Por Gary Vila Ortiz Parecen muy distantes el uno del otro, pero no lo est n. Al menos en mi lectura. Reeleyendo el libro de Alfonso Reyes Trazos de historia literaria me detengo cuando el humanista mexicano que su estudio se va a limitar a dos ideas centrales en el mon¢logo de Segismundo. La primera cuando dice: "el delito mayor del hombre es haber nacido" y la segunda cuando dice, creo que con tristeza de la especie" y teniendo yo m s alma tengo menos libertad". En el momento que estaba leyendo a Reyes me llega una carta del poeta Esteban Moore, quien me habla del homenaje que se tributar en Nueva York a Allen Ginsberg el pr¢ximo 12 de junio. Ser ante todo una lectura marat¢nica de poes¡a en que intervendr n poetas de todo el mundo. O al menos de unos cuantos pa¡ses. Por nuestro pa¡s estar Moore, excelente traductor de los poetas de la generaci¢n beat. Y en ese casual encuentro de una carta y un libro, me dio por pensar que Ginsberg hubiera estado de acuerdo, a su manera, que es £nica, con lo que dice Segismundo. En la excelente revista El perseguidor que dirige Diego Viniarsky, hay una breve antolog¡a de la poes¡a beat, que por su tono me parece apropiada para este fin de siglo que est terminando con un quejido, como dir¡a Eliot, pero tambin con unas cuantas explosiones. Al final de uno de sus poemas, Lawrence Ferlinghetti, dice: "Y ahora en la luz en la conflagraci¢n general de la blanca luz todav¡a nos consume a nosotros, peque¤os payasos que sostenemos delgad¡simos cirios al calor de su flama". Y Gregory Corso: "Amemos por una vez una cosa juntos". El poema de Gary Snyder es dif¡cil de fragmentar en una l¡nea o dos, en realidad ning£n poema deber¡a ser fragmentado, es como escuchar partes de una sinfon¡a, de un concierto o de un cuarteto, o un detalle de una pintura. Sin embargo, a veces, esos fragmentos nos son necesarios en nuestra peque¤ez. De cualquier manera, el fin del poema de Snyder: "Granito: arraigado con tormento de fuego y pesadez. Cristal y sedimento fundidos. Todo cambia en los pensamientos. As¡ son las cosas". LeRoi Jones por su parte: "El lujo, entonces, es una manera, de ser ignorante, confortablemente. Un acercamiento del mercado abierto de la peor informaci¢n". Jack Kerouac: "Claramente vi el esqueleto debajo de todo este espect culo de la personalidad. ¨Qu queda de un hombre y todo su orgullo sino huesos y su sandwiches nocturnos perdidos?" Y terminando, empezando a terminar, con Ginsberg: "Debo renunciar a mis libros, cheques, cartas, ficheros, departamento, almohadones, cuerpo y piel, debo renunciar incluso a este dolor de muelas". Pedro Henr¡quez Ure¤a habla de las semejanzas del Di logo de la dignidad del hombre de Prez de Oliva, con el mon¢logo de Segismundo. Y luego, el ensayo de Reyes, dice que Segismundo tiene ocasi¢n de comprobar que la libertad humana vale mucho m s de lo que l hab¡a supuesto. Antes, Reyes hace larga menci¢n a la disputa entre los dom¡nicos y los jesuitas en torno al libre albedr¡o y la predestinaci¢n. Pero no es este un tema para un profano como es quien escribe estas l¡neas. Acaso un estudioso se dir¡a que estas digresiones son un disparate y acaso lo sean, pero lo cierto es poco lo que importa. Disparates me sobran y siempre viene bien una raya nueva al tigre. O al gato, si se prefiere. Pero veo ante mi la escena. Los observo a Segismundo (y a Hamlet) leyendo con raro entendimiento y con el deseo de conocerlos a los poetas de la generaci¢n Beat y creo que los poetas Beat entender¡an bien ese inters de sus antepasados. Lo que significa, parad¢jicamente, que nuestra capacidad de creer todav¡a en los sue¤os, en las utop¡as y en los cuentos de hadas se reflejan en esa mirada de los poetas al mundo. Mirada, creo, que es la puede ver m s profundamente y con mayor lucidez y lograr que el tiempo se confunda sin confundirse en extremo, y lo que no es contempor neo lo sea. El no ser un "entendido" tiene sus ventajas. Encontramos similitudes, parecidos, sensaciones que nos tocan de la misma manera, cuando un entendido dar¡a por sentado que eso es imposible. Un disparate del gusano loco de Wimpi (y c¢mo mezclar a Wimpi con Segismundo y Ginsberg) o simplemente una raya que le anda haciendo falta a los tigres, que dicho sea de paso tambin piensan que est n en extinci¢n. Y lo piensan con verdadera pesadumbre. Eso es algo que no se les pasa por la cabeza ni a las cucarachas ni a las hormigas. Tampoco a las pulgas, pero s¡ a las ballenas y a los rinocerontes negros.