Cuatro horas declarando ante Prunotto Laborde

La dirigente de la APDH fue citada ayer por el juez que investiga el atentado del que fuera víctima el 8 de octubre pasado.

Por José Maggi

Finalmente en la mañana de ayer Mariana Hernández Larguía fue citada a declarar por el juez Adolfo Prunotto Laborde, a cargo del Juzgado Instrucción N§ 14, quien investiga el atentado explosivo que la dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos sufriera en su domicilio en la madrugada del 8 de octubre. La medida fue un verdadero gesto de "desperezamiento" de la causa que permanecía sin novedades desde la misma noche de la explosión, como lo revelara Rosario/12 en su edición de ayer, que daba cuenta de la inacción judicial y de la actitud de la propia policía en hacer circular la versión del "autoatentado", luego de tratar de inculpar al cuerpo de seguridad de la UNR, y de despegar del caso al principal sospechoso: Walter Pagano, un ex servicio de inteligencia del ejército, quien hoy permanece fiel a su vocación aunque con patrón desconocido. De igual modo la militante relató con lujo de detalles otro de los hechos que la tuvo como protagonista en su vivienda del barrio de Fisherton cuando fue baleada en un brazo por tres hombres que intentaron robarla al grito de "zurdita, dame todos los dólares". La causa en la que ni siquiera fue llamada a declarar quedó misteriosamente sin resolución.

"El 3 de marzo de 1990 a la madrugada alrededor de la una y media, en momentos en que estaba levantando la ropa de la soga, tres personas entraron en mi casa. Una de ellas me tomó de la espalda, me levantó del cuello, y me puso una pistola en la cabeza. El que me tenía tomada me empezó a arrastrar hacia la cocina mientras me gritaba 'zurdita, dame todos los dólares'", contó Mariana ante el juez.

"Cuando ven quién estaba en la casa, uno de ellos me dice 'ahora nos vamos a divertir' y otro que estaba atrás dice 'esta la pendeja también'. Mi hija había cumplido ese mismo día 18 años. En ese momento yo giro, y le pego una patada en los testículos al que me tenía agarrada, me suelta y quedamos los dos frente a frente. Me pone la pistola en el pecho que se desliza por mi brazo derecho y dispara. 'Qué hiciste pelotudo' le grita uno de ellos al que disparó. Los tres tenían medias en la cara", narró.

Hernández Larguía reveló que "nunca fue un juez al sanatorio a tomarme declaración o a preguntarme nada". El episodio cuya herida le insumió un largo de recuperación en Argentina, más un tratamiento en Cuba, nunca fue investigado.

Mariana dejó constancia en su declaración de ayer ante Prunotto Laborde �que duró más de cuatro horas� de la interminable lista de amenazas que sobre su persona, la de su familia y de militantes de organismos de derechos humanos, había realizado el propio Walter Pagano.

Así recordó el hecho ocurrido en Italia y Mendoza, en inmediaciones del comercio de venta de revistas que tenía el denunciado. Y también del hecho de abril del 94 cuando insultó y amenazó a ella y a su esposo Gustavo Brufman en la facultad de Derecho, a quien volvió a amenazar de muerte en agosto del 94 en la Facultad de Humanidades. En tanto en diciembre del 94 en ocasión del "tractorazo" fue Gustavo Martínez el amedrentado. Finalmente en febrero del 95 nuevamente Brufman fue objeto de insultos y amenazas de parte de Pagano quien le gritó en la cara "judío de mierda te voy a cortar los huevos y te los voy a hacer tragar".

Hernández Larguía le recordó al Prunotto Laborde que la denuncia fue presentada ante la justicia el 2 de marzo del 95 e ingresó en el juzgado Correcional de la cuarta nominación a cargo de la doctora Graciela Seda, quien sobreseyó a Pagano.

Con respeto al atentado que sufrió hace 20 días, hoy declarará uno de los hijos de Mariana, presente en la vivienda de calle Brassey 7738 de Fisherton en el momento de la explosión.

Hasta el momento nada se ha aclarado desde el propio ámbito judicial acerca de la información revelada ayer por Rosario/12 y que daba cuenta de la pertenencia de Jorge Walter Pérez Blanco a la agencias de vigilancia El Centinela. "Walter West" o Jorge Pérez como es conocido en la actualidad fue el cerebro de la banda del servicio de inteligencia del ejército, y como docente de la cátedra de Medicina Legal y de la carrera de post grado de médico legista fue separado de su cargo luego que un grupo de militantes de derechos humanos entre los que se encontraba Mariana Hernández denunciara su pasado a través de este diario.