Primera clave: Wall Street. A Miguel Pichetto le divierte la comparación con Frank Underwood, el volátil protagonista de “House of Cards” que construyó poder propio desde el Congreso de los Estados Unidos. Sin embargo, el nombre que mejor le cuadra últimamente es el de otra película, “Wall Street”. Fue allí, en abril último, donde deslumbró al macrismo duro. Invitado por fondos de inversión a visitar Nueva York, dijo que había encontrado a los directivos “preocupados por lo que pasa ahora, pero todavía más por el futuro”. Y añadió: “Se preguntan qué puede pasar con un cambio de Gobierno, con los bonos, con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Me mencionaron la encuesta de (Carlos) Germano que habla en un escenario de ballottage de un triunfo de la ex presidenta. Pero no le di entidad, porque hoy trazar esas proyecciones es poco previsible”. También criticó por derecha al plan económico. “Las últimas medidas de control de precios provocaron una caída de siete puntos de las empresas que cotizan en la Bolsa”, dijo. Sobre el plan de María Eugenia Vidal presidenta, opinó que no sería viable porque significaría la confesión del fracaso por parte de Macri, jefe del Pro, y llevaría, entonces, al fracaso de Vidal.

Segunda clave: el poder. De inmediato, en reuniones de la mesa chica de Cambiemos el ex senador Ernesto Sanz puso a Pichetto como el modelo de político que sostiene al Poder Ejecutivo. El argumento del mendocino que fue jefe de senadores durante los 12 años de kirchnerismo fue que el presidente de uno de los bloque de oposición había ido a Wall Street nada menos que a cerrar filas con el macrismo y a disipar dudas de los fondos de inversión. No es casual que la explicación más clara de la selección de Pichetto como candidato a vice haya surgido ayer del propio Facebook de Sanz. En un texto que tituló “Por qué Pichetto” describió que Cambiemos tuvo problemas con tres factores de poder. El primero, “la mayoría identificada con el PJ en las cámaras legislativas (particularmente el Senado, donde desde 1983 se sostiene con capacidad de bloquear iniciativas parlamentarias), y las provincias (recordemos que al espacio Cambiemos responden solo 5 de los 24 jefes de gobierno distritales)”. Recordó Sanz que los “inconvenientes” con el peronismo fueron administrados mediante el giro de recursos a las provincias. Todo ellos mediante “interlocutores confiables que trascendieran la visión de partido para expresar una mirada de Estado”. Es decir, Pichetto. El segundo problema es “la Justicia”, que falló contra el Gobierno nacional en materia de recursos y le quitó protagonista al Gobierno. El tercer problema para Sanz es “con los mercados e inversores”. Vale la pena leer completa su explicación: “Se ha especulado en estos últimos meses en qué momento el tipo de cambio puede sufrir una nueva alteración significativa y de qué modo una nueva estampida cambiaria podía afectar la estabilidad política del Gobierno Nacional”. Traducción: para ganar hay que estabilizar el dólar, y si un candidato a vice ayuda, avanti con el candidato. Como además, según Sanz, la unidad entre Fernández-Fernández y Sergio Massa mejoró la competitividad de la oposición, era necesario mejorar la competitividad del oficialismo. Virtudes de Pichetto para Sanz: “Experiencia en el manejo parlamentario, procedencia peronista  --lo que garantiza la ampliación de Cambiemos, que fue uno de los pedidos principales del radicalismo a través del documento aprobado en su Convención--, y vínculos con factores de poder relevantes en la constitución de la gobernabilidad”.

Tercera clave: Macri es el proyecto. El Presidente eligió como candidato a vice a un profesional del apoyo a los presidentes ya sea desde el oficialismo (con Carlos Menem, con Eduardo Duhalde, con Néstor Kirchner, con Cristina Fernández de Kirchner) o desde la oposición de su majestad, como ocurrió en la relación entre Pichetto y el propio Macri: el senador por Río Negro votó e hizo votar todas las leyes importantes para Cambiemos, desde el arreglo con los buitres en adelante.

Cuarta clave: con el Fondo y con Washington. Los diez puntos esbozados hace un mes por el Gobierno para que los firmase la oposición  --o para distraerla, vaya uno a saber--  incluían el pago inexorable de la deuda, la “modernización” laboral y la construcción de un sistema jubilatorio sustentable, eufemismo por liquidación definitiva del sistema actual, basado en los ingresos del Estado y no solo en el reparto entre trabajadores activos y pasivos. Macri ya prometió a su amigo Mario Vargas Llosa, que pareció distante de su maravilloso libro anticolonial “El sueño del celta” y  lo entrevistó en su papel de propagandista ultraliberal, que si gana las elecciones apretará el acelerador de las reformas conservadoras. “Nos toca la ingrata tarea de votar esta ley porque acompañamos a los gobernadores”, dijo en noviembre de 2017 al explicar por qué daría el sí al empeoramiento del sistema previsional. Antes de cumplir con la ingrata tarea, había bordado el acuerdo entre los gobernadores y su partner el ministro del Interior Rogelio Frigerio.

Quinta clave: un vice obediente. Disciplinado, nunca le hizo zancadillas al Poder Ejecutivo. Se opuso al desempate de Julio Cobos como vicepresidente en la resolución 125 de 2008 justamente porque argumento que el vice no puede oponerse a la decisión del Presidente. En el documento entregado a los periodistas inscribió su proyecto en otros vices de la historia. Nombró a Vicente Solano Lima (renunció junto con el Presidente Héctor Cámpora en 1973), a Carlos Perette (no fue golpista contra su Presidente Arturo Illia), a Elpidio González (el vice de Marcelo Torcuato de Alvear) y a Hortensio Quijano (el radical elegido por Juan Perón). También a Carlos Pellegrini, el único de la lista que puede ser leído como un mensaje especial. Vice del cordobés Miguel Juárez Celman, Pellegrini asumió tras la crisis de la deuda y la Revolución del Parque de 1890. Macri podría preocuparse. Los acreedores no: según relata el historiador Felipe Pigna, Pellegrini no pactó con Leandro Alem sino con Julio Roca y Bartolomé Mitre. Y puso como condición para asumir la presidencia “que un grupo de banqueros, estancieros y comerciantes argentinos suscribieran un empréstito de 15 millones de pesos para hacer frente a los vencimientos externos”.

 

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