SEGUNDO CASO DE VIOLENCIA EN LA ESCUELA

El juego no tiene límites

Un alumno de la escuela Pestalozzi fue golpeado en el suelo por tres compañeros, por haber escondido una golosina.

Un niño de ocho años alumno de la escuela Pestalozzi, de Mendoza al 3900, fue duramente golpeado por un grupo de compañeros en el recreo, lo que motivó su internación en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela. El menor había ocultado el episodio a su familia, hasta que asustado por el color rojizo de su propia orina, decidió contárselo a su madre. Una ecografía reveló "un hematoma en la zona de su riñón derecho, pero su estado es bueno y su evolución, favorable", revelaron autoridades del Vilela. Es el segundo caso de violencia escolar en menos de quince días. El pedagogo Norberto Boggino propuso "no quedarse de brazos cruzados" y entendió que "es también tarea del docente la capacitación y formación del alumno, es decir lograr que este asimile y aprenda normas y valores sociales de convivencia" (ver recuadro).

Marcela Pira, madre de Matías, el menor golpeado, relató cómo sucedieron los hechos: "Mi hijo junto a tres compañeritos más estaban jugando con un huevito Kinder cuando tocó el primer timbre y terminó el recreo. Como él sabe que eso no se puede hacer se lo guardó en el bolsillo y se fue para la sala. Yo no sé si los amigos se enojaron o si lo hicieron a modo de chiste pero uno de ellos le puso una trabada y supuestamente los otros tres con los que estaba jugando empezaron a patearlo".

Hasta allí el relato de los hechos que el propio Matías le hizo a su madre, más el agregado de que no tenía claro quién o quiénes les habían pegado ya que se tapó la cabeza con las manos para resguardarse. La experiencia se habría repetido con posterioridad, ese mismo día, puntualmente en el segundo recreo.

Esto sucedió el jueves pasado por la tarde. Su madre señaló que se enteró de lo ocurrido porque "esa noche antes de irse a acostar Matías fue al baño y orinó las últimas gotitas de color rosado, y se asustó porque el año pasado había tenido otro traumatismo en la escuela. Recién ahí él me contó lo que sucedió". Marcela Pira agregó que la consulta con los profesionales médicos del Hospital Vilela sobrevino el día viernes "porque mi hijo empezó a manifestar dolores en el costado derecho, síntoma que se repitió durante toda la mañana".

Sin embargo el diagnóstico no determinó que fuera necesaria su internación, decisión que los médicos adoptaron recién el sábado luego del resultado de una ecografía en el riñón derecho que determinó la existencia de "un coágulo de sangre", según reveló Nilda de Pira, abuela de Matías,

quien se manifestó "molesta ya que a pesar de que día viernes mi hija fue a la dirección de la escuela a ponerlos en conocimiento del tema, nadie llamó para saber el estado de mi nieto durante todos estos días".

Desde la dirección de la escuela Pestalozzi, un directivo de apellido Cáceres expresó que "durante ese recreo �donde ocurrió la agresión� había docentes en el patio que no vieron nada que pudiera hacer sospechar nada". "Es más �acotó�, el nene no le dijo nada a la maestra porque no le dolía".

A modo de explicación el directivo arguementó que "por lo que cuentan los alumnos esto es una consecuencia muy desafortunada de un juego de los que acostumbran los chicos, sin tener en cuenta las consecuencias".

Cáceres reveló que "es habitual que jueguen de una manera de la cual nosotros no estábamos acostumbrados cuando éramos chicos, y en donde no tienen claro cuál es el límite entre un juego y lo que no es un juego y es una acción agresiva o violenta. Los chicos �agregó� aparentemente no lo distinguen porque es común que cuando uno les llame la atención por lo que están haciendo, muy asombrados responden que están jugando y que no hay razón para que uno les llame la atención".

El directivo aseguró que "ahora más que preocupados por lo que hicieron, los chicos están asustados, es decir tienen temor porque ven la trascendencia que se le ha dado a esto, ven un clima que escapa a lo cotidiano".

De igual forma Cáceres remarcó que "acordamos con el papá del alumno que la solución no depende de la escuela, ni tampoco solo de una acción conjunta de padres y escuela, sino de soluciones integrales que ataquen las causas profundas y reales que producen las situaciones de violencia".

Resaltó que "con esto no nos queremos desalentarnos con los logros, lo que podemos hacer en paliar la situación sin entrar en lo que puede ser una escuela represiva o autoritaria, hay que buscar formas acordadas y mecanismo consensuados entre maestros, alumnos y padres para lograr una convivencia más pacífica y menos riesgosa para los chicos".