pastillas renomé

por Claudio Zeiger

La mujer en muralla
Alberto Laiseca
Tusquets

Para aquellos que todavían guarden reservas acerca de la real documentación e investigación histórica que hace Alberto Laiseca para escribir sus novelas “exóticas”, esta reedición de su novela de 1990, La mujer en la muralla, puede llegar a quitarle todo resto de duda. La trama y los personajes giran alrededor de la agotadora construcción de la Gran Muralla China; el despotismo, la guerra, la esclavitud y las mujeres son sus principales tópicos. Desde ya, esta reedición puede insertarse en el nuevo “mapa Laiseca” creado por la aparición de la postergada Los Sorias y su última novela, El gusano máximo de la vida misma, que ha tenido una dispar recepción por parte de la crítica. Más “histórica” que Los Sorias, sin embargo, La mujer en la muralla muestra perfectamente esa conjunción entre detallismo, reconstrucción de la vida cotidiana de otras culturas y delirio literario que viene cultivando Laiseca en distintos registros y diversos géneros. La mujer en la muralla es una adecuada opción para ingresar en el “universo Laiseca”.

La sierva
Andrés Rivera
Alfaguara

En los últimos años, Andrés Rivera, que había sido uno de los narradores más politizados de los sesenta, volvió al ruedo con una serie de novelas y relatos que captaron el interés tanto de la crítica como del público, sobre todo con dos títulos como En esta dulce tierra, La revolución es un sueño eterno y El amigo de Baudelaire. Su novela corta La sierva, recién reeditada, apareció en 1992 y seguramente no defraudará a quienes hayan seguido sus libros hasta ahora. Un hombre poderoso de la burguesía argentina, el juez Saúl Bedoya, se trenza en una lucha cuerpo a cuerpo con la vejez y con Lucrecia, una mujer que pretende llegar a ser propietaria y dueña de un almacén de ramos generales. Las páginas de esta ficción reflejan básicamente el duelo verbal, mental y corporal de estos dos personajes tan opuestos y complementarios como un amo y su esclavo. Cada cual lucha con sus armas más afiladas, produciendo un fuerte cruce entre la literatura, la política y el erotismo. Andrés Rivera acaba de publicar su última novela, El profundo Sur.

El desierto y su semilla
Jorge Barón Biza

La primera edición de El desierto y su semilla apareció en 1998 y fue inmediatamente saludada como una de las revelaciones del año. El narrador expone su tragedia familiar. Esa tragedia familiar coincide con la de Jorge Barón Biza: un día, en el estudio de un abogado, su padre arroja un vaso de ácido a la cara de su madre. Desfigurada, la mujer se somete a dolorosos y lentos tratamientos de reconstrucción. Barón Biza inventa nombres de ficción para esos personajes esenciales (la madre, el padre, el hijo). Pero también inventa una lengua para contar esa historia, una lengua hecha de retazos sintácticos de otras lenguas, lo que se llama cocoliche. Por supuesto, El desierto y su semilla hace del drama familiar y del drama histórico una misma cosa. La reconstrucción (geológica) del rostro de la madre sucede en Milán, a pocos metros de donde yace el cadáver embalsamado de Evita. Vuelta a la Argentina, a la vida y a la política, esa mujer comprenderá que ha recuperado una parte de su vida, pero que otra se le escapa para siempre. Se tira, pues, por una ventana.