La mujer que tuvo en su casa a la niña, posiblemente alojada en un centro de detención, no aportó muchos datos nuevos.
Por Juan Carlos Tizziani
desde Santa Fe
La trama de mentiras que rodea el caso de María Carolina volvió a quedar en evidencia ayer --en la segunda audiencia del juicio por "supresión de identidad" que se ventila en la Justicia Federal--, con las contradicciones de una testigo que tuvo en su casa a la niña antes de ser entregada a sus padres adoptivos, Jorge y María Guallane, en mayo de 1977. Irma Soria no pudo precisar con certeza cuándo recibió la chiquita ni cuándo se desprendió de ella a pesar de que la fiscal Griselda Tessio indagó sobre la cuestión ante la sospecha de que Carolina podría haber estado en un centro clandestino de detención junto con sus padres biológicos y luego fue depositada por el Ejército en la Casa Cuna de Santa Fe, supuestamente en febrero de 1977.
La docente jubilada ratificó en cambio que en 1984 quemó toda la documentación sobre la entrega de bebés durante la dictadura militar que estaba en poder de su hermana ya fallecida, Blanca Soria, quien actuaba como coordinadora de asistente sociales del Juzgado de Menores a cargo entonces de Luis Vera Candioti. Blanca fue quien llevó a Carolina a la casa de las Soria, pero la niña quedó bajo el cuidado de Irma, hasta que decidieron desprenderse de la nena porque estaba "muy enferma" y se la entregaron --en esa misma vivienda-- a los Guallane. Los interrogantes que no respondió Irma Soria seguramente se repetirán el 1§ de octubre próximo cuando tenga que declarar en la causa abierta por las Abuelas de Plaza de Mayo el ex juez Vera Candioti.
La fogata con los papeles de la fallecida asistente social ya era un hecho conocido, pero la fiscal Tessio confirmó que eso fue lo único que Irma Soria mandó a las llamas, ya que se convirtió en heredera universal de su hermana Blanca. Esas anotaciones y cuadernos no son las únicas pruebas que se esfumaron: también desapareció toda la documentación que había de los años del proceso, entre 1976 y 1983, en la Casa Cuna, que en ese lapso estuvo bajo jurisdicción del Ejército y la justicia federal, a pesar de ser un instituto de la provincia.
En su declaración ante Rogiano, Irma recordó también cómo llegó la niña a su casa. "Probablemente en los meses de marzo--abril de 1977, llega a mi cargo María Carolina a través de mi hermana Blanca, quien trabajaba en el Juzgado de Menores como coordinadora de asistentes sociales. A mi me dijo que (la nena) estaba internada en la Casa Cuna, con síndrome de tristeza, que si seguía así se podía morir y necesitaba de una familia, de un ambiente familiar que se ocupara de ella".
Añadió que la chiquita "tenía aproximadamente doce meses, no caminaba, no balbuceaba ni hablaba nada. No reaccionaba a los estímulos como la música, los ruidos. No reaccionaba para nada. A raíz de ello la hice examinar con diversos especialistas, entre ellos la doctora Mántaras, quien dijo que físicamente era sana pero que al no reaccionar ante los estímulos tenía una enfermedad siquiátrica similar a un estado de shock. Era una nenita desarrollada, normal, pero extremadamente pálida. Creo que también tenía signos de desnutrición".
Un documento del Ejército señala que la nena estaba con sus padres en una finca de calle Castelli que fue arrasada por fuerzas de tareas, pero la nota fue fraguada porque ese operativo se realizó ocho días después de la fecha que estampó el teniente coronel Carlos Enrique Pavón, otro de los que tendrá que declarar en la causa.