Por Oscar Lúpori
El Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), a los 50 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, siguiendo lo establecido en ella, piensa que nuestra área metropolitana se debe un diálogo sincero y eficaz sobre la misma. Versa sobre cuestiones que hacen al presente y al futuro de muchos seres humanos.
"Reafirma la fe en los Derechos Fundamentales del Ser Humano, la Dignidad, el Valor de la persona humana", en cuanto centro y fin de la sociedad y el estado. "Promueve el progreso social y eleva el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de Libertad". Sobre todo hoy, cuando ciertos grupos y estados prefieren los derechos de los inversores o las urgencias económicas, postergando, excluyendo y sacrificando a las mayorías y a su medio ambiente.
Los "miembros de la sociedad tiene derecho a la seguridad social y a obtener la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales indispensables a su dignidad y al desarrollo de su personalidad". Sin embargo, entre nosotros, después del terror vino el ajuste con desempleo, subempleo y desesperanza de conseguir trabajo o condiciones laborales degradantes. La lógica de la oferta y la demanda, de la eficiencia y la productividad nos ubican como factor del mercado o variables económicas más allá de nuestras necesidades. Por criterios contables de costo� beneficio se baja el nivel de salud, los jubilados están como están y se educa para tener "capital humano".
Hoy más que ayer es cierto que nuestros niños no "nacen iguales en dignidad y derechos". Miremos a los desnutridos, a los residentes en asentamientos y villas, a los hijos de desocupados.
"Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona", pero entre nosotros, hay muchos para quienes la vida no tiene valor, hay otros que nunca disfrutaron la seguridad ni tuvieron las condiciones para una libertad creativa. No es raro que personas en tales condiciones atenten contra la vida y la seguridad de otros. Para esto, la represión no es solución.
Miremos la impunidad de los poderosos... Veamos la represión contra los que claman y luchan... Escuchemos el dolor y la angustia de cuantos reclaman verdad, justicia y reparación.
Nos confunden los dobles mensajes de "sacrificarnos para el futuro", "olvidar para reconciliarnos", "dejar los asuntos en manos de los que saben para capacitarnos y saber ejecutar", "la eficiencia para la calidad educativa y la excelencia académica". Nos ocultan el ajuste, la impunidad, el autoritarismo y la elitización. Movilicémonos, participemos y organicémonos para construir una ciudad segura, saludable y educadora para todos.
Consideremos "esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el ser humano no sea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión".
"Qué importante el Ser Humano! Lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos" (Salmo 8).