Por Pablo Bilsky
Siendo las 16:30 hs. del viernes 12 de junio dos hombres elegantemente vestidos abordaron el interno 26 de la línea 122. Uno de ellos dirigió a los pasajeros las siguientes palabras: "Buenas tardes. Rogamos sepan disculpar las molestias ocasionadas. Por favor, tengan a bien descender. Vamos a proceder a quemar la unidad". Seguidamente, sin apuro, con minuciosa prolijidad, derramaron kerosene y quemaron el colectivo.
Fue éste el último golpe del grupo incendiario que desde hace seis meses viene asolando la ciudad. Se trata de una banda bien organizada que planea exhaustivamente cada golpe. Sus móviles son difusos y vienen suscitando interminables especulaciones entre policías, psicólogos y criminalistas. La ciudad los conoce ya como los "O.T.F.", sigla que significaría OS TEMIBELS FOGATEIROS, extraña denominación con reminiscencias del portugués que se fue difundiendo boca a boca, puesto que ninguna acción fue reivindicada por grupo alguno.
Aunque fuentes policiales se niegan a dar precisiones, pudo saberse que la pista más firme conduce Joao Milton Da Souza (alias "formiga") incendiario que asolara Río Grande Do Sul en los años setenta. Reputado dermatólogo paulista, Da Souza dedicaba sus ratos de ocio a la cría de las temibles "formigas da fogo", pequeñas hormigas rojas que reunidas en ejército supernumerarios atacan a los bovinos y a las aves de corral. El ácido fórmico altamente concentrado que inyectan a sus víctimas hace que estas padezcan la sensación de estar siendo quemadas vivas. Los primeros atentados de Da Souza consistieron en la suelta de millones de hormigas, entrenadas y hambreadas, contra pequeñas poblaciones rurales del sur de Brasil. No se conoce por qué abandonó la cría de hormigas y pasó a la acción directa con la utilización del fuego, convirtiéndose así en un personaje temido en todo Brasil, "capaz de convertir una ciudad en cenizas con sólo un fósforo".
Se desconoce también como Da Souza llegó a Rosario. Los investigadores de INTERPOL creer que luego de escapar de la justicia de su país llegó a nuestra ciudad dispuesto a regenerarse. Se cree que se unió a PIROM-ANON (Piromaníacos Anónimos) grupo de autoayuda que reúne a personas que padecen esa obsesión.
Eleuterio Pigliafuoco, coordinador de PIROM-ANON, niega rotundamente esta versión: "Carece de sentido. Desmiento totalmente la asistencia a nuestro grupo de ese criminal brasileño. No lo conocemos. Somos personas honradas que desean curarse. Si bien es cierto que toda adicción margina y se convierte en una pesadilla para el adicto, la nuestra, más que ninguna otra, es un infierno".
Pigliafuoco aprovechó la oportunidad para contarnos la historia de su lucha: "El enfermo convive con diarias tentaciones: fósforos, hornallas, encendedores... perdés el trabajo, la familia, todo. Cuando mi hijita cumplió un año le hicimos una fiestita... todo iba bien hasta que llegó el momento de apagar las velitas... ahí perdí el control... nos había costado toda una vida levantar esa casa... entonces supe que estaba enfermo y recurrí a PIROM-ANON".
El asesor espiritual de PIROM-ANON, padre Oliverio Cromwell, contó acerca de su experiencia con el grupo. "Trabajo con ellos desde hace cinco años. Me fue encomendada la difícil misión de llevar la palabra de Dios a estos hermanos descarriados. Y debí hacerlo siempre sin mencionarles el infierno, claro. Pero esta limitación no me resultó insalvable. Por el contrario, he aprendido mucho de mi experiencia con el grupo. Ahora sé que el infierno existe, pero está vacío. El infierno son los otros".
Acerca de la supuesta asistencia del incendiario brasileño el sacerdote fue contundente: "Joao Milton jamás estuvo aquí en Rosario. Fue encarcelado en Pernambuco por publicar un poema puritano titulado El paraíso perdido".
Dos hipótesis principales son reconocibles tras la farragosa polémica acerca de las motivaciones ocultas de la banda. La primera habla del fuego del Antiguo Testamento, el fuego de Yavé que junto con el azufre llueve sobre Sodoma y Gomorra para destruir el pecado. La segunda cree ver en ese fuego no "purificación" sino "Destrucción de los medios de producción arrebatados por el capitalismo al proletariado".
Pese a su esterilidad inicial, la polémica finalmente tuvo un efecto inesperado: produjo la primera declaración de la banda, la primera reivindicación explícita de sus atentados. Entre las cenizas de un caserón incendiado se halló un trozo de mármol gris donde había sido tallado el siguiente mensaje: "Pero tibios imbéciles: nada nos importa Nerón ni Roma ni Troya. Ni Dios ni el Demonio. No nos gusta la palabra fuego. Sólo nos gusta, malditos, el fuego. Nos gusta el fuego. O.T.F.".