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Final del juego

donde el comisario inspector y los filósofos, en busca del rastro de la electrodisipadora, tropiezan con el enigma de los dos palos.

Por Leonardo Moledo

“Este asunto de las cajas y las puertas me tiene desencajado.” “Y los lectores siguen protestando: nos van a sacar con cajas destempladas.” “Porque este asunto de las cajas cierra las puertas de la narración.” “Y el matemático está muerto.” “Eso no encaja.” “Cerremos las puertas al asunto de las cajas.” “Aclaremos el asunto...”

Estas cosas murmuraban el comisario inspector y los filósofos.

–Volvamos, y por última vez, al problema –dijo el comisario inspector-. Los que estén cansados pueden saltear este párrafo. Bien. Yo tengo tres cajas, A, B y C; dentro de una de ellas está el premio o el cadáver y ustedes pueden elegir. Putnam elige la caja A, y entonces yo abro la B, le muestro que está vacía y le ofrezco cambiar. Los lectores sostienen que, puesto que la B está abierta y vacía, da lo mismo, y yo sostengo que conviene cambiarlas. Para terminar con la cuestión, simplifiquemos y digamos lo siguiente: la probabilidad de que el premio esté en A es 1/3 y la de que no esté en A es dos tercios. Como yo sí sé dónde está el premio, abro, de las dos cajas no elegidas, la que está vacía y las cosas no cambian (siempre puedo hacerlo, porque yo sé dónde está el premio y por eso siempre puedo abrir una caja que está vacía). Es verdad que las cosas serían diferentes si yo no supiera dónde está el premio, y allí admito que, en cierto modo, no haberlo dicho explícitamente, fue una especie de trampita por omisión.

–Y con esto damos la caja por cerrada.

–Sí –dijo el comisario inspector–. Y ahora quiero plantearles otro pequeño enigma, pero antes, les leo una carta de Julián:

“En el último FINAL DE JUEGO preguntan qué pueden ser las electrodisipadoras. Mi respuesta no es muy científica, pero bueno: las electrodisipadoras hacen que el objeto creado tenga su último toque y además da energía a las máquinas. (..) El último toque (los últimos toques) es sacarle toda la energía eléctrica del artefacto y cargarle la exacta (...) que se transmite a las máquinas, ahorrando mucha electricidad y no usando la que tanto escasea. Si no fuese por la electrodisipadora la electricidad se hubiese acabado para siempre. ¿me equivoco?”. –¿Se equivoca? –preguntó el comisario inspector.

–Se equivoca –dijo Avelino Andrade, el sindicalista combativo–. Y hasta me ofende que alguien piense que una electrodisipadora es un simple artefacto para ahorrar electricidad. El concepto es otro, y nadie que la haya visto...

Pero entonces llegaron varios coches de la policía de los que descendieron detectives con equipos de huellas digitales, forenses y demás que empezaban a trabajar sobre el cadáver matemático, lo cual, como era de esperar, hizo que el comisario inspector se desinteresara por completo del asunto y prestara atención a la observación de Kuhn, que recordó que habían quedado en ir a ver al anticuario de San Telmo. –El que le vendió la electrodisipadora al embajador de Inglaterra -dijo Kuhn.

El comisario inspector se adhirió de inmediato. –Vamos –dijo–.

Y emprendieron el camino, pero hete aquí que a poco de andar se encontraron con un hombre sentado en una plaza, con aire consternado -como suelen tener quienes están sentados solos en una plaza– y que miraba con aire de duda dos palos de madera.

–Esta situación me recuerda el enigma de los dos palos que hace tiempo envió Claudio H. Sánchez –dijo el comisario inspector–. Tenemos dos palos que, al prenderle fuego por un extremo, se consumen en una hora. ¿Cómo podemos medir tres cuartos de hora con dos palos? No es posible medir los palos para hacer graduaciones intermedias.

–¡Ese es justamente mi problema! –dijo entonces el hombre de la plaza-. Por lo visto, soy el enigma corporizado.

–Esas cosas ocurren –dijo, condescendiente, el comisario inspector.

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Cómo se puede medir tres cuartos de hora con los dos palos? Es más o menos cómodo que medirlos con un reloj? ¿Qué les espera al comisario inspector y los filósofos en San Telmo? ¿Encontrarán la electrodisipadora y el hilo de la trama?