CON TRES GOLES DE BATISTUTA Y DOS DE ORTEGA, LA ARGENTINA VAPULEO A JAMAICA
"¿Me creería alguien si dijera que vi cinco goles albicelestes pero ningún equipo? Cuando hay equipo al gol no se llama, sino que se aparece. Yo no busco, decía Picasso, encuentro", escribe Bielsa. Habida cuenta de que el primer gol de Ortega y el segundo del Señor Bati fueron una pinturita, ¿podemos ilusionarnos de que aprenderán esta lección inicial?.
Por Rafael A. Bielsa
Desde el principio el partido fue rápido, como el trámite de otorgamiento de ciudadanía a Monzer Al Kassar. Jamaica lucía bisoño, pero el equipo argentino no se mostraba experto. Es verdad que sobre las alas de ansiedad uno se fastidia rápido, pero también que al fin y al cabo el fútbol existe para ser disfrutado. Me acordé de Roger Law: voy al cine a entretenerme. No quiero ver violaciones, sodomía ni drogadicción. Tengo todo eso en casa.
Antes de que la bola comenzara a rodar, el Señor Bati había escuchado con los ojos apretados la versión remasterizada que tocan los franceses de nuestro himno, como a la búsqueda de una revelación interior. La encontraría tres veces, y Argentina tendrá su top scorer, aunque sea por unos días.
Antes del minuto de juego, nuestro "9" ya había probado de zurda al blanco. La primera vez que le pegó de derecha, hizo el gol, y después no paró. Zanetti comenzaba a redondear una actuación más cercana al Clark Kent sexagenario que al invicto Superman. Ortega a desentumecer sus pantorrillas sin costuras, y Sensini a prometer otro partido excelso. Después de tirar un sombrero por el medio campo, se erró un gol también de zurda. Raro en un equipo de Daniel, pero nadie hacía ninguna prueba con la derecha.
El pobre Don Roberto no repetiría. Después de los veintiocho del primer tiempo salió por lesión. Si se cortó, como parece, el Mundial terminó para él. No se lo merece, porque juega como es. Tiene algunos rasgos fisonómicos de Buster Keaton, en la carcaza facial básica del Guasón. En cuanto al carácter y al fútbol, es ubicado y por eso juega sin esfuerzo, es medido y por eso dosifica el sacrificio, es atento y por eso administra la ocasión. Firme como un vasco, no suele ir más allá del círculo central para no tener que volver sobre sus pasos; precavido como un italiano, que se van poniendo celosos incluso antes de sentirse enamorados, nunca se mete donde ya hay otro con la misma camiseta.
No encuentro mejor descripción que sus primeros tiempos en ñuls: marcaba la punta izquierda siendo discreto, y no me parece que haya tenido nunca problemas de perfil. Había un chico llamado Heinze que en algunas cosas me hacía acordar a Don Roberto. Lástima que en esta época de fast money no lo pudimos ver más que diez partidos antes de que lo revolearan a Valladolid. Es uno de los escasísimos casos que conozco de transferencia al exterior de persona por nacer.
Marcelo tuvo a Sensini en cuarta y quinta. No recuerda otro jugador que hiciera los entrenamientos completos de ambas divisiones. Empezaba a las dos de la tarde con la cuarta y terminaba después de las seis con la quinta. Su deslizarse sigiloso era la más exacta precisión acerca de las diferencias que existen entre ser oportuno y ser un oportunista. Tal vez el exceso consistió en tirar el sombrero: si no lo hubiera hecho, vaya uno a saber... Estoy seguro de que ahora está pensando en lo mismo.
Cuando Sensini dijo que no iba más, y después de amagar con Paz, Passarella hizo entrar a Vivas, no respetando el cupo rosarino. Si no llega a salir campeón, lo va a estar esperando en Ezeiza la justicia electoral.
Pasados los treinta, gol de Ortega. Pase de Verón y toque con esa derecha líquida mentirosa y encomiable que aparece cuando su talento no está hundido como para no alcanzar a recobrarlo. Golpe de avestruz con dos uñas, el tobillo en rotación lateral de 360 grados y la pelota que cae detrás de la línea girando sobre su eje como un yo�yo. Hacía tiempo que no desarrollaba un buen partido completo, que no mostraba esas extremidades todas articulación, todas tuétano, sin huesos. Como dice el tango: me alegra que volvieras/ después de todo un año/ con ese vestidito/ que yo te regalé.
Los jamaicanos, además de su falta de familiaridad con los gestos básicos del juego, tales como por ejemplo llevar la pelota pegada al pie, mostraban al "15" Gardener con cubiertas blancas y al "3" Dawes con llantas rojas. Después se le sumaría el chico malo de la barra brava caribeña Cannabis Captivus, Walter Boyd, con camiseta "10" y ruedas amarillas.
El resto del primer tiempo sirvió para tres cosas. Una para comparar a López con Garrincha. Del brasileño se decía que siempre hacía la misma jugada, pero que el marcador no sabía cuándo. López también hace siempre la misma jugada, pero el que no sabe cuándo es él. Otra para recordar que Verón se fotografió con los jugadores rivales, a pedido de éstos, antes de comenzar el juego. Alguien le debe de haber soplado un viejo dicho de la política verticalista, el que se mueve mucho no sale en la foto, porque desde entonces trotó en dosis homeopáticas. La tercera, Jamaica se quedó con diez, luego de la lucha denodada de Powell para que así fuera; uno de sus pocos logros, pero logro al fin.
En el entretiempo el sol siguió brillando. Alguien fue a descolgar del tejado de la torre Eiffel una pelota que Ortega había tirado a los veinticinco, y una melancólica bandera no olvidaba ni perdonaba: un Mundial sin Diego es como un baile sin minas. A pocos pasos del estadio Parc des Princes y a casi cien años de ayer, Proust había escrito: así es la necesidad que el amor tiene de encontrar justificación y garantía de duración en placeres, que, por el contrario, sin él no lo serían y que terminan donde él acaba.
A los diez del segundo tiempo, otro gol de Ortega. La recibió, ninguneó a dos rivales, y pasó por caja, o sea salió disparado rumbo a Passarella, sorteó a Burgos a lo burro, y se abrazó con el coach. Después llegaron todos a aguar la intimidad. López le lustró el diez con el antebrazo para la tevé.
A los veintiséis, pase de Ortega a Bati, perdón, al Señor Bati. Cebado y carnicero, levantó la vista, disparó al arco por primera vez con el cañón de estribor sobre el cruce del "5", y alcanzó los momentáneos 45 goles, que más tarde serían 47.
Después entró Gallardo, que como Patota Potente piensa qué es lo que va a hacer con la pelota antes de que le llegue. Es el jugador más bajo, pero el que mejor entiende el juego.
Alrededor de los treinta y tres minutos, segundo gol del señor Bati en el partido, hecho con Simulcop. Una calco del anterior, también de derecha. La cancha se le pone muy larga a Jamaica para volver y muy ancha a Argentina para buscar los espacios. Eso desmoraliza. A continuación, penal que el Señor Bati convierte. El arquero de ellos, Barrett, pareció más atento a la conflagración de cal que levantó el shot del goleador, que a la pelota que le entró por al lado. Como los espectadores, sabía que hasta el final el interés del partido estaba definido más por los goles que le harían que por las situaciones que sus compañeros pudieran crear.
Luego de un alargue reducido, que más que una adición reglamentaria fue un análisis sicoanalítico del ánimo de los antillano, el noruego Pedersen pitó el final.
Hay cosas que no deben decirse. Si se las dice, habrá que atenerse a los resultados, y Maugham lo sabía: hace mucho que pasamos la época victoriana, donde los puntos suspensivos eran seguidos, al cabo de cierto intervalo, por un bebé. Pero no resisto la tentación: ¿me creería alguien si dijera que vi cinco goles albicelestes pero ningún equipo? Cuando hay equipo al gol no se llama, sino que se aparece. Yo no busco, decía Picasso, encuentro.
Habida cuenta de que el primer gol de Ortega y el segundo del Señor Bati fueron una pinturita, ¿podemos ilusionarnos de que aprenderán esta lección inicial?. Que así sea.