Cuando presentó su disco hace poco más de un mes, reveló en público algo que Sija hace de forma íntima, es decir, se mostró como si estuviera tocando en su casa. Su instrumento principal es el violín, pero quiere a todos sus instrumentos por igual, dice, y eso es lo que mostró cuando se presentó en Capital. “Tocar varios instrumentos al mismo tiempo es algo que me apasiona”. Estuvieron de invitadxs Marcelo Torres, que tocó con Spinetta y con Lito Vitale entre otros, Santiago Molina en flautas celtas mientras Sija, con un sintetizador generaba imágenes al tocar. “Esto también fue parte del show”, dijo mientras prometió que esta noche habrá más sorpresas cuando se presente con New York trío.

En cuanto le preguntamos cómo era la vida de adolescente bajo el influjo de la lunita tucumana, Manu Sija dice que lo que primero le viene al recuerdo es el olor pasto recién cortado que había en el campo, en verano, en Valderrama, provincia de Tucumán; el pueblo donde nació y que ya desde el nombre lo marcó con destino folklórico. “Los pájaros eran parte de ese sonido en mi infancia. Los álamos que están en el fondo de mi casa, que hacían ruido con el viento. Enfrente hay una ruta y también recuerdo el ruido de los autos pasando; es un sonido que ha estado siempre presente”. Los domingos, en su casa, mientras hacían el asado ponían folklore. Pero también había cumbia como música de fondo. Aprendió a tocar la guitarra con la samba “Luna tucumana”, de Atahualpa Yupanqui. Antes, cantaba Xuxa y los musicales de Chiquititas. Tuvo un montón de amores no correspondidos, sobre todo en su infancia. “Tuve un crash con un compañerito en jardín, imagínate… Eso no cuenta como amor pero… En la adolescencia, cuando no aceptaba mi sexualidad tuve una novia, que la quise mucho; y ella fue también para mí un tipo de amor.” 

¿Cómo viviste el pasaje del campo a la ciudad?

–Viví en el campo y después me fui de Valderrama a la capital de Tucumán, a los 16 años, para estudiar música. A mí me gusta mucho la ciudad porque es lo contrario de lo que yo he vivido siempre. Cuando ando de gira siempre me tiran más los lugares céntricos, me gustan más que los pueblos chicos. No fue difícil porque Tucumán es una provincia muy chica y tenía la posibilidad de volver seguido a la casa de mis viejos. No fue difícil porque tenía músicos conocidos y empecé a tocar con casi todos los artistas de Tucumán, hacer giras y de vivir la experiencia de ser un músico.

El tema de difusión, del nuevo disco, habla del trabajo. ¿Cómo fue tu experiencia laboral? 

–La música siempre ha estado presente en mi vida pero se convirtió en un trabajo a los 14 años cuando yo empecé a tocar profesionalmente y a ser músico sesionista de folklore. Desde ese momento, pasé por muchos grupos, tocaba con varias bandas a la vez. En Tucumán no había tantos violinistas que toquen folklore y tenía mucho trabajo como sesionista; y eso lo hice mucho tiempo. En un momento comencé a producir discos, de Jorge Rojas, del Chaqueño Palavecino. He grabado en muchos discos. Siempre he tenido mucho trabajo como músico y productor. Desde el 2015 empecé mi carrera como solista y dejé de acompañar a otros artistas.  No hago otras cosas que no están conectados con la música, mi vida entera gira alrededor de la música, los amigos siempre estuvieron ligados a ella.

ALTA PRODUCCIÓN

“Chango solo” es el nombre de su último disco donde Manu Sija toca todos los instrumentos en loop. Da para pensar que se trata de un músico al que le costaría trabajar en banda su obra, pero no es el caso. Sija tiene otro proyecto paralelo, se trata de un trío conformado por Guido Martínez en bajo y Juanjo Bravo en batería con el que grabaron un disco en vivo en el 2015. En noviembre del año pasado grabó en Nueva York con un trío al que le puso New York trío, con Franco Pinna en batería y Linda Oh en bajo y contrabajo, recomendada por Pat Metheny, dado que ella había formado parte de su banda. El disco salió este mes y hoy lo presenta en Martínez.

“Sí, me encanta tocar con otros músicos y tocar solo también. Son experiencias muy diferentes y la paso bien de las dos formas. Compartir con otros músicos y también la posibilidad de tocar solo. Al estar solo uno tiene la libertad más grande porque solo yo es el que se tiene que saber las canciones. Entonces, hay mucha más improvisación que cuando estoy con alguno de los tríos que tenemos que ensayar la forma de la canción. Siempre voy pasando cosas nuevas”. 

Y tocar solo en el escenario varios instrumentos, ¿cómo se dio?

–Yo siempre he sido multi instrumentista. Cuando empecé a armar mi estudio de grabación desarrollé más tocar varios instrumentos, me compré muchos más y aprendí a tocarlos. Después hice videos tocando todos los instrumentos y los subí a YouTube. Entonces, surgió la idea de hacer un show así. La primera vez fue en TedxRíodelaPlata 2016, ahí loopeé en vivo todos los instrumentos y comencé a cranear el disco “Chango solo” donde toco todos los instrumentos.

Teniendo en cuenta tu disidencia sexual, ¿considerás tu obra queer? 

–De las canciones mías hay muchas que fueron hechas para chicos pero no las grabé y no son tan explícitas. Una sí, la grabé en el Trio en vivo; se llama “Te extraño” y es un candombe. La compuse para un chico del que estaba enamorado, pero él era hétero y yo, en ese momento, tampoco me definía mucho. Es una canción de amor. Estoy componiendo pero todavía no he grabado y como no soy muy bueno con las letras estoy trabajando con un letrista.

¿En el folklore qué temas conocés que tengan una estética queer o un mensaje gay-lésbico, etc.?

–Me imagino que debe de haber muchísimas, miles, así como en el tango y en todos los estilos. Hay que buscarla, eso sí. Pero ya sabemos que el que busca encuentra.

¿Por qué saliste del closet?

–Antes, estaba muy negado con eso, pero cuando salí fue con todo, en mi entorno y con mi familia. Coincidió con la vuelta de un viaje que hice a Colombia; conocer otras culturas me abrió la cabeza. Me alejé del entorno de la música folclórica. Dejé de tocar en las bandas donde tocaba, de ir a festivales. Está bueno que uno pueda hablar, y que el contexto lo haga más fácil. Salir y decirlo a los cuatro vientos y hacer algo con eso es sentirse, finalmente, libre de lo que uno es y siente. Que cada uno pueda vivir su vida como realmente la siente.

¿Cómo lo tomaron los músicos con los que tocabas?

–Bueno, fijate que pasaron 5 años, pero es un mundo. En el 2013 no estaba todo como está todo hoy en día. Yo sentía lo de la broma constante. Siempre se burlaban, y no importa que no se burlaran de mi, ver cómo se burlan de otro es durísimo. Por ejemplo, recuerdo que había bailarines de folklore en una de las bandas donde yo tocaba; y uno era gay. Cuando él se iba los músicos se empezaban a burlar, a sus espaldas. Fue difícil. Cuando salí empecé a ver las cosas más claras y a abrirme a otras personas que no tenían nada que ver con ese entorno, el del folklore. Hay mucha gente machista en todas partes, pero, la verdad es que los artistas con los que yo trabajo y comparto cosas no son así. Yo puedo vivir mi sexualidad, ahora, de una forma plena, no tengo nada que ocultar con nadie y me siento libre. Por eso fue muy importante para mí decirlo, como para no tener que dar explicaciones a nadie. Mis amigos, los más allegados, siempre me han aceptado. Cuando les conté me dijeron, “Uy por fin”. Como se nota, y la gente que te quiere se da cuenta, están esperando que unx lo acepte del todo, y te dicen “buenísimo”.

 New York trío & Trio Aura, viernes 31 de mayo,  a las 21. Teatro Media Legua, Aristóbulo del Valle 185, Martínez