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UNA CARTA

Por Beatriz G. Suárez

Vos te vas. Con todas las escarapelas puestas. No sea que dejes de ser argentino. Brotan en tu pecho. Son la divisa punzó del lugar donde estás. No te las sacás por nada del mundo, de este mundo, ni de otro mundo.

De mi mayor consideración quería escribirte una carta brevísima para decir que te veo que te vas. Te alzo una que se te cayó, tomá, no te pinches. Colgátelas a todas como cucardas o cocardas de las vacas de Palermo que ganan premios por ser la mejor vaca el mejor toro. Vos, igualito que esas vacas, vos te vas con todas las escarapelas puestas. ¿Por qué será? Te vas. No es: te me vas. Es: te vas solo, solito y solo te vas de insignia y enseñando.

Se oye una música. Alguien va al teatro, un chico flora y todo sigue igual. Y al final la vida sigue igual y tenía razón Cacho Castaña pero fijate vos qué ridículo el concurso de las vacas esas, ir al campeonato de la vaca, de la vacuna, pero no es del sarampión.

Es que ellas no se salvan (ni ellas ni el concurso) de la ambigüedad del lenguaje. Entonces uno dice vacuna y no sabe si es la carne de la que ganó, la de la hepatitis B o si se va a cuna, a caballo, como cuando yo te digo que te quiero en serio y todos piensan y vos también lo pensás que te quiero como por fuera del globo terrestre.

Y no es así. No te asustés, y si te asustás es porque te vas y a mí me duele porque me hace acordar a cuando yo era chica y se me iba mi mamá siempre o mi hermana y yo me quedaba adentro del punto del signo de interrogación. El de éste: ? o el de este: ¿.

Pero lo que me llama la atención es que te vas y te enchufás la escarapela y lo que yo te quiero decir desde que te conozco es que las escarapelas no sirven por sí solas, no son el país, el país es más grande y más ancho, te lo juro. Y es tan lindo que cuando advertís la diferencia no te la ponés mas ni el Nueve de Julio.

Más vale ite sólo sin el murmullo de la celeste y blanca de azulanala y esas cosas de Belgrano.

Más vale no me hagas doler con que querés ser más argentino que yo porque yo soy reargentina y aunque no nací allí porque mi papá era de la Capital Federal yo igual soy argentina porque también se me ocurrió pensar que la escarapela es necesaria si uno se pone a pensar pero si en vez de pensar ya no pensás, vas a ver que ni loco te la ponés.

Además cada cosa puede o podría tener su escarapela y entonces nada existiría sino a través de sus representantes y, por ejemplo, esta máquina con la que te escribo tendría su escarapela cuando no está y yo tipearía un carajo porque para casi todas las cosas uno necesita la cosa y no la escarapela.

Una luna no tiene una cámara de diputados que hable por ella, entonces uno está condenado y obligado a mirar la luna sin representación.

Aunque a veces creo que una escarapela lunar sería más linda que la nuestra de los argentinos, que fuimos al mundial pero que Batistuta no salió goleador al final. Entonces deberías hallar otra forma de retirarte

de escena sin tener que ponerte calcos o brochecitos aclaratorios, porque lo más doloroso para mi es que cuando se te cae una y yo me agacho para alcanzártela -tomá se te cayó-, la veo y veo qué país estás representando Y me duele eso, el hecho de ver el país. Eso me duele aunque te parezca pavo, yo soy pava nomás. Mas bien debiera dejarla pasar, no agacharme y no ver nada y no oír ni oíd mortales nada y seguir el camino como sin ningún emblema ni tahalí que te concierna.

Quizás, tal vez, nadie sabe cómo debería ser mi vida si no fuera la que es. Una vez yo andaba con una escarapela y me sentía como de un grupo pero viste que hay bastante grupo en algunos grupos y el grupo mío era un grupo. No obstante yo me la ponía. Pero ya después la perdí y también perdí el grupo. Entonces no quise saber más nada.

Vos te vas y quizá no te importe. A mi sí me importa mucho y me importa muchísimo que vieras la escarapela que quizás no veas pero tengas en el alma o el corazón.

Yo también me he ido pero escribo y escribir continúa por los siglos de los siglos, que ahora cambia dentro de un año y pico y tenemos la suerte de que esa ficción temporal nos halle vivos. Y si lo he hecho ha sido por protección personal y no por esconder algo. Jamás me he escondido porque no sé la vida de las escarapelas.

Pero no te asustés, no vivas asustada nunca. La gente buena se vé a la legua, la gente se conoce con una mirada.

Te escribo porque yo escribo y además porque sos vos y porque te quiero.