La interrupción voluntaria del embarazo –así como otras cuestiones de la agenda feminista, como la prevención de las violencias y la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral– entra en un debate que pone a competir el abordaje de las pro- blemáticas de género y las de pobreza. 

¿Dónde se ubican los feminismos en este nuevo tablero? Hay quienes adornan sus cuentas de Twitter con corazones verdes y se indignan ante la posibilidad de que el debate por la IVE pase a un segundo plano, pero no se inmutan ante los ajustes en materia de ciencia y educación, o los aumentos en tarifas. En un contexto de altos índices de pobreza, desocupación y hambre, poner a competir agendas es una trampa. 

Las demandas del movimiento feminista no se agotan en la exigencia por el aborto legal, seguro y gratuito, sino que crecen al compás del ajuste que profundiza este go- bierno e incluye reclamos económicos y sociales. Existe una agenda propia, pero también hay otra transversal.

El Congreso, reconfigurado tras las elecciones, será un lugar clave para el debate que se volverá a impulsar para legalizar el aborto. La marea verde que sacudió al país durante el año pasado instaló la demanda por el aborto de una manera muy potente. Las construcciones y los armados políticos frente a las próximas elecciones no podrán eludir este reclamo. 

En Argentina este es un tema que toca sensibilidades. La pregunta por el posicionamiento de lxs candidatxs es inevitable, pero las plataformas evitan llevar la cuestión entre sus propuestas. ¿En qué clave pensamos esta reivindicación respecto de la precarización a la que nos empuja este go- bierno en otros planos? Sin una salud financiada por el Estado, el aborto legal sería solo beneficio exclusivo de una elite. Aborto en el hospital es una medida social: son las mujeres de los sectores populares las que mueren por abortos clandestinos. Victoria Freire, socióloga y referenta del Frente Patria Grande, sostuvo que “las demandas del feminismo popular no están aisladas del contexto en el que nos toca intervenir.” 

Nancy Fraser, intelectual feminista estadounidense, insta a vincular dos problemáticas políticas que las dirigencias suelen disociar: reconocimiento de la diferencia, y redistribución socioeconómica. El neoliberalismo necesita voluntarixs, como también un espacio feminista aislado con reivindicaciones puntuales que no se sumen a una cadena de demandas. Y ese es el feminismo liberal cómodo para el poder. 

Así, el aborto es una batalla en un contexto en el que el piso de derechos conquistados cayó al subsuelo. “El feminista menos pensado” nos dejó sin Ministerio de Salud. El próximo 23 de julio vencerá el plazo de las moratorias previsionales para amas de casa. Un retroceso más en materia de género que avanza sobre una medida que supo mejor que todas articular lo que Fraser conceptualiza como reconocimiento y redistribución. El proyecto por la IVE entiende al aborto como una problemática de clase que castiga a las mujeres más pobres, dejándolas a merced de la clandestinidad, el punitivismo, y la precariedad. 

El Poder Ejecutivo no define una ley sino el proceso parlamentario. Será imperioso revisar con lupa las listas de candidatxs a diputadxs y senadorxs y volver, una vez más, al poroteo. La izquierda aportó 3 votos para la ILE en 2018. El oficialismo aportó 46. El kirchnerismo 62. ¿Que implica construir poder? El año pasado, el debate se dio en el marco de un gobierno liderado por un presidente y una vice expresamente contrarios a la ley. 

Aun el marco de una economía hecha pedazos, sabemos que la verdaderas disputas detrás del aborto no son presupuestarias. Daniel Lipchak, médico especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Álvarez, sostiene que “En esos casos, el costo que implica el seguimiento del embarazo –en un 60 % no buscados–, la internación, el la- boratorio, las ecografías y las cesáreas, sería mucho menor si se practicara un aborto. Si el Estado produjera Misoprostol, la mayoría de los abortos podrían hacerse de forma ambulatoria y, por otro lado, la aspiración intrauterina se practicaría con anestesia local, material reutilizable, y sería ambulatoria también”. Los costos, entonces,  no son el tema de fondo, se trata de una disputa de sensibilidades y representaciones. Pero la potencia que cobró esta reivindicación no tiene vuelta atrás, la del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo es una demanda en que las feministas no pensamos claudicar. 

* Docente

** Socióloga