“Hace tiempo que el disco está en decadencia, pero la independencia sigue siendo fundamental para crear y por eso mantengo mi propio sello discográfico”, dice Djavan, que en 2001 lanzó Luanda. Desde entonces, edita según sus tiempos y sus necesidades artísticas, con total libertad. Lanzado en Brasil el año pasado, Vesúvio es el resultado de la sociedad entre Luanda y Sony. “Producir un disco cuesta mucho dinero y las posibilidades de retorno son muy relativas. Con Luanda sostenemos la producción del disco, y Sony se ocupa el marketing y la distribución”, explica Djavan. “Vesúvio está en las plataformas digitales, pero yo sigo apostando al disco físico, que es algo que las grandes compañías ya no quieren hacer. Sigo creyendo en ese tipo de soporte, porque hay un público que quiere un arte de tapa y la información sobre lo que va a escuchar”. En este sentido, el arte de tapa de Vesúvio, que muestra a Djavan con el rostro pintado de negro, brilloso, con reflejos dorados y una mirada fría que interpela al oyente, da cuenta de una búsqueda expresiva. La foto de Nana Moraes alude tal vez a la energía contenida de un volcán o más sencillamente desafía el universo barroco propio de ciertas ilustraciones en la era digital. “La idea fue hacer algo diferente, desafiar al futuro y producir una tapa compleja, que se pueda interpretar con libertad”, explica.