Las encuestas se mutiplican en el tablero electoral está con casilleros vacíos. ¿Habrá margen para alguna sorpresa? ¿Habrá Plan V en el oficialismo? ¿La oposición unificará su oferta electoral? A esta altura, la probable respuesta a esas tres preguntas es negativa. El escenario más factible es Macri yendo por la reelección enfrentando a la fórmula Fernández-Fernández y algún candidato de la “avenida del medio”.

En ese marco, la última reunión del Consejo Nacional del Partido Justicialista no pasó desapercibida. La foto del encuentro significó un fuerte espaldarazo a Cristina Fernández de Kirchner. La mayoría de la dirigencia justicialista, con excepción de algunos gobernadores importantes, se alineó detrás de la ex presidenta. Los que la rechazan argumentan diferentes cuestiones: techo electoral, causas judiciales, querellas personales.

Más allá de eso, el eje central de disputa es la orientación ideológica del Partido Justicialista. El dirigente que lo enuncia de manera más cristalina es Miguel Angel Pichetto. El senador plantea que “el peronismo nunca fue de izquierda” y debe ubicarse en el “centro nacional”. En esa línea, Pichetto acusó a Kicillof de haber sido un ministro malísimo con “una economía cerrada, de cepo, casi de corte prosoviético, con intervención y todas las pavadas que se le ocurrieron hacer en la economía que provocaron una parálisis fenomenal en el país”.

El economista Andrés Asiain sostiene que “es bastante paradójico que Pichetto pertenezca al Partido Justicialista y desconozca que dichas medidas fueron parte de la política económica implementada por Juan Domingo Perón durante sus tres gobiernos. La restricción de importaciones para el fomento de la industria nacional  y los controles cambiarios para priorizar el uso de las divisas en los objetivos de ese desarrollo conformó el ABC de la política económica peronista”.

La lucha ideológica siempre estuvo presente en la historia del peronismo. La célebre correspondencia del líder exiliado con su primer delegado personal, John William Cooke, es un muestra de ese intenso debate. El liderazgo indiscutido de Perón facilitó la conducción de ese colectivo heterogéneo. Él decía que “yo, que conduzco desde aquí, no estoy con nadie, ¡estoy con todos! Por esa razón no puedo estar con ningún bando o partido. Cuando se hacen dos bandos peronistas, yo hago el “Padre Eterno” los tengo que arreglar a los dos”. La muerte del líder complicó ese panorama. Desde entonces, los gobiernos peronistas combinaron variantes neoliberales (menemismo) y nacional-populares (kirchnerismo).

Lo cierto es que la palabra “peronismo” tuvo múltiples significados/sentidos a lo largo del tiempo. Alejandro Grimson acaba de publicar un trabajo titulado ¿Qué es el peronismo? El reconocido antropólogo plantea que  “renunciar a entender el peronismo sería renunciar a comprender la Argentina”. En su presentación, el filósofo Darío Sztajnszrajber comentó que “el libro nos exige salirnos del lugar más lineal, para pensar al fenómeno con dimensiones. Desde luego, no hay una respuesta única para el título. Hay tantas versiones, continuidades y discontinuidades, que a lo que asistimos es más bien a una lucha de intereses por ver cuál de todos esos peronismos se queda con el buen nombre. Pero el nombre está vacío: es ese campo de batalla”. Ese combate tendrá una escala electoral en 2019.

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@diegorubinzal