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![]() Alfredo Fortabat con su puro característico. Fundó uno de los grandes imperios económicos. |
![]() Rodríguez dice que Fortabat le mostró una libreta de enrolamiento y le aseguró: "Este es mi hijo". Afirma que, cuando lo vio, supo que era el documento que él mismo había perdido un año antes. |
Encuentro: "Yo lo tocaba, lo apretaba, pero él ni se movía. Me dijo que había abandonado un hijo. Yo le dije que buscaba un padre..." | Vergüenza: "No me animé a pedirle trabajo a don Alfredo cuando un día me dijo: 'Tengo dos barracas'. El le llamaba barracas a las fábricas". |
![]() Rodríguez dice que le decía: "Tiempo al tiempo". |
![]() El DNI de Rafael Rodríguez.
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Por Andrés Klipphan
Desde Tres Arroyos
![]() Alfredo Fortabat murió el 10 de enero de 1976 de un derrame cerebral. Tenía 82 años y un inmenso imperio económico. Rehacía su testamento todos los años, pero el último nunca se encontró. Rafael Rodríguez dice que don Alfredo en persona le comunicó un día que eran padre e hijo. Era 1973 y Rafael estaba almorzando cerca de la fábrica de premoldeados donde trabajaba. "Estoy buscando un hijo", dice Rafael que le dijo el hombre. "Y yo un padre", le contestó. Fortabat, apunta con voz quebrada, le mostró una libreta de enrolamiento y le aseguró: "Este es mi hijo". Era el documento que Rafael había perdido un año antes. "Después nos vimos varias veces", enfatiza el hombre, y asegura que el millonario no se atrevió a hablar de la mujer que lo engendró. Tampoco Rodríguez se animó a cuestionar el abandono, dice ahora, antes de llorar. Rafael interrumpirá su relato varias veces. Dirá que cinco meses antes de morir, don Alfredo lo invitó a hablar a una de sus estancias. Pero no fue. "Tenía miedo. No sabía qué me podía pasar. Estaban pasando cosas raras. Yo vivía, como ahora, en Tres Arroyos, y un tiempo antes una persona bajó de un coche con patente de Olavarría y le reclamó a mi esposa datos de toda mi familia. Nos dijo que era para favorecernos. Que 'el señor quiere estos datos'". El y sus hijos sospechan que sus nombres estaban incluidos en el testamento de Fortabat que nunca se encontró. Con el patrocinio de Ricardo Monner Sans, acaba de presentar ante la Justicia un "proceso por filiación". Entre otras medidas, pidió que se tomen muestras del cadáver de Fortabat para realizar una prueba de ADN. El hombre que reclama la filiación no pudo tener una vida más miserable. Un hombre al que llamaba "padrastro" lo obligó a recorrer las calles de Santa Fe en busca de un trozo de pan y pelearse en el matadero por un pedazo de hígado de vaca. Rafael tiene 67 años, pero parece 20 años más viejo. Apenas puede caminar. Sus ojos alguna vez fueron marrones, pero ahora son casi grises de puro cansancio. Vive junto a su esposa, Ana Herczog, y sus tres hijos (Omar, Walter y Mónica). "Yo, cada día que me levanto, lo hago sabiendo que la plata es mía, y que puedo hacer con ella lo que se me dé la gana", cuenta que dijo la viuda de Fortabat, Luis Majul en su libro Los Dueños de la Argentina. A partir de ahora, y hasta que termine el juicio que comenzará a tramitarse mañana, cuando termine la feria judicial, Amalita ya no estará tan segura de esa frase. Página/12 entrevistó en Tres Arroyos a Rodríguez y en Bahía Blanca a quienes podrían ser los nietos de Fortabat. Habló con la trabajadora social que lo atendió de una infección pulmonar en el Hospital Penna de Bahía Blanca y accedió a la presentación judicial de Monner Sans. Lo que sigue es la historia que desvelará a Amalita. "A don Alfredo no le tengo rencor. Cuando me dijo que yo era su hijo, me pareció medio violento, era un hombre muy nombrado, y yo era una persona muy humilde. Hablamos varias veces, pero él no llegó a decirme nada. No me dijo por qué me abandono, por qué no me dio el apellido..." --¿Cómo fue el primer encuentro? --El era un hombre muy respetuoso. Yo estaba tomando un vaso de vino. El se me paró adelante, creo que era por el año '71 o '73, no sé bien, y me dijo: "Ando buscando un hijo. Yo lo miré y le dije: "Y yo, a un padre". "Este es mi hijo", me dijo mostrándome la libreta de enrolamiento que yo había perdido hacía un año. No me dijo ni una sola palabra cariñosa. Yo tenía más de cuarenta años. Me dio bronca que, después de tanto tiempo, se me presentara así. Yo tenía mucha alegría. Le tocaba la espalda así (acaricia el aire), lo palmeaba. Pero él no me dijo nada. --Cuando se paró delante suyo, ¿pensó en algún momento que podía ser su padre? --Tenía un presentimiento. Yo lo tocaba, lo apretaba, pero él ni se movía. Me dijo que había abandonado un hijo. Yo le dije que buscaba un padre... Y, cuando describió todos mis lunares, yo le dije: "Entonces es verdad que me conoce de cuando nací". Hay veces que a uno le cuesta creer. --¿Qué le cuesta creer? --La verdad es violenta. No sé si alguien puede entender lo que se siente que alguien se te presente, te diga que es tu padre y no te abrace, no te dé un beso. A mí de chico, tendría once años, o nueve, no me acuerdo, un ex sargento de policía me dijo: "Si querés, yo te llevo a conocer a tu padre". Y yo le dije que no. Tendría que haber ido. Ese día, el hombre que me criaba me había dicho que no era mi padre. Me dolió el corazón. No quise ir a conocer a mi verdadero padre porque tenía bronca. --¿Cómo fue su infancia? --La verdad, muy triste. No me da vergüenza decir que de chico salía a pedir pan para que no le faltara comida a él. Después iba al matadero a achurar. Tenía nueve años. Achuraba y siempre me daban algo. Un día me peleé con uno que me llevaba como cincuenta centímetros de altura. Nos pelamos por un pedazo de hígado. Me dio un golpe que quedé desparramado en el piso. El que carneaba nos dijo: "Hay un solo hígado, el que gana se lo lleva". Y yo perdí. Ese día no llevé nada a casa y (Gerónimo) Fleita me castigó porque el otro se había llevado todo el hígado. Lagunas
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![]() Siempre según el libro de Majul, la posterior dueña del diario La Prensa habría heredado de su marido 23 establecimientos de campo que totalizaban más de 160 mil hectáreas con 170 mil cabezas de ganado, cinco compañías cementeras; varias propiedades inmobiliarias; un Lear Jet, otro avión Beechcraft 90, un Cessna Sky Master, un helicóptero Hughes 500, un barco y varios automóviles. Si la Justicia llegara a dar vía libre al análisis de ADN solicitado por la familia y se llegara a establecer que Rafael Rodríguez es en realidad Rafael Fortabat, el indigente estaría en condiciones de pelearle a la poderosa viuda parte de esa espectacular fortuna, actualizada en más de 20 años. Más difícil sería luchar por las ganancias que desde la muerte de Fortabat consiguió Amalita. Sólo en pinturas tiene un capital de 300 millones de dólares. |
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Por A. K
Desde Bahía Blanca
![]() A diferencia de su padre, a quien se lo entrevistaría nueve horas después en Tres Arroyos, los jóvenes de 30 y 27 años que dicen ser nietos de quien fuera el empresario del cemento más rico del país no dudan en afirmar que, además de recuperar el apellido para que Rafael Rodríguez recupere el honor, quieren obtener de Amalia Lacroze la fortuna que "le corresponde a nuestro padre". "Es una razón de justicia", dice Walter. Walter es capataz en una firma de apicultura que se dedica a la exportación de miel. Marcela hace trabajos de contaduría en su casa. Lo poco que ganaban lo invirtieron en pagarle honorarios por adelantado a una abogada que terminó, según cuenta, estafándolos. Dicen que la letrada "se dio vuelta" después de haberse reunido con Pedro Eugenio Aramburu (h), el vicepresidente de Loma Negra y mano derecha de Amalita. Walter y Marcela cuentan las veces que acompañaron a su padre, a quien le dicen "Don Rafael", a la misa que en memoria de Fortabat se realiza año tras año en la capilla de Loma Negra, en Olavarría. Detallan algunas conversaciones con la millonaria y con Aramburu. Dicen que Aramburu les llegó a ofrecer 50 mil dólares para que desistan del juicio por filiación, y que a partir de ese momento comenzaron a ser amenazados. También afirman que después de ese "tenso" encuentro, "desapareció del Colegio Jesuita donde estudió nuestro padre la documentación que acreditaba" ese hecho. Como único documento probatorio conservan la libreta de enrolamiento de Rafael en el que figura, como domicilio, la dirección del colegio. Ahora, la Justicia deberá investigar la verdad cotejando los nuevos elementos con el relato de los Rodríguez. Y sin duda tendrá que llenar los baches. Por ejemplo éste: si, como creen, Fortabat pagaba la cuota del pupilato, ¿por qué después lo abandonó a su suerte? ¿Por qué, después, el multimillonario se presentó ante su presunto hijo pocos años antes de morir? ¿Por qué en 1930 un próspero empresario pudo haber abandonado a la buena de Dios a un hijo engendrado con una amante? ¿Alfredo Fortabat actuó por remordimiento y por eso buscó a Rafael? Pero, ¿por qué 41 años después? Son algunas de las preguntas sin respuesta que se suman a otro misterio que desvela a Walter y Marcela: ellos creen que en el desaparecido testamento de Fortabat estaba incluido en nombre de su padre. |