que atravesar”.

En última instancia, bien lejos de esa primera jornada de filmación en Túnez para La guerra de las galaxias, cuando lo ilusionaban las escenas que filmaría con Alec Guinness y la química con Harrison Ford y Carrie Fisher, ahora Hamill reconoce que necesita un empujón extra para aceptar un papel exigente. “Por ejemplo, cuando me ofrecieron ponerle voz a Chucky, el muñeco diabólico, acepté inmediatamente, ¡¿cómo no iba a querer ser Chucky?!  Pero para algo como Knightfall, necesitaba estar seguro que no me iba a estar repitiendo a mí mismo, y Talus me garantizó eso. No estaba seguro de querer alejarme tanto tiempo de casa y cuando puse la serie me convencí”.