“Nos oponemos desde 2016 a cualquier intento de flexibilizar las condiciones de trabajo y seguridad que representan las empresas denominadas low cost”, expresó el titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), Pablo Biró, al cuestionar el proceso de desregulación sectorial impulsado por el gobierno de Cambiemos. El sindicalista cuestionó el ingreso de Avianca al mercado aerocomercial argentino a través de MacAir, la firma de taxis aéreos de la familia del presidente Mauricio Macri. “La mal llamada revolución de los aviones termina muy mal”, consideró el dirigente gremial que no solo advierte sobre el deterioro en las condiciones laborales asociado a la flexibilización sino también en la calidad y seguridad de los servicios. 

“Al momento de la venta a Avianca, MacAir era una empresa sólo habilitada para transporte aéreo no regular, titular de unas pocas aeronaves de escasa valuación y de un permiso precario de utilización de un hangar en el Aeropuerto metropolitano Jorge Newbery”, recordó Biró al cuestionar la operación. “O los vendedores tenían información privilegiada sobre las decisiones que el gobierno estaría por tomar respecto del mercado aeronáutico, o se encontraban en condiciones de garantizar las mismas, o se les viabilizarían a los compradores las posibilidades para llevar adelante una explotación más allá que la que tenía habilitada: los indicados vuelos no regulares o sanitarios”, indicó el sindicalista al apuntar contra el accionar de las autoridades regulatorias argentinas a lo largo de todo el proceso de desregulación. 

Aunque Avianca quedó en el centro de la escena, la crisis alcanza a otras empresas como Andes. La empresa que otrora presentada por el ministro Guillermo Dietrich como un “paradigma” de su autocelebrada “revolución de los aviones” paga en cuotas los salarios de las aeronavegantes. Andes atraviesa una crisis que ya la llevó a ajustar parte de sus operaciones el año pasado.