Vivió hasta los 13 años en la ciudad, aprendió a tocar en la escuela "Infancia Desvalida". La visión de su hermano mayor. Su vida en Buenos Aires, Roma y Nueva York. Hoy toca en el Monumento a la Bandera.
Por Horacio Vargas
Nació cerca de la vieja cancha de ñuls, el 28 de noviembre de 1932, de chiquito quería aprender a tocar la trompeta como su hermano mayor, Ricardo. Al final terminó atrapado por el "caño". A los 13 años, cuando ya no había más nada que hacer en Rosario, marchó con su familia a Buenos Aires, comenzó a soñar con tocar jazz con su hermano, escuchaba los consejos de su tío Mario, saxofonista y clarinetista, sobrevivía en la gran ciudad tocando música comercial y como músico estable de Canal 13, hizo sus primeras incursiones jazzísticas en bandas con nombres en inglés ("Hot Lovers", por ejemplo), se cansó de Buenos Aires en los setenta y se fue a Roma, donde después de ciertas penurias compone "Ultimo tango en París". Ya nada sería igual. Se instaló en Estados Unidos, descubrió el free jazz y se convirtió en uno de los exponentes del jazz latino. Es el "Gato" Barbieri, ciudadano del mundo, un saxofonista con estilo, como pocos. Y está de regreso.
Su madre Adalcinda Rosa Gimelio y su padre Vicente coincidieron en que lo mejor para el pequeño Leandro era seguir los pasos de su hermano Ricardo, cuatro años mayor que él, y su tío Mario: estudiar música en la Escuela "Infancia Desvalida", ubicada a algunas cuadras de la casa paterna de Cochabamba 1362.
Alfredo Serafino era el director del conservatorio. Quien se llegara hasta allí podía toparse con un cartel que decía: "Escuela de Composición, Piano, Bandoneón, Violín, Bombo Indio, Charango, Dirección orquestal, Instrumentación, Trompeta, Clarinete". "No faltaba nada, de todo él sabía algo, era trompetista y tenía mucho manejo de la gente, con él no se podía pasar el rato, había que estudiar", recuerda al maestro con cariño, Ricardo Barbieri �tan fana de ñuls como su hermano� en el libro Memorias del jazz argentino de Ricardo Risetti.
En rigor, la "Infancia Desvalida" era, por la mañana, una escuela primaria del sur rosarino en la década del cuarenta y, por la tarde, un taller de "Artes y Oficios". No sólo se aprendía música, sino también corte y confección, jardinería y carpintería.
"Muchos de nuestros compañeros eran bastante reos. Algunos iban con pequeñas armas", recuerda el hermano del "Gato" quien destaca la decisión de la escuela de proveer el instrumento a los alumnos, "una cosa que solo podía existir en aquella época, iniciativa de socialistas".
Leandro quería tocar la trompeta en la "Infancia Desvalida", pero su hermano le aclaró que el trompetista de la familia era él, así que lo mejor era elegir otro instrumento. El Gato comprendió y comenzó a practicar clarinete. Pero un día le confesó a su madre, en la cocina, que sólo le interesaba tocar la trompeta.
A la una de la tarde, el maestro Serafino se paraba frente a la banda de la escuela, integrada por 45 músicos�alumnos, sacaba su batuta y comenzaban a sonar marchas, que serían ejecutadas posteriormente en ocasión de fechas patrias o procesiones por jóvenes vestidos con rigurosos uniformes.
A los 16 años, Ricardo Barbieri es convocado para tocar en una orquesta en Buenos Aires que lideraba René Cóspito. La familia lo acompañó, menos su padre, quien se quedó a trabajar como carpintero.
"El Gato" aprende a tocar el saxo con un francés, Albier, y no lo dejaría más. Descubre el sonido que baja del norte, sobre todo de un saxofonista blanco de jazz, Lee Koonitz, quien sobresalía en un disco antológico de Miles Davis: Birth of the cool.
Al final, el sueño comienza a hacerse realidad. Como alguna vez se lo había prometido su hermano mayor, comienzan a tocar juntos en el Golf Club, en Radio Continental, y fundamentalmente todos los lunes en Bop Club. "Allí ganamos las encuestas, como conjunto, Leandro en saxo, y yo en trompeta, después formamos la agrupación Nuevo Jazz, nos habíamos alejado bastante del jazz de orquestas, el jazz popular, y al poco tiempo nos quedamos sin clientes. Se nos mojó la pólvora y decayó nuestro entusiasmo y nos fuimos dispersando", apunta Ricardo.
Leandro también se cansó y optó por dejar la Argentina. En 1962 se fue a Europa. Se instaló en Roma, donde después de buscar un espacio propio comenzó a trabajar con el cornetista norteamericano Don Cherry, uno de los fundadores, junto a Ornette Coleman, del free jazz, quien lo deslumbró con ese lenguaje nuevo que experimentaba el jazz. En 1966, el sello Blue Note editó el disco Simphony for improviser, que los críticos especializados consideran uno de los más importantes que dio el free jazz. Allí, Barbieri toca saxo tenor junto a Pharoah Senders, quien sería también un músico de proyección.
En 1971, el cineasta italiano Bernardo Bertolucci lo convoca para que ejecute la banda musical de la película Last Tango in Paris. Barbieri le entrega tres versiones acompañado por una orquesta: tango, balada y jazz. ¿Cuánto o más tiene de erótica esa música que las escenas que actúan Marlon Brando y María Schneider? Ese último tango parisino daría la vuelta al mundo. El Gato también.
Obvio, se instaló en Nueva York, en la esquina del jazz.
"Redescubrió sus raíces y formó varias bandas dedicadas a una enérgica fusión del jazz latino, sobre el que su arrollador saxo tenor llegó a cumbres conmovedoras: encontrar formas distintas de presentar una melodía ha sido siempre uno de sus mayores habilidades", se lee en una actual colección de CD que editó Blue Note.
Su hermano Ricardo, quien hoy vive en Buenos Aires, lo define así: "Su talento se guía hacía distintos estadios: el de la folclorización, el de la tropicalización, el del tercermundismo, no le da respiro a la gente, toque como toque, guste o no guste a la gente, es un músico mundialmente conocido y está considerado entre los mejores saxofonistas de la actualidad".
Después de que la muerte le arrancara a su Michelle �quien llegó a producir varios discos de su marido en los setenta�, después de haber esquivado la parca en el escenario, ahora que el corazón está repuesto llega hoy a Rosario con su sombrero negro y sus grandes anteojos. Donde todo empezó, donde todo sigue.