Martín Jaite tiene un lugar de privilegio en la historia del tenis argentino. Con 12 títulos, conquistados entre 1985 y 1991, es el cuarto tenista masculino que más trofeos ganó en singles. En 1990, además, llegó a ubicarse como el número diez del mundo. Tiene pergaminos y experiencia para constatar cuando un chico no llegará a ser profesional. Incluso si es de su propia sangre. “Yo tengo tres hijos. Sol va a cumplir 27 y se recibió en artes dramáticas; Juana tiene 23 y estudia arquitectura; y Simón tiene 19, estudia economía y es el único que alguna vez fue por el lado del tenis: jugó hasta los 15 años y se dio cuenta de que no iba. Y tenía razón.”

–¿Le dijiste o dejaste que se diera cuenta solo?

–No, yo no se lo dije. Cuando íbamos a los torneos perdía fácil y después me contaba las chances que había tenido. Yo ya sabía que no iba a andar pero se tenía que dar cuenta solo. A Sol la veo como una actriz del carajo pero yo no soy del medio y no puedo saberlo. Con Simón sí, porque vos no sabés que un jugador va a llegar pero sí sabés cuando no va a llegar. Un tenista se da cuenta. El tema es que Simón había tenido acceso a este mundo desde muy chico. Había muchos estímulos. Cuando tenía 6 años lo llevé a Roland Garros, yo no tenía credencial pero Zabaleta y Gaudio lo metieron en el vestuario para ver a los jugadores. Tiene una anécdota muy buena de aquella vez: Zabala se lo presentó a Federer, y cuando Federer le dijo “I am Roger”, él le respondió “my name is Simon”.