El arte de manipular las dimensiones según Iommi

Cirujano del arte, Enio Iommi disecciona los objetos en pos de su molde. Descartando el manejo del volumen, utiliza el espacio para hacer de la inmaterialidad, su único soporte.

Por Fernanda González Cortiñas

No es una retrospectiva, aunque según su protagonista reúne 53 años de trabajo. "Es el cierre de un concepto escultórico, porque yo cierro ciertas etapas para inventar nuevas cosas", dice Enio Iommi, quien hasta el próximo 17 de junio bajo el título de El espacio como forma, expone algunas de sus obras en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. Fundador (cuando aún no había cumplido los 20) de la Asociación Arte Concreto Invención, una de las agrupaciones más destacadas de la llamada vanguardia constructivista, una corriente orientada hacia un arte de tipo no representativo que surgía en los albores de la posguerra, a sus 72 años Iommi se muestra como un artista sensible, un crítico revulsivo, un pensador irónico, pero sobre todo, como un hombre libre. "Rosarino y de la mafia", como le gusta definirse, paradójicamente Iommi sólo expuso en su ciudad en dos ocasiones, una de ellas en 1958, junto a su hermano, Claudio Girola. "No me invitan porque soy malo. Y sin embargo, a mí me gusta Rosario, porque es una de las pocas ciudades que la dejan como está: vieja y decadente".

En esta nueva serie escultórica, Iommi apela a los utensilios de la cocina. Mediante la sierra, como un experto cirujano, el artista secciona sus objetos, explorando las más elementales herramientas del quehacer cotidiano. "Invento la forma pero respeto la estructura", asegura el artista, un ácido juez del arte y la sociedad de su tiempo. "La partida me la dio la industria. Lo que yo vi en estos objetos es el espacio. Por eso hago cortes. Fui mostrando lo más viejo que hay en el mundo que es el cóncavo y convexo. Mostré lo que está adentro, lo que no se puede ver. Lástima que tardé 53 años en llegar hasta aquí", dice entre risas.

Su arte está vinculado a un retorno a lo individual, al arte con sentido social. "Las cosas están rotas; o no tengo comida o no puedo cocinar en ellas", explica. Hurgando en sus fondos oxidados, en sus cochambrosos recodos, revisando cada palmo de la pava, de la sartén, de la cacerola, Iommi descompone los objetos para verlos desde otra perspectiva. "No hay mejor arte que el arte culinario �apunta� porque naturalmente sabe reunir a las personas y sinceramente tiene escala humana, ya que entrega el sabor de la vida".

Para él, alegre, para otros tal vez nostálgico, su arte tiene que ver con mostrar el vacío de lo lleno; con la interrupción del volumen. "En la antigüedad en la escultura clásica, lo dominante era el volumen; para mí, lo importante es mostrar el espacio como forma".

Aunque su discurso aparece salpicado de términos como utopía o revolución, piensa que en este país no están dadas las condiciones para el cambio. "Hoy en día en la Argentina el arte no es necesario", esputa entre enojado y entristecido. "El arte tiene su tiempo, si es arte; si el que lo hizo, quería decir algo cuando mientras lo creaba, todo arte verdadero se produce con ese sentido. Es una continuidad", agrega.

Para Enio Iommi el arte argentino se ha quedado paralizado, conforme. "La política ha lavado el cerebro de las nuevas generaciones. Antes se luchaba para mantener los principios �asegura este hombre que trabajó de barrendero "para no invadirse"�. Ahora la juventud ha vendido su alma al diablo, y en este sentido la primera equivocación fue de (Jorge) Romero Brest que les dijo a los jóvenes artistas que tenían que vivir de lo que hacían. Con eso les sacó la libertad de expresión, el atrevimiento, el esfuerzo por estudiar, porque comprendieron que lo que hacían se podía vender; y lo vendieron".

En este entendimiento, Iommi aborrece lo comercial; detesta a Botero y ama a Miguel Angel. Enseña a sus alumnos a pensar espacial y políticamente. "Sé que va a venir un cambio, en este país donde todo está por hacerse y sin embargo nadie hace nada, tiene que pasar algo. Lástima que yo voy a estar bajo tierra", apunta risueño.

En cuanto a los proyectos para el futuro, Iommi ya trabaja en su próxima muestra. "Ahora empiezo con las roturas, que es la pavada más grande que he hecho en la vida. Compro dos tazas de café. Una la dejo como está y la otra la rompo. Intento mostrar la realidad y mi realidad. Pero para esto, ya no hago ningún esfuerzo".