TESTIMONIOS DE SOBREVIVIENTES DE LA COMISARIA 4ª DE FACINO

Los que volvieron del horror

Por estos días el intendente de San José del Rincón, Mario José Facino, está en el ojo de la tormenta. Mandó a patotear a HIJOS y Madres organizadores de un escrache en su contra y quedó firme la decisión judicial en España de procesarlo por genocidio y terrorismo de Estado. Aquí, recuerdos de su gestión al frente de la comisaría 4ª en Santa Fe durante la dictadura.

Por Juan Carlos Tizziani

Desde Santa Fe

Mónica Martínez de Viola contó su historia ante la Conadep el 7 de setiembre de 1984. En estos catorce años nunca aceptó hablar con la prensa, pero rompió el silencio con Rosario/12 para contar cómo sobrevivió en la seccional 4ª a fines del '76, cuando Mario José Facino era el jefe de la comisaría. Su relato se hilvana con el de Aníbal Sánchez y Julio Niemes, dos de sus compañeros en el circuito del terror. Los otros testimonios, entre ellos el de su marido Rubén Viola -fallecido hace un año- y Carlos Etchegoy, pueden encontrarse en el Nunca Más. La marca de aquellos días sigue tan abierta como que hoy -y lo dicen- su vida se divide entre un antes y un después de la 4ª. No son los únicos, por allí pasaron muchos otros que hablaron y seguirán hablando para ponerle palabras a la ignominia.

Celdas /subtítulo

"En la seccional 4ª nos tenían en celdas muy pequeñas", dijo la señora Martínez. "Yo estaba con Alba Acosta de Azulay y en las otras, mi marido Rubén Viola, Carlos Etchegoy, Julio Niemes y Aníbal Sánchez. Los seis estuvimos juntos", dijo. El grupo recorrió el circuito represivo de Santa Fe: la Policía Federal, el Servicio de Informaciones (en San Martín y Obispo Gelabert) hasta llegar a una casona que está a sólo dos cuadras de la Casa de Gobierno, frente al convento de San Francisco. Fue Mónica la que reconoció el lugar, una ex sede de la Unión de Docentes Argentinos, por los carteles que habían quedado y los ruidos que se filtraban de la calle. "Estabamos tabicados, esposados, pero las vendas se corren y nos arreglabámos para ver. Era una casa vacía, sin muebles, no había nadie, sólo nosotros y dos guardias armados que nos custodiaban", afirmó. Hoy cree que en esos diez días del secuestro, alguien decidía su destino: la vida o la muerte.

Después los llevaron a la seccional 4ª. "A Facino nunca lo vi, no lo conocí. Pero es imposible que no supiera lo que sucedía ahí, es imposible. Vivíamos en condiciones infrahumanas. El era responsable de lo que estaba pasando", expresó Mónica. "Prácticamente no nos alimentaban. La comida era mínima, casi siempre un mondongo hervido y sucio. Alba que estaba conmigo no lo podía soportar, lo vomitaba. Entonces dejó de comer. Vomitaba en la celda y no nos dejaban limpiar. Bueno, a mi no me hacía mal, soy una persona sana y no sufría del estómago. Entonces ella me daba su comida y yo comía el doble. Me propuse que no me iban a matar, por lo menos de hambre. Ella salió piel y huesos, practicamente no se podía sostener. A los muchachos les pasó lo mismo, los tenían que llevar porque casi no caminaban..."

-¿Qué piensa hoy, después de 23 años?

-Creo que Facino es absolutamente responsable de lo que pasaba en la 4ª. Era el comisario. Es imposible que no supiera la cantidad de gente que había y pasaba por allí, el estado en que estábamos y el tipo de atención que recibíamos, nos moríamos de hambre, de calor. No nos cambiamos de ropa durante dos meses y cuando llegamos a la Guardia de Infantería la tuvimos que tirar por el olor y el estado en que estaba.

Régimen /subtítulo

Aníbal Sánchez trabaja hoy como maestro en Villa Ana, en el norte santafesino. Tiene 46 años. Cayó en Rafaela el 3 de noviembre de 1976 y recorrió el mismo circuito represivo de Santa Fe: lo torturaron en el Servicio de Informaciones; permaneció secuestrado durante diez días, encapuchado y esposado -junto a Niemes, Etchegoy, Viola, Martínez y Acosta de Azulay- en la ex sede de la UDA. Más tarde lo trasladan a la comisaría de Facino. "Nos llevaron a los seis. Era el 3 de diciembre cuando llegamos a la 4ª, siempre en calidad de desaparecidos", recordó en un diálogo con Rosario/12. "En la 4ª nos tenían en una celda chiquita, de a dos. Yo estaba con Julio Niemes, nos sacaban una vez por día para ir al baño... si tenías otra necesidad debías arreglartela dentro de la celda. Nos daban de comer una sola vez por día, un 'sancocho' con algunos huesos... Adelgazamos cualquier cantidad".

Sánchez tiene muy fresco aún el ciclo que comenzaba después de la medianoche: "los movimientos eran incesantes, entraba y salía gente, se escuchaban gritos, ruidos de armas, de vehículos...".

-¿Lo vio alguna vez al comisario Facino?

-No me acuerdo de él. Por eso le digo la fecha: estuve en la 4ª desde el 3 de diciembre de 1976 hasta el 6 de enero de 1977. Había mucha gente, pero no recuerdo nombres, sé que llevaron heridos. Después, volví a la comisaría 4ª en mayo del `77, cuando me sacaron de (la cárcel) de Coronda, junto con un correntino, un muchacho que era de Goya, de apellido Fernández. Ahí sí vinimos para la tortura. Nos golpearon a la entrada, a la noche nos encapuchaban para llevarnos a la delegación de la Policía Federal, nos torturaban y después nos traían. Generalmente hacían ese operativo durante dos o tres días, nosotros estuvimos diez días para reponernos y volver a Coronda. Era tal la golpiza que sufrimos que nos dejaron en la 4ª.

-¿Usted lo vio a Brusa?

-Yo no lo vi en la tortura, porque estaba encapuchado. Pero de la tortura, directamente nos llevaban a otra oficina de la 4ª, donde nos tomaba declaración.

-¿En una habitación lo torturaban y en la otra Brusa tomaba las declaraciones?

-Sí, sí.

Rehenes /subtítulo

Julio Niemes vive en Reconquista. Su relato es coincidente con el de Aníbal Sánchez, aunque él fue detenido antes: el 12 de octubre de 1976. Pasó por los mismos lugares hasta que el 5 de enero de 1977 -ya legalizado- lo llevaron al penal de Coronda. "La seccional 4ª era un centro clandestino, vivíamos esposados de pies y manos, creo que éramos rehenes, estaban decidiendo que íban a hacer con nosotros. Porque si pasaban tres o cuatro días y no te reconocían eras 'boleta'". Niemes dijo que en esos meses del '76 no lo vio a Facino, pero no tiene dudas sobre su responsabilidad, como jefe de la comisaría.

En cambio recuerda bien a otro personaje que se cruzó en su vida, tiempo después, en 1977: Víctor Brusa. "Te interrogaba, participaba, hacía preguntar, a veces era tan descarado que el mismo preguntaba. Recuerdo un día que llega tarde y la patota le pregunta que le había pasado: 'se me rompió el auto' en tal lugar, le contestó. Y da la casualidad que cuando nos tomaban declaración, sonó el teléfono. Estaba (el juez) Mántaras; Brusa escribía lo que declaraba, mejor dicho me preguntaba si era cierto lo que había dicho en la tortura. Sonó el teléfono y lo llaman: `bueno, vos sabés que no pude ir porque se me rompió el auto', dijo. En esas situaciones se agudiza el oído, entonces alcancé a escuchar que era la voz de él. Cuando estaba en la tortura oigo que un tipo llega tarde porque se le rompe el auto, y después escucho exactamente la misma voz. Además hubo compañeros que lo vieron", relató Niemes.

Violada /subtítulo

Liliana tenía 20 años en 1976 cuando la llevaron a la seccional 4ª Su apellido no importa, sólo lo sabe quien la recuerda: "Encontré a esa chica en un baño de la comisaría, se estaba lavando una herida. Ya la conocía. En realidad todos nos hablábamos aunque no nos conociéramos, pero yo sabía quien era ella... Le pregunté que le pasaba, me dijo que tenía una pierna muy lastimada. Ella no lo demostraba, pero después gente de la 4ª me dijo que a esa chica la habían violado. Ella se veía mal, no tenía ganas de hablar", contó Mónica Martínez. "Nosotros estábamos en celditas muy chiquitas, donde apenas entraban dos personas acostadas. Después había un patio central rodeado de otras celdas, pero eso era a la vuelta, nosotros estábamos en esas cuatro celditas, aislados del resto de la 4ª, solo podíamos hablar detrás de las puertas, por las ventanillas".

Docente /subtítulo

Alicia López de Rodríguez era docente. Estaba casada con un abogado de las Ligas Agrarias y vivía con su suegra en el barrio Candioti de Santa Fe, cuando los parapoliciales la detuvieron el 22 de octubre de 1976. La casa de calle Sargento Cabral 1345 fue rodeada por los hombres de civil, en un despliegue que alertó a los vecinos: alguien llamó entonces al Comando Radioeléctrico, pero los de uniforme no hicieron nada. Hubo una "breve charla" con los asaltantes y los policías se retiraron, contó después su esposo cuando denunció el caso ante la Conadep, en el '84. El marido de Alicia no fue testigo del secuestro: había sido detenido en el Chaco y estaba preso en Rawson cuando capturaron a su mujer.

La patota se llevó a Alicia y muchos dijeron haberla visto, martirizada, al borde de la muerte en la comisaría 4ª, en Zavalla y Tucumán.

Alejandro Faustino Córdoba -detenido en Reconquista- también recordó a Alicia. Era octubre del '76. "La señora fue trasladada a la seccional 4ª luego de haber sido torturada por espacio de doce horas, luego de lo cual la trajeron envuelta en una frazada. Fue violada por personal de la comisaría en el calabozo y la dejaron abandonada, en muy malas condiciones físicas, por espacio de uno o dos días. Después, ella comenzó a contarme quién era. Me dijo que era la esposa de un abogado de las Ligas Agrarias de Resistencia, flaco, alto, rengo, con anteojos, que estaba preso en Rawson. Y que reconoció durante el interrogatorio la risa de un primo suyo que ella siempre supuso que era de los servicios", dijo Córdoba en su relato a la Conadep.