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volanta de nota The Rolling Stones

La Inglaterra de los 50 vivÌa el shock de la posguerra debatiÈndose en una versiÛn british del retrato que pinta el tango: la verg¸enza de haber sido y el dolor de ya no ser. Los dÌas del imperio donde el sol nunca se ocultaba habÌan terminado abruptamente con el nuevo reparto del mundo que anticipÛ la conferencia de Yalta, cuando ya se avecinaba el final del demente sueÒo hitleriano del Reich milenario.
La sonrisa de Churchill dibujada sobre su inseparable habano parecÌa m·s una mueca irÛnica de resignaciÛn inevitable: la verdadera pulseada por la reparticiÛn del planeta en dos grandes zonas de influencia geopolÌtica la estaban jugando Roosevelt y Stalin. Inglaterra, la isla que la Luftwaffe no pudo doblegar a pesar de los bombardeos de saturaciÛn, la que habÌa dado hasta la ™ltima gota de la sangre, sudor y l·grimas que le habÌa exigido su anciano paladÌn conservador, veÌa disolver su influencia a la de una potencia de segundo orden en el ajedrez de la Guerra FrÌa.
En esa Inglaterra que cicatrizaba lentamente de las heridas bÈlicas, entre tarjetas de racionamiento y enormes descampados donde debÌan reconstruirse barrios enteros, crecÌa una nueva generaciÛn ansiosa de quitarse de encima el lastre de un orden social que no habÌa cambiado sustancialmente desde la Època victoriana. Hasta entonces, un adolescente era b·sicamente un adulto en miniatura que reproducÌa, en escala, los valores de sus mayores. Se vestÌa como su padre ‚sÛlo que algunos talles menos‚, seguÌa la profesiÛn o el oficio de su progenitor, pensaba como Èl y aspiraba a transmitir esos valores a sus propios hijos. La vida transcurrÌa sin estridencias. Las penas del trabajo, los problemas hogareÒos o las frustraciones del tedio y la falta de estÌmulos se ahogaban en el pub de la esquina, frente a una pinta de cerveza. SÛlo un milagro podÌa cambiar ese decorado cartÛn piedra, y ese milagro se llamÛ rock and roll.

SEXO Y SUDOR A mediados de los 50 la m™sica popular inglesa estaba dominada por baladistas de la escuela crooner y por las grandes (y desvaÌdas, en la versiÛn inglesa) bandas de jazz tradicional que animaban los grandes salones de baile. Era la m™sica de los mayores, prolijita y aprobada. Pero la llegada de las im·genes de un joven cantante sureÒo norteamericano llamado Elvis Presley, traÌdas a la isla en blanco y negro por los flashes de los noticieros cinematogr·ficos, tenÌan un contenido de magia y electricidad que produjo un contagio masivo e instant·neo en los adolescentes brit·nicos. Ese ritmo era algo totalmente inaudito. Rezumaba vigor, adrenalina y sexo.
En pocos aÒos Inglaterra se llenÛ de miles de grupos deseosos de producir su propia versiÛn de esa m™sica vibrante y liberadora. Los m·s audaces e investigadores se atrevieron a bucear en las raÌces de ese rock & roll y descubrieron la rica herencia del rhythm & blues, a su vez heredero de la tradiciÛn de los pioneros del Delta del Mississippi. Los barcos que recalaban en los puertos de Liverpool y Southampton traÌan una carga extra desde el otro lado del Atl·ntico: oscuros simples de 45 rpm, con los nombres de Chuck Berry, Bo Diddley, Muddy Waters, Howlin. Wolf, Slim Harpo, Jimmy Reed y otros m™sicos ignotos para el gran p™blico. Estos discos llegaban a unas pocas casas especializadas y eran literalmente arrebatados por jovencitos que a™n no alcanzaban los veinte aÒos pero que ya poseÌan un amplio conocimiento del evangelio del rhythm & blues. Dos de ellos provenÌan de un suburbio del suroeste de Londres llamado Richmond y habÌan descubierto en el pupitre de la escuela secundaria que compartÌan un amor en com™n por el rock & roll. Se llamaban Mick Jagger y Keith Richards.

CONTRA LOS BUENOS MODELOS Los dÌas formativos de los Rolling Stones ya forman parte del folklore colectivo del rock internacional. Debemos seÒalar, sin embargo, que hubo un puÒado de aÒos cruciales, los que van de 1962 a 1964, en el desarrollo del naciente rock inglÈs. Es importante comprender, adem·s, que este desarrollo no se dio en el vacÌo. La Inglaterra adormilada de la inmediata posguerra habÌa comenzado a despertar en varios frentes: en la literatura y el teatro fue la Època de los Angry Young Men (la generaciÛn de escritores que cuestionaba a travÈs de sus obras valores hasta ahora intocables como la monarquÌa, la rÌgida estratificaciÛn en clases sociales, la moral victoriana y los efectos destructivos de la diaria rutina laboral). En el ·mbito polÌtico, los jÛvenes comienzan a movilizarse ante el peligro de una guerra atÛmica (especialmente despuÈs de la crisis de los misiles soviÈticos emplazados en Cuba en 1961). Esta nueva postura de los jÛvenes frente a su sociedad y su tiempo impregna desde el vamos el rock inglÈs de los 60 en general y el de los Rolling Stones en particular. Al principio es m·s una cuestiÛn de actitud e imagen, cuyos aspectos m·s visibles son la ropa informal sobre el escenario (en un ·mbito caracterizado por grupos prolijos y atildados) y en el largo sobrenatural de los cabellos, complementando una m™sica que se vuelve m·s ambiciosa con cada presentaciÛn.
A diferencia de otros grupos ingleses de rhythm & blues blanco, los Rolling Stones sacan ventaja por la idoneidad de sus m™sicos ‚la escena de Jagger, la versatilidad de Brian Jones en diversos instrumentos, la guitarra zumbona de Richards y el sÛlido apoyo de la base rÌtmica Watts Wyman, adem·s del d™ctil piano del „sexto Stone¾ Ian Stewart‚ pero, adem·s, porque consiguieron decantar la parte m·s tab™, m·s sexualmente agresiva de la m™sica negra: el R&B de Memphis y de Chicago. Las reacciones de histeria masiva que desatan temas como „Route 66¾, „I just wanna make love to you¾, „Everybody needs somebody to love¾ o „Little red rooster¾ en aquellos primeros recitales son el testimonio de que el p™blico en verdad se transformaba con los Stones: en esos conciertos no alcanzaban el tercer o cuarto tema antes que un puÒado de exaltados irrumpiera en el escenario precipitando el final.
Esta visiÛn apocalÌptica de un grupo de rock poniendo de cabeza los buenos modales brit·nicos, dejando a su paso un tendal de teatros con butacas destrozadas o arrancadas de cuajo, pronto atrajo al elemento sensacionalista del cuarto poder, que comenzÛ una campaÒa para consagrar a los Rolling Stones como enemigos p™blicos n™mero uno del orden y la moral, escalada que culminÛ con aquel cÈlebre titular de tabloide dirigido, sin duda, al s™bdito inglÈs pundonoroso y temeroso de Dios: „øDejarÌa usted que su hija se case con un Rolling Stone?¾.
El reino ya tenÌa su grupo pulcro, atildado y querido por igual por nietas y abuelas, que eran los Beatles, con las uÒas largas que habÌan desarrollado en los lupanares de Hamburgo prolijamente limadas por Brian Epstein. El entonces manager de los Stones, Andrew Loog Oldham ‚que de tonto no tenÌa un pelo‚ comprendiÛ enseguida lo que tenÌa que hacer: explotar esa veta de renegados y marginales que la prensa le endilgaba a sus protegidos, hasta las ™ltimas consecuencias. Los Rolling Stones serÌan la imagen opuesta de los Beatles.

NO CONSIGO SATISFACCION Otro triunfo estratÈgico de Oldham fue persuadirlos de ponerse a componer. Los Rolling Stones originales eran excelentes intÈrpretes de rhythm & blues y soul americano, pero si querÌan establecer una personalidad propia en el ya hipercompetitivo mercado del rock inglÈs (donde ya funcionaban los Who, Kinks, Animals, Pretty Things y Spencer Davis Group, entre muchos otros), debÌan escribir sus propias canciones. Comprensiblemente, los primeros intentos de temas propios („Little by little¾, „Heart of stone¾ o „What a shame¾) seguÌan la estructura propia de sus Ìdolos de R&B, pero ya en temas tan tempranos como „Off the hook¾ se aprecia esa mezcla de frustraciÛn, duda y desconfianza ante el sexo opuesto que les valieron a Jagger y a Richards las primeras acusaciones de misoginia, pero que tan bien resume las difÌciles relaciones de las parejas inglesas de entonces. La creciente popularidad de los Rolling Stones, su primera gira por Estados Unidos y la valiente decisiÛn de ir a grabar a los estudios Chess, donde se habÌan registrado tantos discos de sus m™sicos favoritos, sumado al fogueo de recitales constantes, le dio a la banda una nueva confianza en sus propias fuerzas. Durante una de estas visitas a NorteamÈrica se gestÛ el primero de los grandes Èxitos del grupo: „(I canåt get no) Satisfaction¾. El concepto sociedad de consumo reciÈn se hizo popular a partir de 1967, pero los Rolling Stones ya lo estaban anticipando a travÈs de un ritmo irresistible y de un protagonista que va en su auto y „sale un tipo de la radio para decirme cu·n blancas pueden ser mis camisas / y yo no puedo obtener satisfacciÛn / y el tipo de la tele me dice que no puedo ser un verdadero hombre porque no fumo los mismos cigarrillos que Èl¾.
Aunque no se les dÈ justo crÈdito por ello, los Rolling Stones fueron tambiÈn uno de los primeros grupos en comprender la importancia del cambio de orientaciÛn del mercado discogr·fico, del disco simple de 45 rpm al ·lbum de doce o catorce canciones. El longplay existÌa desde 1948, pero hasta bien entrados los 60 era tratado como un rejunte de temas, destinado a contener una o dos canciones que habÌan sido simples exitosos y completado con rellenos de calidad variable. Ya desde sus primeros ·lbumes (The Rolling Stones, The Rolling Stones volume 2, Out of our Heads) exhibÌan un tratamiento parejo y respetuoso de su repertorio de larga duraciÛn, algo que se acrecienta a™n m·s con la apariciÛn de Aftermath en 1966.
En el mundo del rock se abraza la nociÛn de ·lbum conceptual cuando todas las canciones conforman una unidad tem·tica (Tommy de The Who, The Dark Side of the Moon de Pink Floyd). Pero los Stones concretan en Aftermath (1966) una unidad conceptual de enfoque, de actitud. Y es una actitud de pocos amigos, por cierto. El protagonista de „Paint it black¾ est· peleado con el mundo y quiere ver todo de negro; la chica-fashion de „Stupid girl¾ recibe un gaste de dos minutos y medio y uno ciertamente no querrÌa estar en los zapatos de la destinataria de „Under my thumb¾: „Bajo mi pulgar / est· la chica que alguna vez me tuvo a su merced / bajo mi pulgar / est· la chica que alguna vez me tratÛ con prepotencia¾. Pero los Stones de Aftermath no son pura misoginia: „Flight 505¾ toca con ironÌa el tema de la impotencia de la fama ante los caprichos del destino, y algo similar pasa con „High and dry¾. Musicalmente, Aftermath es tambiÈn un punto de inflexiÛn, dando comienzo a una etapa experimental del grupo. El uso de cÌtaras (cortesÌa del siempre inquieto Brian Jones), la recurrencia a ritmos folk, la inclusiÛn de un extenso tema improvisado en el estudio („Iåm going home¾) y la monolÌtica performance de la banda de principio a fin, hablan de un notorio proceso de consolidaciÛn interna.

Y DROGAS TAMBIEN Llega 1967 y al rock inglÈs, tanto como al norteamericano, le estalla la revoluciÛn psicodÈlica. La marihuana y el LSD son los catalizadores preferidos para „expandir la mente¾, pero las drogas alucinÛgenas son sÛlo un elemento m·s de una filosofÌa de oposiciÛn al sistema, que tiene sus principales ideÛlogos en la ciudad de San Francisco, principal escenario del Verano del Amor. Los jÛvenes que convergen de a miles en San Francisco buscan un proyecto de vida diferente, desprecian la sociedad consumista ‚¾pl·stica¾‚ de sus mayores y queman en p™blico sus tarjetas de reclutamiento, como sÌmbolo de violenta oposiciÛn a la guerra de Vietnam. Los grupos m·s populares de la movida ‚Grateful Dead, Jefferson Airplane, Country Joe & The Fish‚ suelen hacer causa com™n con sus audiencias, tocando gigantescos recitales al aire libre, a menudo gratis, o cobrando una entrada econÛmica destinada a fomentar causas vinculadas con la contracultura joven. En Londres surgen bandas como Cream, Traffic y Pink Floyd, que mezclan la vieja base de rhythm & blues con experimentos mucho m·s osados. Los Beatles, con un timing admirable, editan Sargento Pepper y cambian otra vez las reglas del juego del rock. Todo es posible: usar cintas al revÈs, bandas de bronces, sonidos orientales, ritmos de vaudeville.
En medio de tantas flores, los Rolling pasan un aÒo terrible. El viejo establishment inglÈs, ansioso de cobrarles las cuentas pendientes, parece decidido a quebrarlos fÌsica y moralmente a travÈs de una persecuciÛn casi sistem·tica que usa por excusa la supuesta posesiÛn de drogas. Richards, Jagger y especialmente Jones entran y salen varias veces de la c·rcel. Como fuere, todavÌa les queda tiempo para grabar uno de sus simples m·s osados, „Let¼s spend the night together¾ en el que, a una sociedad que todavÌa no habÌa logrado digerir la inminente revoluciÛn sexual, Jagger les dice: „SatisfarÈ cada uno de tus deseos / y sÈ que habr·s de satisfacer los mÌos / pasemos la noche juntos / te quiero m·s que nunca¾. Un juego de niÒos visto desde 1998, pero 31 aÒos atr·s estas estrofas motivaron un arrebato del conductor de TV norteamericana, Ed Sullivan, quien obligÛ a Jagger a cambiar la letra antes de sacarlos al aire.
Curiosamente, aunque el ¼67 los tratÛ bastante mal, los Rolling tuvieron tiempo de editar dos ·lbumes: Between the Buttons, un collage iluminado de pequeÒas viÒetas con tintes psicodÈlicos, baladas y R&B de buena cuna, al que quiz· le faltÛ un hit definitivo para hacer pie en esos meses de tanta riqueza discogr·fica, y Satanic Majesties, que les fue bastante peor, debido a las inevitables comparaciones con Sargento Pepper. Al igual que el ·lbum de los Beatles, Majestades traÌa una tapa colorida y original, con una foto en tres dimensiones y algunos sÌmbolos psicodÈlicos sueltos aquÌ y all·, pero las similitudes terminaban allÌ. Los Rolling anticipaban cuestionamientos filosÛficos futuristas en temas como „2000 Man¾, comentaban con ironÌa y cierta melancolÌa sus recientes experiencias carcelarias en „Citadel¾ y experimentaban con ritmos e instrumentos exÛticos en el resto del ·lbum.

FIN DE FIESTA Para mediados de los 60, los Rolling Stones habÌan contribuido como pocos a alimentar el fuego de los cambios sociales en Inglaterra tan sÛlo exhibiendo el desparpajo y la soltura propias de una banda de rock independiente, que no toleraba durante mucho tiempo ‚como pronto comprobarÌa el propio Oldham‚ a quienes intentaran modelar o moderar su imagen. Ahora, hacia fines de la dÈcada, cuando pocos creÌan en una resurrecciÛn de la credibilidad de la banda, Jagger & CÌa fueron de los primeros en observar que el Ìdolo de paz y amor blandido por los hippies en el Verano del Amor tenÌa los pies de barro. „Jumpin. Jack Flash¾ y „Street Fighting Man¾, dos simples de 1968, anticipaban el fragor de las luchas estudiantiles parisinas de esos dÌas y tambiÈn el encarnizamiento de los choques entre la policÌa y los opositores a Vietnam en Estados Unidos que ocasionÛ la masacre de la Universidad de Kent State. El ·lbum Beggars¼ Banquet, aparecido a mediados del ¼68, era un verdadero informe de situaciÛn a la vez que reunÌa la mejor m™sica que los Rolling Stones hayan grabado antes o despuÈs. Entre poemas de amor en lenguaje de blues (como „No expectations¾) y risueÒos dramas sentimentales en veta country (como „Dear Doctor¾), navegaban perlas de sensibilidad social (como „The salt of the earth¾) o el tema que se convertirÌa en insignia para el grupo, „Sympathy for the Devil¾ (errÛneamente traducido como „SimpatÌa por el diablo¾ cuando lo correcto serÌa „comprensiÛn¾ o „consideraciÛn¾). A lo largo de cinco minutos, Jagger persigue al Angel CaÌdo, y acusado de todos los males del mundo, a travÈs de un sinfÌn de acontecimientos histÛrico-sociales, como la condena de Cristo a manos de Poncio Pilatos, la sangrienta toma del Palacio de Invierno durante la revoluciÛn bolchevique de 1917 y el abrumador avance de los tanques de Hitler en pleno fragor de la Segunda Guerra: „Y asÌ como cada policÌa es un criminal / y todos los pecadores, santos / asÌ como la cara es ceca / ll·mame Lucifer / porque necesito alg™n tipo de lÌmites / °Mucho gusto! espero que adivines mi nombre / sÈ que lo que te confunde es la naturaleza de mi juego¾. Mientras Jagger preparaba esta letra, en Vietnam la ofensiva del Vietcong terminaba con cualquier ilusiÛn de un final r·pido y victorioso para ese conflicto que se iba convirtiendo m·s y m·s en un vergonzoso for™nculo para los generales del Pent·gono. El final de la dÈcada serÌa con dientes apretados, alternando la ilusiÛn acuariana del festival de Woodstock y la llegada del hombre a la Luna, con la muerte de Brian Jones, los asesinatos del Clan Manson y el gigantesco cÛctel de malas ondas que significÛ el Festival de Altamont ‚cierre de la gira estadounidense de los Stones‚ donde un miembro de los Hell¼s Angels apuÒalÛ hasta la muerte a un espectador que blandÌa un revÛlver a escasos veinte metros de donde Jagger cantaba la canciÛn de Lucifer.

LA RESACA DEL DIA DESPUES Si los 60 fueron los aÒos de las utopÌas de paz y amor, la dÈcada siguiente fue la gran resaca del dÌa siguiente. La industria discogr·fica, favorecida por la revoluciÛn en las comunicaciones que significÛ la difusiÛn masiva de las emisoras de FM y las transmisiones televisivas vÌa satÈlite, empezÛ a expandirse a un ritmo sin precedentes. La popularidad masiva de grupos de rock como Led Zeppelin, Pink Floyd, Deep Purple y los propios Rolling Stones hizo el resto: en poco tiempo las ganancias se centuplicaron y el concepto de „disco de platino¾ empezÛ a formar parte de la lingua franca de los ejecutivos de grabadoras.
A esa altura, los Stones ya habÌan probado el lado oscuro del negocio. Les habÌa costado mucho dinero librarse de su viejo grabadora, Decca, un sello conservador a ultranza con el cual ya no se miraban a los ojos desde hacÌa aÒos. La popularidad masiva, con su carga de adulones, groupies, dealers y „monitores¾ de todo tipo rondando a los m™sicos dÌa y noche, tambiÈn habÌa dejado su impronta en la banda.
Con nuevo guitarrista ‚Mick Taylor‚, los Rolling Stones graban tres de sus ·lbumes m·s recordados: Let it Bleed, Sticky Fingers y Exile on Main Street, donde se despachan a gusto con varios de los temas que los acuciaban en esos dÌas. Algunos temas son verdaderos hitos, como „Gimme shelter¾, cuya letra y m™sica ominosas reflejan palmo a palmo ese clima de inseguridad e incierta amenaza que se palpaba en el aire: „Ooh, una tormenta amenaza mi vida misma hoy / si no consigo refugio / voy a desaparecer / la guerra, niÒos, est· a un solo tiro de distancia¾. „Wild Horses¾, „Sister Morphine¾ y „Rocks Off¾ eran ecos de la soledad y la alienaciÛn que no parecÌan respetar ni siquiera a las estrellas de rock.
Mientras muchos hippies de ayer se transformaban en los ejecutivos del maÒana, mientras miles de inocentes morÌan sacrificados en los altares de fundamentalismos militares, mientras un Nixon vencido dejaba la Casa Blanca tras el bochorno de Watergate, los Rolling transitan la elegante decadencia de su primer roce con el superestrellato. Los ·lbumes Goat Head.s Soup y It.s Only Rock.n.Roll hablan justamente de eso: urbes donde policÌas exacerbados matan inocentes, groupies de estrellas de cine, danzas macabras con el diablo a cambio de quiÈn sabe quÈ prebendas: „Es sÛlo rock¼n¼roll¾, dice, en efecto, Jagger, „pero me gusta¾.

NO FUTURE FOR YOU ! Tras la partida de Mick Taylor, visiblemente exhausto del tren stoniano del exceso sin obtener el crÈdito musical al que se consideraba acreedor, los Rolling derrapar·n con dos discos inconsecuentes: Black and blue y Love You Live. Atrapados en un entuerto legal por el persistente h·bito de heroÌna de Richards, complicados por problemas familiares de divorcios y nuevos matrimonios, no era el mejor momento para recibir un cachetazo musical-ideolÛgico, pero la vida te da sorpresas. LÈase, el punk. Desde el corazÛn de Londres, Johnny Rotten y sus Pistols lanzan sus lenguas venenosas pidiendo el retiro de los gerontes del rock and roll por caducos y por irrelevantes. Los Stones sonrÌen, displicentes, pero le dedican al asunto un par de minutos de consideraciÛn y ‚ya con su nuevo guitarrista, Ron Wood‚ hacen de su siguiente ·lbum Some Girls un ejercicio de aggiornamiento sonoro: producciÛn limpia y met·lica y un repertorio con la crudeza del punk, reserv·ndose el tema principal („Miss you¾), sin embargo, para emular eficazmente el otro fenÛmeno musical de la era: la m™sica disco.

EL ROCK ESPECTACULO Es curioso cÛmo hay etapas que se queman aceleradamente. Entre 1977 y 1980 el punk se domesticÛ y se transformÛ en New Wave. Un demente acabÛ de cuatro tiros con uno de los grandes referentes de las utopÌas sesentistas, que a la vez siempre habÌa tenido la cabeza en la tierra: John Lennon. El rock de los 80 se sumergiÛ en el tecno, se sofisticÛ con innumerables adelantos sonoros y alumbrÛ una cadena de difusiÛn masiva en los albores mismos de la TV cable: la estaciÛn MTV. La dÈcada vio un desfile de rockers pulcros y presentables, encaram·ndose en los charts al comp·s de ritmos new romantic o baladas lacrimÛgenas: un rock bien vestido y opulento, acorde con el milagro econÛmico que prometÌa la administraciÛn Thatcher en Inglaterra y el viejo cowboy Reagan del otro lado del charco.
Con un oÌdo atento a los cambios y el otro en su propia m™sica, los Stones sofisticaron su show escÈnico para adaptarlo a la realidad de los estadios, ™nico h·bitat que podÌa albergarlos desde principios de los 70: escenografÌas cada vez m·s complejas, pantallas gigantes y aprovechamiento de la tecnologÌa inal·mbrica permiten a Jagger hacer aerobics por multitud de rampas, mientras recorre las estrofas de viejos hits. Ni la cada vez m·s frecuente ocurrencia de m™sicos invitados para reforzar la estructura b·sica de la banda, ni la deserciÛn del bajista Bill Wyman a principios de los 90 han alterado en forma significativa el b·sico show de rock and roll que los Rolling ponen gira tras gira sobre el escenario durante dos horas y pico. Mientras el mundo se acerca al cambio de milenio, la banda decana del rock internacional ha visto florecer y menguar otros varios fenÛmenos en el ™ltimo decenio: el furor del grunge llegÛ, brillÛ fugazmente y se diluyÛ, asÌ como los varios coletazos del rock alternativo se asimilaron con mejor o peor suerte al mainstream.
A diferencia de m™sicos que podrÌan ser hijos suyos y que no paran de acaparar centimil en la prensa especializada, los Rolling Stones parecen cobrar vida solamente cuando est·n „en el camino¾. Entre el enjambre de ·lbumes costumbristas y/o mundanos que han soltado sobre el mundo en estos ™ltimos 18 aÒos (Emotional Rescue, Steel Wheels y Bridges to Babylon son los que m·s r·pidamente vienen a la memoria), Jagger, Richards y el resto se las han arreglado para sorprendernos un par de veces con discos superiores a la media y a lo que uno buenamente siente que puede esperar de ellos, como Tattoo You, Dirty Work o Voodoo Lounge.
Cuando se produjo el largamente esperado debut de los Rolling Stones en Argentina, en febrero de 1995, el p™blico local adoptÛ dos actitudes claramente diferenciadas. Hubo, por supuesto, una legiÛn de fans leales que abarrotaron el estadio de River Plate durante cinco noches (en total, 300.000 espectadores). Fueron muy pocos los que dejaron el estadio insatisfechos: es m·s, el consenso general es que los Rolling Stones se bancaron la parada con un show de rock and roll mucho m·s que competente. Hubo energÌa, hubo m™sica bien tocada y, si lo que se palpÛ de a ratos en la quÌmica Jagger-Richards-Watts-Wood no era pasiÛn, al menos resultÛ un suced·neo muy eficaz. La otra actitud provino, en general, de gente, otrora rockeros puristas, que se propuso firmemente no ir a verlos, endilg·ndoles ser la personificaciÛn de toda la decadencia que se abalanzÛ sobre aquel rock „esclarecido¾ de los aÒos 60 y su travestismo en un mero espect·culo de masas. Me permito sugerir que este reduccionismo simplista quiz·s estÈ revelando m·s acerca del colapso de las utopÌas personales de estas personas que una supuesta traiciÛn ideolÛgica de parte de Jagger & CÌa. Por mi parte, encaro la nueva llegada de los Rolling a nuestro paÌs con una serena alegrÌa. No aspiro a emocionarme hasta las l·grimas ni a experimentar alguna inesperada epifanÌa ante la visiÛn del grupo pero sÌ sÈ que voy a escuchar a una de las mejores bandas que dio la m™sica de los ™ltimos cincuenta aÒos, poniendo arriba del escenario un show de gran nivel. Pero, sobre todo, voy a recordar que esos tipos que est·n ahÌ arriba ayudaron con su m™sica, con su arte, a que mi vida fuese diferente: m·s colorida, m·s excitante, mejor. Si el resto es sÛlo rock & roll, admito que me sigue gustando.
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