ENTREVISTA A HERMENEGILDO SABAT
"La gente conoce sólo mi trabajo público, que es de tipo periodístico y con el que me gano la vida. Otra cosa muy diferente es lo que hago fuera del horario de la redacción", dijo a Rosario/12 el dibujante que publica en "Clarín", y que desde hoy expone en esta ciudad.
Por Fernanda González Cortiñas
En un breve —brevísimo— pero no por ello menos emotivo acto —el invitado se declaró "profundamente emocionado" ante la distinción—, en la tarde de ayer el intendente Hermes Binner declaró "Visitante Distinguido de la Ciudad de Rosario" al dibujante Hermenegildo Sábat. En una improvisada ceremonia a la que asistió el director de Relaciones Internacionales de la municipalidad, Juan Carlos Zabalza y el director del Ente Turístico Rosario, Raúl Garo, el destacado caricaturista, acompañado de su anfitrión, el galerista Gilberto Krasniansky, recibió de manos del intendente una copia del decreto 933 además de los consabidos presentes (un libro del Museo Castagnino y una medalla con el escudo de la ciudad). En diálogo con Rosario/12 Sábat habló de su trabajo, de la transición democrática y aunque aseguró no conocerla mucho, hasta se animó a decir algo sobre la ciudad que lo hospeda.
—Usted llega al arte a través de la caricatura, y sobre todo de la caricatura política, en una época muy convulsionada para Latinoamérica. ¿Cómo logró adaptar su trabajo a la etapa democrática?
—De algún modo en este oficio es más complicado trabajar en democracia que con las dictaduras. En tiempos de gobiernos de facto, había apenas un puñado de personajes a los cuáles caricaturizar. Hoy son montones, porque además del "elenco estable" hay otros diferentes, otros que surgen tan rápidamente como desaparecen. Pero de todos modos, no hay que perder de vista que nuestro rol más importante es la preservación de la democracia. Yo podré dibujar bien o mal, pero ante todo soy un demócrata y sé que este es el sistema que quiero. Entonces, hay que ser certero con algunas críticas, pero esto no quiere decir que se pueda jugar con la democracia.
—En ese sentido, su trabajo no debe ser sencillo porque se apoya en la crítica despiadada, en la exacerbación de ciertos rasgos, no siempre positivos...
—No, no es fácil, y es que a veces uno vive una especie de contradicción: por un lado yo le digo que no es fácil trabajar en democracia y por otro tengo que afirmar que hoy en este país se trabaja con total libertad. Quienes vivimos otras épocas, sabemos el valor de poder cruzar la calle tranquilamente.
—¿En democracia alguna vez se ha sentido presionado para publicar alguna cosa?
—No, nunca. Afortunadamente siempre he hecho lo que me parece sin que jamás se me sugiriera qué hacer o no hacer.
—Dentro de sus caricatura como es lógico habrá personajes que se repiten más que otros, ¿cuál de ellos es el que más le gusta dibujar?
—No se trata de una cuestión de gustos, sino de oportunidades. Yo sólo trabajo la caricatura como una forma de exaltación de los valores, aunque esos valores a veces sean negativos, pero no es la deformación de los hechos ni de las personas, por lo menos así lo entiendo yo.
—En lo que refiere concretamente a la pintura, en esta exposición que lo trae a la ciudad Rosario, usted muestra un perfil diferente a lo que hacía, obras de estilo abstracto ¿a qué se debe esta transición?
—La verdad no sé. Lo que pasa es que la gente conoce mi trabajo público, que es un trabajo de tipo periodístico y con el que me gano la vida. Otra cosa muy diferente es lo que hago fuera del horario de trabajo. A diferencia de las caricaturas que hago para el diario (Clarín); yo no muestro lo que hago todos los días en pintura; me parece que es simplemente que cada cosa tiene que ver con dos estados de ánimo diferentes. Tengo la suerte de que ambas cosas me proporcionan un gran placer.
Compelido por la situación —y por algún periodista—, y pese a declarar no conocerla tanto, Sábat se animó a esbozar una imagen de la ciudad: "a Rosario le pasa lo que a las mujeres; cuanto más amadas son, más bellas se ponen. Hoy asisto maravillado a una ciudad muy cambiada, hermosísima, y eso me parece que tiene que ver con el cariño que le prodigan los rosarinos".