La actividad de Walter Operto está siempre en ebullición. Por estos días, son dos las obras teatrales que lo tienen por director. Una de ellas, La señorita Julia, se estrenó el sábado pasado -y continúa todos los sábados del mes, a las 20- en La Nave (San Lorenzo 1383); la otra obra es Lúcido, con funciones también los sábados, a las 22, en Teatro Odiseo (San Lorenzo 1329). Entre ambas, un diálogo posible sobre las dramaturgias respectivas de August Strindberg y Rafael Spregelburd, a partir de la mirada ejemplar de Operto.

En primera instancia, hay que destacar que La señorita Julia es un estreno de la Compañía Rosarina de Teatro Clásico. "La Compañía no contará con un elenco estable, sino que se formarán de acuerdo a lo que requieran las obras elegidas. Empezamos con esta obra cumbre de Strindberg, con una adaptación mía, con Cecilia Borri, como la hija del conde, y Lisandro Quinteros en el rol del criado", explica Walter Operto a Rosario/12.

--Entiendo que elegir a Strindberg es también elegir una obra que seguramente tenga algo para decir sobre hoy.

--Eso fue muy sencillo. Me decidí por esa obra porque es muy contemporánea, tiene gran vigencia lo que Strindberg plantea. Él la escribe en 1889 y ya ahí habla del resentimiento y hasta del odio de los campesinos sobre los patrones, sobre los condes. Se anticipó nada menos que a la Revolución Rusa. Por otro lado, Julia es una muchacha que fue preparada por su madre para odiar a los hombres, también hay una fuerte crítica a la estructura del matrimonio. Y Juan, el criado, es el que más siente el problema de las luchas y de la explotación de clase, al punto que sueña con alcanzar, como dice metafóricamente, "el nido con los huevos de oro". Su sueño es irse de la casa del conde al Lago de Como, en Italia, para poner un hotel y transformarse en alguien que tenga criados, mucamos y todo lo demás. Fijate la vigencia de los temas de Strindberg.

"En Strindberg y en Spregelburd está presente ese otro denominador

común que son los conflictos humanos, las relaciones humanas".

La señorita Julia transcurre durante una noche de carnaval, "el baile de los sirvientes", como aclara Operto. Y continúa: "Ella es una muchacha con ciertas frustraciones, que quiere amar verdaderamente y reclama ser amada, pero se interpone su educación. Esa noche seduce al lacayo, pero los dos entablan una especie de batalla física y de palabras, como explotado y explotada. Ella le requiere amor como si le pidiera algo para beber, y él teme ser usado por ella. Es una guerra en donde está por verse quién destruye a quién, siempre en el marco de la diferencia de clase, lo que hace muy fuerte a la obra. Mi adaptación consistió, específicamente, en encontrar y darle contundencia al texto en todos estos conflictos, para que el público sienta que todavía vivimos en una sociedad que no les ha dado respuesta".

Tal como refiere Operto, Cecilia Borri y Lisandro Quinteros "han entendido perfectamente lo que proponía Strindberg, y dan un gran ejemplo de actuación. 70 minutos jugándose con todo su cuerpo, con su cabeza, y llevando no sólo las ideas, sino también la emoción y el asombro al público. A Juan lo tenía desde un año atrás, cuando pensé en esta obra, pero no daba con Julia, hasta que finalmente me encontré con esta actriz, que la encarna maravillosamente".

--Pienso en que debe haber vasos comunicantes entre las obras que elegís dirigir, en este caso, entre Strindberg y Spregelburd.

--Los hay. En este sentido, Spregelburd es una especie de Strindberg contemporáneo, porque Lúcido también plantea un gran problema. La obra atraviesa por personajes con vidas muy complicadas, que padecen sufrimientos, que aman, y que sienten los problemas de la soledad. Todo transcurre en una familia muy disfuncional, en donde la hija se va a Miami, después de salvarle la vida al hermano donándole un riñón. Un día vuelve inesperadamente a la casa familiar, y lo hace para reclamar parte de la herencia, así como una parte de la casa. La madre le hace creer al hijo, que es con quien vive, que ella vuelve para reclamarle el riñón. Es un tema muy denso, que te lleva por una zona de humor y por un bosque de sorpresas teatrales, que son las señales que definen la dramaturgia de Spregelburd. Además, el grupo de actores -Liliana Oppido, Victoria Vitta, Javier Fernández, Pablo Minervino- también lo ha comprendido así, y cada noche que representan la obra ofrecen un espectáculo que el público agradece y aplaude de pie.

Se lo nota contento y conforme a Walter Operto con el resultado de estas dos propuestas, de sensibilidad cercana. De hecho, como concluye él mismo, "en Strindberg y en Spregelburd está presente ese otro denominador común que son los conflictos humanos, las relaciones humanas".