La eterna tensión entre lo instituido y lo instituyente, entre un pasado que huele a rancio y un presente que inevitablemente emerge con una potencia arrolladora. Tal vez como nunca antes, la ceremonia de premiación de los Martín Fierro expuso una "grieta" que no es partidaria pero sí política. Por un lado, el criterio siempre retrógado de los miembros de Aptra, premiando como mejor programa de humor de la televisión argentina a Polémica en el bar, el longevo formato creado por Gerardo Sofovich y que ahora Mariano Iúdica se encarga de profundizar con soberbia ignorancia e insensibilidad. Por otro lado, los encendidos y genuinos discursos de Carla Peterson exigiendo por el aborto legal, seguro y gratuito ("pónganse de acuerdo para que las mujeres no sigan muriendo", suplicó, pañuelo verde en mano), o el de Maite Lanata subrayando el rol social y cultural de los proyectos audiovisuales, "que no pueden estar ajenos a la realidad". Dos maneras de entender la televisión y el mundo que ayer naturalmente convivieron en una gala en la que anteriormente sólo había autocelebración, egos y botox.

Los estertores de una industria en crisis, en más de un sentido, fueron ayer opacados por la fuerza de una marea heterogénea pero consciente. Mientras Aptra premiaba como mejor programa periodístico a un ciclo que hizo gala del "recontraespionaje", o distinguía a un periodista que insólitamente celebró la barata TV panelizada que invade la pantalla chica, los artistas decidieron decir lo suyo. Allí, en el centro del escenario del ala más conservadora de la pantalla argentina, Lizy Tagliani le pegó una trompada a la oda a la meritocracia que tanto daño hace. "Los pobres no somos brutos, necesitamos posibilidades", dijo, entre lágrimas, antes de reivindicar a las mujeres trans. No fue la única que le cortómla digestión a más de uno de los presentes. La decisión de besarse en la boca entre Peterson y Nancy Duplaá para celebrar la distinción, repetida más tarde entre Juan Minujín y Luciano Castro, fue mucho más que un acto incorrecto de potencia viral: fue el símbolo de una generación artística que es consciente de su tiempo, se hace cargo de su poder y elige expresarlo con amor y libertad.

 

No la callan nunca más.