
200 días de ayuno, solidaridad y militancia
La Carpa de la Conciencia, que se levantó para repudiar la privatización del Banco de Santa Fe, cumplió ayer doscientos días.
Doscientas puestas de sol y otros tantos amaneceres marcan a fuego la carpa de San Martín y Santa Fe. Doscientos días de lucha en la carpa de la Dignidad. Aún con el riesgo a cuestas de que el tiempo mismo les juegue en contra y que las sillas, las pancartas y la lona blanca tendida como precario resguardo pasen a formar parte del paisaje, los trabajadores del Banco apostaron al reclamo desde el último 11 de setiembre. Hasta ayer 225 ayunantes le habían "puesto el cuerpo" a la protesta.
"Los 200 días de ayuno nos dejan la gratificación de sentir que esto ha permitido distintos tipos de participación de la gente resumidas en cuatro palabras: ayuno, solidaridad, militancia y trabajo", explicó Raúl Roldán, miembro de la comisión interna del Banco de Santa Fe. "Porque la carpa nos da mucho trabajo, nos cuesta muchos mantenerla, pero sabemos también que pasó a ser un monumento en esta esquina y hace que todo el mundo nos preste atención y que podamos seguir llevando conciencia a los santafesinos, por ejemplo preguntándonos para quién es esta privatización del banco o quién se beneficia con esto".
"Estos afiches que pusimos de la cara de Martínez de Hoz con una sonrisa de oreja a oreja, nos da la respuesta a esta pregunta que nos venimos haciendo desde hace doscientos días —prosigue—. Y a los compañeros del Banco nos permite solidarizarnos, ayudarnos ante esta situación que nos tiene muy mal. Porque este proceso ya a ha afectado seriamente la salud de más de 10 compañeros que se han visto gravemente enfermos con hemiplejias y otros padecimientos fruto de las presiones que recibimos todos los días".
La Carpa alberga en su interior además el libro donde estamparon su firma los visitantes más reconocidos. Por supuesto que la última es una de las más preciadas y la que con orgullo exhiben los bancarios. La rúbrica esta acompañada de un escueto mensaje que alberga también esperanzas: "En apoyo de la banca nacional y provincial que garantiza el sostén de los intereses del desarrollo y el trabajo. Nuestro apoyo. Graciela Fernández Meijide".
Pero también hay lugar para algunos versos: "Creo que el mundo es bueno y que la poesía es como el pan de todos y que mis venas no terminan en mí sino en la sangre de los que luchan por el amor, las cosas, el paisaje y el pan ... la poesía de todos" del poeta salvadoreño Roque Dalton. O la del coterráneo Adrián Abonizio, que asegura que " la lucha a veces divide, otras multiplica, nunca resta y siempre suma". Y para demostrar para figurar en este compendio de firmas, además del reconocimiento público se requiere el del propio bancario, está la firma de Oscar Harriet el no vidente que atiende el kiosko del Banco.
Hay otros cientos de testimonios, como los vertidos por la Agrupación HIJOS, por sindicalistas del Congreso de los Trabajadores Argentinos, de la Asociación de Trabajadores del Estado, del centro de estudiantes del Politécnico, de la CGT San Lorenzo, de Sadop, de Amsafe, de Federación Agraria y de otros tantos más ignotos rosarinos.
Pero el apasible aspecto que brindaba en la tarde de ayer la esquina de la protesta, en su día número 200, contrastaba con el tenor del discurso bancario. Por ejemplo, dijo Roldán, "uno de los oferentes tiene un presidente del Directorio que está procesado por la causa IBM Banco Nación y el mismo directorio está integrado por Martínez de Hoz, que es un 'reverendo hijo de puta' como le dijo hace una año y medio atrás el propio gobernador de la provincia Jorge Obeid, que sumió al pueblo argentino en la desocupación y quien empezó el proceso que hoy Menem quiere terminar. Otro de lo que integran es David Muldford, titular de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
"Por eso decimos que es un barbaridad que regalemos el banco por 60 millones cuando la provincia se está endeudando, es decir todos nosotros vamos a pagar 400 millones para regalarlo luego a estos personajes", concluye el bancario.
Mientras el libro de ilustres abierto sobre una silla invita a la definición y a la lucha de la mano de Mario Benedetti: "Hay una sola grieta decididamente profunda y es la que media entre la maravilla del hombre y los desmaravilladores. Aún es posible saltar de uno a otro borde es tiempo de elegir de que lado ponemos el pie".