Por Marcelo Scalona
Acaba de morir Mr. Chasman y de renunciar Super-Erman que tal vez vaya preso. Chirolita sin Chasman, chirolita sin Super-Erman. Dos ídolos de los niños, Chirolita y Superman mezclados en el apocalipsis argentino. Es dura la época, ni Dios se salva desde que sabemos que los reyes son los padres. Y eso que los míos eran buenos. Qué sacrificio para comprar un triciclo! En esa época no había tarjeta de crédito, la mayoría de los negocios se aseguraban con un método que se ha perdido... la palabra... "fides" le llamaban los romanos que inventaron los contratos.
Una madrugada de 6 de enero me hice el dormido como todos los que esperan. Escuché unos ruidos raros que venían de la cama de mis viejos, muchos besos... Estaban contentos, más que otras veces por el rumor. Yo también estaba dichoso sin comprender... empezaba a sospechar que los reyes eran los padres y que los chicos no venían de un repollo. Fuera lo que fuera sería bueno. A las seis pasaba el canillita, a las siete el lechero y después salía el sol, en punto. A las 9.15 era el primer recreo largo en el "Sagrado". Había un cura loco, "Afora" le decían, que confeccionaba los mejores sandwiches de mortadela que imagines. Entonces no existía Paladini. La feta era de 6 mm... casi un arma reglamentaria, tenía las pepas de pimienta enteras y después a misa. Y después de la misa el clásico que organizaba el padre Cuasante, la pelota voladora, el metegol y la visión de la bombacha de una profesora de matemáticas que hacía todo lo posible para que tuviéramos que confesar el pecado de las manos. Cuando estaba por terminar el recreo el cabezón Montrasi provocaba al cura de los sandwiches, le gritaba "Afora", apodo atávico que demonizaba al religioso. El tipo se transformaba como el increíble Hulk o la eucaristía, se saltaba del mostrador, a veces con un cuchillo y empezaba a correr a los alumnos. Se iban los minutos, recomponer el orden llevaba tanto que la profesora de inglés dejaba el examen para otro día. Era normal que un cura corriera a un alumno con un cuchillo... algo habrá hecho decían los profesores compungidos. Y era cierto, el cabezón Montrasi traía las revistas prohibidas y fumaba en el baño. El padre Peyrouté quería saber quién nos infestaba la cabeza. Nosotros le mostrábamos el álbum de San Miguel Garicoits y el empeño en llenarlo con las figuritas de los milagros que ese galán rubio había hecho en Francia. El mismo país desde el que la cigüeña traía los niños.
--Padre he pecado...decíamos los viernes a las ocho en punto.
--¿Cuántas veces? ¿Sólo o acompañado? ¿Con las manos o con la almohada? ¿Has visto revistas malas? ¿Has tenido malos pensamientos?
Los pensamientos no eran malos, pero bueno... el que no confesaba y comulgaba no podía jugar el partido clásico, después de la misa, con el patio lleno y los sandwiches calibre 6 milímetros. En la platea estaba la profesora de matemáticas con la bombacha negra de encaje. Las revistas eran a medias con el cabezón Montrasi y el padre Peyrouté preguntaba con tanto escrúpulo que o era un experto o se había hecho con nosotros. Una vez por ejemplo, me preguntó por la técnica "paragüita" y yo no supe qué
decirle o más bien estuve a punto de repreguntarle, porque la verdad es que había algo de ese método que a mí no me salía...
Entonces había otro Chirolita, un maestro de séptimo grado que era parecido al muñequito de Chasman, petiso, cetrino y delgado. Acostumbraba sentar a algún compañerito sobre sus piernas y acariciarlo o sentarse él sobre los compañeros más grandotes (Dalmaso por ejemplo) y moverse encima de las rodillas. Parecía gracioso, pero una vuelta pasó algo raro...el maestro Chirolita se sentó encima del flaco Pontoriero y algo hizo que al pibe no le gustó... hubo gritos, retos, golpes. Pontoriero era vago, pero de la calle se las sabía todas: los sábados revendía entradas en el Gabino Sosa (jugaba Carlovich entonces) y estaba acostumbrado a los calabozos de la "república de la sexta".
Cuando Chirolita le pellizcó las nalgas cariñosamente, el revendedor de entradas lo mandó al útero de su madre con el lenguaje de la cancha...
¿Y Chasman? Creo que Chasman estaba en España entonces... Chasman tenía las dos manos todavía y aunque estaba viejo y mal acompañado era como los reyes, un mago capaz de hacer soñar a millones. Pero Chasman murió, era 1974. Es ley morir de viejo, de triste o de mudo. Es ley anticipada en un país cuyo himno nacional es "La Ultima Curda" de Troilo y Castillo y no de Blas Parera. Un país que está de olvido siempre gris... Chasman murió de nuevo, anémico, vencido, sin palabras ni espacio en la tele de los mil canales donde lo más divertido es el zapping. Mucho silencio para alguien capaz de hablar dos voces a la vez. Y ahora... ahora solo nos queda el chirolita patético, el que antes de terminar su mandato prometió mandar cohetes a Marte desde el Chamical o reeditar las obras completas de Sócrates. El chirolita que ha dicho que ha sido el mejor Presidente argentino de todas las épocas. Lo dijo el jueves 20 de mayo de 1999 en un acto público en el paraíso, donde nunca estuve pero dicen que hay casas particulares de 50 habitaciones, que en lugar de patios tienen aeropuertos... El lo ha dicho, pero ya nadie le cree. El no es Chasman. El lo ha dicho frente a una multitud de chirolitas desesperados que aplauden por una caja de leche o cincuenta pesos falsos. Y encima Super-Erman en desgracia, cerca de la cárcel como un espejo donde mirarse los chirolitas. Porque son del mismo pago, del paraíso. Cómo puede terminarse tan rápido la fiesta o la misa!. Cómo pueden morir los dioses y ser los padres los reyes!. Cómo pueden haberse robado hasta los sandwiches de mortadela! Hasta es posible que el cabezón Montrasi esté por fin desaparecido, alcanzado por el cura y su cuchillo de cortar pebetes. El cura dirá que nunca vendió sandwiches en el patio de la escuela. Lo único que falta es que Caperucita se anime y mate al lobo.
¿Dónde estará Chirolita? ¿Será verdad que puede ir preso? No concibo a Superman en la cárcel. ¿En qué baúl de la ciudad de Campana estará la herencia de Chasman, aquél muñeco tierno, ocurrente y pícaro esperando el soplo del espíritu santo? ¿Por qué no rescatarlo y ungirlo Presidente?. Haría buena pareja con Roque, sentado en sus rodillas, repitiendo las siniestras palabras que vienen de Washington. Que alguien nos ayude a comprenderlo. Por favor padre Peyrouté, no se muera sin decirme el secreto de la técnica "paragüita"!