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60 años de Blue Note

Por Gary Vila Ortiz

El años que viene cumplirá sesenta años el sello Blue Note, en cuyo catálogo figuran algunos de los músicos de mayor trascendencia en la historia del jazz. Esta música, tan inexorablemente unida al disco nació a fines del siglo XIX, pero la primera grabación data de 1917 y fue realizada por un grupo de muchachos blancos que tocaban con el nombre de Original Dixieland Jass Band (por ese entonces jazz se escribía con dos "s"). El primer disco se registró en 1917, para la casa Víctor, y los títulos fueron el Livery Stable Blues y Dixieland Jass Band One- -Step". Según algunos críticos Blue Note es una de las más completas historias discográficas del jazz. Deberíamos agregar que es una historia que prescinde, por razones lógicas, de todo lo que se hizo entre 1917 y 1939, es decir una parte esencial del jazz, la semilla de la que nacerá todo lo demás.

Blue Note fue, además, una de las compañías en utilizar el formato del disco de 30 centímetros para el jazz. El catálogo es sin exagerar, gigantesco. Aún siendo incompleto por las ausencias de lo grabado antes de 1939. Fundado por Frank Wolff y Alfred Lion como ya dijimos en 1939, los que los llevó a la creación del sello fue el preservar en discos el célebre concierto de Los spirituals al swing, organizado por John Hammond en el Carnegie Hall, en 1938 Y 1939. Por otra parte, la influencia de los libros de Pannasie, uno de ellos ya publicado en 1931, sobre el hot jazz. La primera de estas entregas de Blue Note incluye un disco de Miles Davis (Baladas y Blues) registros que van de 1950 a 1958 y otro de John Scofield y Pat Metheny, grabado en 1993. La colección comprenderá 52 CD Y 50 fascículos quincenales. Estos discos de Blue Note vienen a sumarse a las tres colecciones dedicadas a jazz (algunas de las cuales ya están llegando a su fin) aunque últimamente aparecen de manera bastante irregular.

Hagamos un poco de historia. Cuando Blue Note cumplió sus treinta años editó, por lo menos (creo que fueron más) tres volúmenes con dos discos LP cada uno que abarcaban versiones de 1939 a 1949; de 1949 a 1959 y de 1959 a 1969.

No deja de ser curioso que en el catálogo de esta nueva edición, al cumplir sus sesenta años, se note la ausencia de algunos músicos fundamentales y muchas de las primeras grabaciones y otras realizadas posteriormente.

Por otro lado, algunos de los discos ya han sido editados en CD, como las sesiones Aladdin de Lester Young, el concierto en el Town Hall de Charles Mingus o las reflexiones para piano de Duke Ellington. En cuanto a las ausencias hay algunas notables. Citemos algunas: no hay versiones de Albert Ammons, tampoco de los Port Harlen Jazzmen, nada del Edmond Hall Celeste Quartet (bellísimas por otra parte), ni de Earl Hines, de Meade Kux Lewis, de George Lewis and His New Orleans Stompers. Está ausente en el catálogo un músico de blues como Josh White y las All Stars de James P. Johnson. Faltan las versiones del Art Hodej Chicagoans, los New Orleans Feetwarmers de Sidney Bechet, de Ika Quebec, de los All Stars de Benny Morton, de Bunk Johnson con Sidney Bechet, del sexteto de Tadd Dameron, de James Moody, de Jimmy Smith, del sexteto de Clifford Brown, del trío de Ornette Coleman, Stanley Turrentine, entre otros.

Por otra parte nos parece más significativa la ausencia de Out to Lounch de Eric Dolphy, que no solamente es un estupendo disco sino que el diagrama de su tapa es impecable. Por otra parte no están presentes las versiones de Blue Note 86, de Lo mejor de Blue Note. Y los volúmenes correspondientes a Una noche con Blue Note que contiene versiones de febrero de 1985. Los dos discos fueron dedicados a Alfred Lion. Así mismo debemos señalar los cinco volúmenes que Blue Note editó en 1989.

Señalar estas ausencias es, sobre todo, el deseo de tenerlas (algunas son incontrables, al menos en el país) y de esa manera sí podría demostrarse lo que el catálogo del mencionado encierra como uno de los tesoros más preciados de la música contemporánea. De cualquier manera los que aman el jazz disfrutarán estos cincuenta y dos discos y si extrañan alguno hay que pensar que en cualquier momento salta la liebre. Suele suceder, sobre todo si hay liebres (en este caso sobran) y uno tiene una buena escopeta (yo no tengo ninguna) y el auto (que tampoco tengo) tiene esos, buscahuellas que encandilan a los pobres e inofensivos lepóridos. Mientras escribo estas líneas me arrepiento del ejemplo. Pero es una de esas cosas que siempre se tienen a mano para decir, como "más seguidor que perro`e sulky" o "tenés los pantalones cortos como para cazar pollos en el rocío".